La Historia no contada

La Historia no contada
José Luis Rodríguez Pereiro

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿DIVIDE Y VENCERÁS? LA CONTRAINSURGENCIA.

La contrainsurgencia:

Las técnicas de manipulación psicológica de la sociedad son casi tan antiguas como la humanidad misma. Los señores feudales, con el fin de preservar y consolidar su poder, siempre se valieron de los castigos y la tortura como agentes disuasorios del cambio. Incluso hace mil años, lo que ayudó a las clases dirigentes no fueron las técnicas per se, sino una deliberada aplicación de las mismas a modo de herramientas de la máxima “divide y vencerás. Por muy inhumana que pueda parecer una técnica en particular o una medida terapéutica, no es una acción encaminada a erradicar cualquier insurgente en sí misma. “La contrainsurgencia no puede desarrollarse apoyándose sólo en el terror; requiere una aplicación consciente y sistemática por parte de la clase dirigente o de sus víctimas”. Esto es exactamente lo que se consiguió con la transformación de la psicología y la psiquiatría en los años treinta.
“La primera aplicación masiva de la psicología como arma consciente tuvo lugar en la Alemania nazi, concreta-mente en la eugenesia, que se basó en las retrógradas fantasías "arias" y se impuso a una parte de la población. Si bien la causa y el desarrollo de la carnicería nazi tuvieron su origen en el desmoronamiento de la economía mundial, su forma concreta, la eugenesia, fue ideada por los teóricos y los técnicos preferidos de los nazis: los psiquiatra”.
Desde entonces, la “ciencia de la mente” se ha transformado en el arte de destruirla. Los enfoques legítimos, terapéuticos, han cedido el paso a una seudo-ciencia sobre la modificación de la conducta denominada “terapia de aversión”.
Esta transformación de la ciencia de la mente fue modelada por la guerra, la guerra del genocidio mental que libró la burguesía contra la clase trabajadora. La premisa esencial es que determinados tipos de instituciones “democráticas” representan un instrumento mucho más eficiente para la dictadura fascista que los modelos tradicionales, los claramente “autoritarios”. (Desde el gran fraude del petróleo y el lavado de cerebros, las ciencias de la psicología vienen siguiendo la ruta inicialmente dibujada en 1945 por el doctor John Rawlings Rees, gran maestro de la guerra psicológica contra la insurgencia, la transformación de la psiquiatría a través de la guerra). Rees pedía que se creasen “tropas de choque”; es decir, grupos de psiquiatras que desarrollaran métodos de control político que empujaran a la mayor parte de la población hacia la psicosis, empleando procedimientos de los llamados programas de modificación de la conducta. Proponía dicha medida para que la población se volviera sumisa al orden económico internacional que seguiría a la Segunda Guerra Mundial.
En 1945, Rees dijo: Si nos proponemos actuar a las claras y atacar los problemas sociales y nacionales de hoy, hemos de contar con tropas de choque, es decir, con psiquiatras que la psiquiatría basada únicamente en las instituciones no puede proporcionar. Debemos tener equipos de psiquiatras que puedan moverse y establecer contactos en determinadas áreas y en su zona particular.
La lógica de Rees es clara. Para lograr una verdadera salud mental se requiere una transformación completa de la sociedad de acuerdo con lo que propugna la selección racional. Pero, tal como se lamenta en su libro: “Muchos no lo ven del mismo modo, entre ellos la mayoría de los obreros, que tienen el convencimiento de que todo método de selección es un mecanismo por el cual el malvado capitalismo pretende hacer más rentable el trabajo de sus empleados. Y ése es un argumento muy difícil de rebatir”. Desde el punto de vista de Rees, esos opositores, junto con todo aquel que participe en “huelgas” o en “actividades subversivas”, son neuróticos que necesitan tratamiento urgente, pero que por desgracia son incapaces de ver que están enfermos. En ese mundo de neuróticos sin conciencia de serlo, la psiquiatría, el otro árbitro de la cordura, sólo puede ser ejercida por un consejo de sabios “de cada país, grupos de psiquiatras, relacionados entre sí”, preparados para hacer uso de todas sus armas e influencia para entrar “en el terreno de la política y del gobierno”.
Sólo una “conspiración de psiquiatras” (como decía Rees cuando hablaba de su “misión”) podría construir una sociedad “en la que sea posible que todos los grupos sociales reciban tratamiento cuando lo necesiten, aunque no lo deseen, sin necesidad de invocar la ley”. Para Rees, la construcción de ese consejo de sabios se convirtió en la “misión” de su vida. Tal como dice L. Marcus en su obra de investigación: “los métodos de Rees se apoyan, de manera total y consciente, en la destrucción de la vida mental de la sociedad mundial y en la marcha forzada hacia el sadismo universal”. En esto radica su afinidad: hombres como seres desprovistos de intelecto cuyas mentes, pueden manipularse y destruir.
Desde entonces, las diversas formas de guerra psicológica han constituido el rasgo característico de las actividades de un conjunto de centros de estudios de todo el mundo, relacionados entre sí, que trabajan como órganos de consultora y llevan a cabo encargos especiales. Organismos gubernamentales y grandes empresas, cuyos estudios de desarrollo y proyectos piloto tienen el claro objetivo de crear técnicas políticas de control social.
Cuando hablamos de guerra psicológica, con frecuencia hablamos de maneras de aterrorizar al enemigo; y para conseguirlo debemos entender la psique del enemigo, lo que le hace amar, odiar, luchar, huir. Dicho enemigo puede ser extranjero o no, puede tratarse de un ejército de hombres o de una masa enfurecida de trabajadores. Y a fin de encontrar el antídoto eficaz, se necesitan entender cómo reaccionará dicho enemigo en situaciones de estrés. ¿Luchará con mayor ahínco o simplemente se rendirá? ¿O se equivocará y le hará ganar la guerra al enemigo, por así decirlo? Los errores más costosos de las operaciones de guerra psicológica siempre son los que se cometen por desconocer la forma de pensar del enemigo. Esto implica que las “tropas de choque” que propone Rees deben tener un profundo conocimiento de la psicología humana, un conocimiento que en sí mismo es una especie de magia negra. Y dado que estamos hablando de una guerra de percepciones, de “maneras de ver el mundo”, es importante que los psicólogos, los psiquiatras, los sociólogos y los antro­pólogos, esos hombrecillos grises sin identificar, vestidos con trajes de franela, que trabajan, comprendan el impacto del arte, la música, la literatura y otras expresiones culturales, y la manera en que dichas formas de expresión representan el modo de ver el mundo.
Y con el tiempo surgirá la tentación de poner a prueba algunos de estos principios en la población de nuestro país. Al fin y al cabo, ¿con qué forma de pensar vamos a sentirnos más familiarizados, si no es con la nuestra? ¿Qué mejor sitio para poner a prueba las nuevas teorías de la guerra psicológica que nuestra población? Como dijo Rees en 1945: “Las guerras no se ganan matando al adversario, sino minando o destruyendo su moral y conservando la propia”.
Una de las personas clave que practicaron las técnicas de modificación de la conducta fue Kurt Lewin. Lewin fue el padre de la dinámica de grupos y uno de los primeros expertos que reclutó Rees. Comenzó su trayectoria profesional en la Universidad de Cornell, donde trabajó en una serie de sistemáticos estudios sobre el “efecto de la presión social en los hábitos de la alimentación de los niños”. Llegó a Estados Unidos en 1933, en calidad de refugiado de la Alemania nazi.
Al igual que otros muchos intelectuales alemanes, se vio obligado a abandonar su país no por diferencias políticas, sino como víctima del antisemitismo hitleriano. De hecho, Lewin es famoso por haber perfeccionado la técnica del “grupo carente de líder” formulada por los nazis y por haberla transformado en una sofisticada herramienta de la contrainsurgencia. Una de las facetas menos conocidas del trabajo de Lewin es la relativa a los programas de la guerra psicológica, sobre todo su empeño en mostrar la relación existente entre la guerra psicológica, el establecimiento de objetivos, las operaciones sobre el terreno y el reconocimiento de la situación. Su primer trabajo fue el de utilizar la “toma de decisiones en grupo” para cambiar las preferencias alimentarías y pasar de la “carne” al “pan integral” como sustituto.
El siguiente pasaje de su libro Time Perspective and Morale {La perspectiva temporal y la moral} ilustra de qué manera entendía él la guerra psicológica: Una de las técnicas principales para destruir la moral por medio de una "estrategia de terror" consiste exactamente en la táctica siguiente: que la persona no sepa con claridad en qué posición se encuentra ni qué puede esperar. Si, además, se confunde su "estructura cognitiva" sobre dicha posición mediante decisiones poco claras en cuanto a tomar medidas disciplinarias severas o proporcionar un trato amable, junto con la propagación de noticias contra­dictorias, es posible que la persona llegue a no saber siquiera si un plan en particular va a acercarla o alejarla de su objetivo. En esas circunstancias, hasta las personas que tienen objetivos claros y están dispuestas a correr riesgos quedarán paraliza­das por un grave conflicto interno respecto de lo que deben hacer.
La propuesta más significativa que hizo Lewin en el período de la Segunda Guerra Mundial y durante la etapa que siguió fue su concepción del “fascismo de rostro democrático”. El rasgo psicopatológico que tienen en común todas las reivindicaciones fascistas es el infantilismo, que se define por sus intentos de imponer el principio de la familia autónoma ampliada y de ignorar la realidad del mundo exterior. Por ejemplo, “nacionalismo” (madre patria), “racismo” (madre), “grupo de idioma” (lengua materna), “grupo de afinidad cultural” (tradiciones familiares), “comunidad” (familia ampliada, vecindario).
Lewin fue el primero en darse cuenta, mediante la atenta observación de los sujetos estudiados, de que la imposición de formas de organización en grupos pequeños y “reformas estructurales” corporativistas características del fascismo podrían inducir a una ideología fascista en una población dada.
En una sociedad sensata y moral, las propuestas de Lewin servirían de papel higiénico y el propio Lewin habría sido encerrado y recibido atención psiquiátrica. Sin embargo, le dieron un montón de dinero, la ciudadanía estadounidense y una beca de los Rockefeller para que ideara proyectos de ingeniería social.
Lewin propuso que mediante el uso de técnicas de lavado de cerebro destinadas a “grupos pequeños”, se podría establecer una forma de dictadura fascista más eficiente. (El número y la notoriedad de una horda de agentes autoritarios, propia del régimen nazi, podría reducirse si se crearan pequeños "grupos comunitarios" que se administrasen solos. Ellos mismos consideran que existen gracias a la capacidad que tienen como personas para influir en la conducta de quienes se encuentran en su entorno inmediato). El resultado, pensaba Lewin, sería una forma de fascismo más eficiente, que tendría la apariencia de una democracia especial. En otras palabras: (Si el mundo atomizado de la persona se transforma en un entorno controlado de acuerdo a esas "reformas estructurales" fascistas, la mente de la víctima descubrirá que sólo su potencial yo paranoico le proporciona el medio para estar en concordancia con dicho entorno controlado). Es decir, el fascismo es el mundo deseado que aparece en los sueños paranoicos del inconsciente.
Lo que resulta innegable es que Rees realmente organizó un consejo de sabios cuya misión era reunir a (quienes están intentando "restablecer" el mundo) tras la guerra. Dada la formación militar, psiquiátrica y de otro tipo que poseía los cuadros fascistas del núcleo duro, el establecimiento de un orden político fascista se llevaría a cabo, según el modelo de Rees-Lewin, siguiendo los pasos que se indican a continuación:
Desmantelar las instituciones democrático-constitucionales existentes. Las fuerzas militares y policiales se reorganizarían para la “acción civil”, tal como ocurre actualmente en Estados Unidos. Una de las medidas menos conocidas que está considerando el Gobierno es la sustitución de las fuerzas
policiales ordinarias, tanto locales como nacionales, por una fuerza policial nacional de contrainsurgencia que siga el modelo de la GESTAPO de Hitler, como la Real Policía Montada de Canadá. Al mismo tiempo, los organismos públicos existentes serían destruidos por una insurgencia organizada de manera “espontánea”. Se emplearían grupos de “control de las comunidades locales” para destruir instituciones políticas de base amplia. Entre los reclutados para ejercer un control fascista de las comunidades, las pandillas y las contra-pandillas callejeras se encargarían de propagar la delincuencia y los enfrentamientos violentos entre ellos, ambos bajo el control y la dirección de operativos de inteligencia ocultos. Esta insurgencia programada de pandillas y contra pandillas, mezclada con ciertas dosis de bandas terroristas controladas por la Policía, crean el caldo de cultivo para que la mayoría de la población tolere de mejor grado e incluso exija más participación y contundencia del gobierno militar y policial, creando así el régimen fascista “democrático” que se pretende. Eliminar mediante la subversión, el asesinato, la intervención militar, los embargos o las revueltas populares y “espontáneas” el régimen que ya no resulta útil y nombrar un gobierno civil “democrático”. Este gobierno democrático sólo podrá funcionar dentro de los límites definidos por los representantes de los organismos supranacionales. Los temas concretos tendentes al establecimiento de un “fascismo de rostro democrático” son los siguientes:
1. “Estudios psicológicos de la población de la zona”. Durante la Segunda Guerra Mundial, los servicios angloamericanos de guerra psicológica llevaron a cabo una serie de estudios de un número concreto de susceptibilidades neuróticas de diversas culturas nacionales. El más famoso de todos fue el denominado “Estudio del Bombardeo Estratégico”. Se concibió como base para coordinar el bombardeo de Alemania por parte de los aliados, a través de la propaganda y otras campañas de guerra psicológica destinadas a minar la moral de diversos sectores de la población del Tercer Reich, y fue el precursor de la “Operación Phoenix” contra Vietnam dirigida por la CÍA, una operación de genocidio llevada a cabo en Vietnam del Sur contra quienes apoyaban al Vietcong. En pocas palabras, el “Estudio del Bombardeo Estratégico” definió cuáles eran los mejores métodos para destruir la moral de la población civil con el menor coste posible.
2. Los medios de comunicación. El empleo de importantes medios de comunicación y de medios culturales como instrumentos para inducir a las pretendidas formas de locura social en grandes poblaciones. En general, cuando se controlan las políticas de la prensa, el sesgo de la información relativa a los asuntos nacionales e internacionales, las agencias de prensa más importantes y los principales medios de comunicación de masas determinan qué ha de saber la población y qué ha de considerar creíble. El falseamiento deliberado y habitual de la información consigue “insensibilizar” a la población, haciendo que la interpretación, socialmente aceptada, de las relaciones causa-efecto viole la interpretación racional y sensorial de la experiencia. A esto se suma también la introducción ex profeso de material psicológico subliminal, cuyo efecto predeterminado es el de acentuar los impulsos infantiles en determinados sectores de la población; tales como relatos (de interés humano), que resultan relativamente más gratificantes para los impulsos infantiles, que restan énfasis a una visión racional y científica.
Control de las comunidades locales. (El objeto del "control de las comunidades locales" como táctica fascista de contrainsurgencia es fragmentar a la población objeto en agrupaciones políticas relativamente herméticas), reduciendo las diferencias de dichos grupos al separarlos por raza, sexo, lengua materna, cultura, país de procedencia, aficiones, edad y vecindario. Hacer que los grupos compitan unos con otros en circunstancias de austeridad general es una eficaz técnica que utilizó Lewin para inducir al lavado de cerebro en dichos grupos y a un progresivo deterioro psicológico que desembocara en perversas seudo familias polimórficas y en una clara psicosis clínica.
(El primer grado de lavado de cerebro se consigue poniendo la "autonomía de la comunidad local" en principio en contra de la tecnología de los "grandes negocios" y de programas progresistas), cuya finalidad es mejorar la vida de las personas que están dentro de esa comunidad. (Los programas que ponen énfasis en los avances tecnológicos son acusados de ser esfuerzos de "grupos elitistas externos" que pretenden inter­ferir en los asuntos autonómicos del grupo local). A esas alturas, el “grupo comunitario” ya se ha vuelto funcionalmente semi sicótico y clínica-mente paranoico como grupo. Hasta el punto de que los miembros restringen su identidad social a lo que ocurre dentro de ese grupo, el esfuerzo que hacen para adaptarse a los ideales del grupo induce a un correspondiente estado patológico de dichos miembros.
“Al hacer que dichos grupos compitan entre sí y se separen por sexo, razas, ingresos económicos, etcétera, se intensifica la paranoia y aumenta el movimiento que conduce a un estado semi sicótico”, a medida que los subgrupos de esa comunidad, cada vez más pequeños, se ven enfrentados unos a otros en abierta hostilidad.
3. La aplicación a “grupos carentes de líder” de técnicas de lavado de cerebro para pequeños grupos con una tarea en común. Estos grupos funcionan en un entorno donde los ingresos reales se han reducido y las condiciones de trabajo se han degradado. En situaciones de estrechez económica, el lavado de cerebro consiste en obligar a los trabajadores a compensar una parte de los ingresos perdidos acelerando con ingenio el ritmo de trabajo. Formando a los empleados y desempleados, implantando programas de recolocación a gran escala, introduciendo “incentivos en grupos de trabajo” y haciendo que compitan entre ellos, se transforma un equipo pequeño de producción en un grupo que puede lavarse el cerebro a sí mis­mo. “En estas circunstancias, la semi psicosis y la psicosis hacen que el grupo consiga "voluntariamente" aumentar la productividad de un modo que no se habría conseguido imponiéndoselos por la fuerza. Los miembros de esos equipos sin líder y que se han lavado el cerebro a sí mismos emulan el síndrome del "caballo de carreras", que consiste en correr, llevado por la histeria, a un ritmo que resulta literalmente suicida.

*Los imperios del futuro serán los imperios de la mente.
*Cuando algo se inventa ha de partirse de cierta base real.
*Nadie es más esclavo, que aquel que se cree LIBRE.

[J§l].
MMXIII.
UNA MENTE NUBLADA NO PUEDE VER.



domingo, 24 de noviembre de 2013

¿CREAR EL CAOS PARA LUEGO CREAR EL ORDEN?

¿EL JUEGO DE LA ÉLITE?

Según el afamado escritor y ex agente de los servicios de inteligencia británicos, John Coleman, por encima del Club Bilderberg en orden de importancia estaría el Comité de los 300, al cual pertenecerían representantes de las 300 familias más poderosas del mundo. Aunque este autor fue el primero en publicar un libro sobre la oscura organización, otro personaje, Walter Rathenau, importante político alemán, advirtió ya en 1908 de su poder, dejando entrever que su origen se remontaba a siglos atrás: “300 personas, todas las cuales se conocen entre sí y se traspasan el poder de generación en generación, dirigen la economía de Europa”.
Su origen lo encontraremos en la llamada Nobleza Negra, origina de Venecia y Genoma, pero que emparentó con los nobles anglosajones. Este selecto grupo, según Coleman, poco a poco se fue haciendo con el poder en Europa mediante la creación de grandes imperios empresariales y bancarios. En la actualidad, sus miembros tutelarían en la sombra a otras poderosas organizaciones, como el Club Bildeberg y la Comisión Trilateral, y su objetivo último consistiría en la creación de un gobierno mundial al servicio de esta élite. Para Coleman, la Orden de Malta, en el papel bajo el control del Papa, también sería uno de los tentáculos del Comité de los 300. Y es que Roma es el hogar de otro de esos grupos: un “tanque de pensamiento” del Comité de los 300, que dicta las políticas que sigue el mundo occidental. No por casualidad, el tratado constitutivo de la Comunidad Europea se firmó en 1957 en la Ciudad Eterna. Apenas una década después, se formó en la misma el Club de Roma, cuyo objetivo es el de “buscar la promoción de un crecimiento económico estable y sostenible de la humanidad”, según sus estatutos.

ECOLOGISMO Y REDUCIR LA POBLACIÓN:
En teoría, se reunieron en la capital de Italia un grupo de científicos y políticos, procedentes de 30 países, para estudiar los cambios que se estaban produciendo en el planeta como consecuencia de la acción humana. Dos años más tarde, el Club de Roma sería legalizado bajo la legislación suiza. Desde entonces, ha contado entre sus miembros con importantes científicos (incluidos algunos premios Nobel), economistas, jefes de estado e incluso líderes de asociaciones internacionales. A finales del pasado siglo, se habían sumado a sus filas más de 100 especialistas de 52 naciones, quienes llevan publicados más de veinte informes de gran influencia sobre las políticas medioambientales de los países más desarrollados. Dichos documentos también constituyen, en última instancia, las bases sobre las que se asienta el ecologismo. Por ejemplo, el Informe sobre los Límites del Desarrollo, escrito en 1972 por Donella Meadows, miembro del Club de Roma, significó el inicio de un movimiento que sería conocido como ecología política y de otras corrientes político-filosóficas derivadas de la primera, tales como el eco-feminismo o el ambientalismo. La Dra. Meadows había sido fichada del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts junto a su hermano Dennis, para trabajar en el mode­lo computacional Global World3 para el Club de Roma, lo que constituiría el germen del libro Los límites del crecimiento. Esta obra sirvió de base para poner en marcha diversos proyectos con el fin de lograr el decrecimiento de la población, pues las élites defienden la teoría de que la Tierra no puede albergar la cantidad de habitantes que actualmente tiene. La proliferación del cáncer, la extensión de elementos tóxicos para promover la in-fertilidad masculina, tan en boga hoy en día, y los movimientos sociales a favor del aborto serían algunas las consecuencias de estos proyectos, que obtendrían éxito gracias a operaciones de “ingeniería social”, es decir, la creación artificial de movimientos sociales mediante campañas lanzadas desde los medios de comunicación de masas.
Las llamadas “revoluciones de colores” (Ucrania, Kirguistán, Tailandia) o todas las campañas asociadas con lazos (lazo azul, rojo, etc.) serían consecuencia de los trabajos del Club de Roma y otras instituciones similares ligada a las élites mundiales. Los estudios de dicho organismo constituirte asimismo la base para el impuesto sobre CO2 propuesto en la cumbre del clima celebrada en Copenhague en 2009, y que contó con el apoyo del movimiento ecologista, dando de este modo la razón a los que denuncian que este movimiento ha sido “secuestrado”. Para el periodista norteamericano Alex Jones, la  reunión de Copenhague significó el primer paso fallido por cierto para la creación de un Nuevo Orden Mundial, basado en el famoso impuesto.

HAARP Y LA ULTRA-SECRETA NRO:
De acuerdo al citado John Coleman, el Comité de los 300 controlaría la ultra secreta Agencia Nacional de Reconocimiento (NRO, sus siglas en inglés), entidad que se ocupa de gestiona los satélites militares estadounidenses. Sus palabras fueron validadas por el científico Alfrec Newman, quien trabajó durante años en los proyectos más secretos de la Agencia de Pro­yectos para la Investigación Avanzada de la De­fensa (DARPA), organismo dependiente de el Pentágono. La profusión de símbolos esotéricos en sus logos es buena prueba de su conexión con logias secretas ¿todo según Coleman y Newman?
Si las afirmaciones de Coleman y Newman fueran correctas, el proyecto HAARP del control del clima estaría adscrito a este secretísi­mo organismo y, por tanto, ni siquiera el presidente de EE UU tendría mando sobre el mismo. De hecho, hace años que por las sedes de los más importantes servicios de inteligencia circulan rumores acerca de la utilización del HAARP y otras tecnologías similares, bajo el control de las élites, para generar terremotos en distintos lugares del planeta.
El investigador John Coleman trabajó en Angola como agente del espionaje británico y, años después, se integró en una unidad secreta especializada en el control del clima, por lo que accedió a informaciones altamente confidenciales sobre la Agencia Nacional de Reconocimiento, que apuntarían a la implicación de dicha institución en operaciones encaminadas a utilizar el clima como arma.

LA TERCERA GUERRA MUNDIAL:
Hace algunos años el prestigioso periodista Bill Ryan, uno de los principales artífices del Proyecto Camelot, cuya finalidad es sacar a la luz los planes de los dueños del mundo, accedió a una importante fuente de información: un alto cargo del Ejército británico, quien asegura que en 2005 fue invitado a participar en una ultra secreta reunión organizada por una extraña logia masónica. En la misma se encontraban intelectuales, políticos de primera fila, jefes militares y policiales, etc., y se habló de una operación llamada Misión Anglosajona. El objetivo del ambicioso plan sería el establecimiento de un gobierno mundial en los próximos años. Para ello, pretenden generar las condiciones geopolíticas necesarias para que Israel lance un ataque nuclear contra Irán; acto que sería la mecha de una Tercera Guerra Mundial, pues según los miembros de esta sociedad secreta, Irán también posee armamento nuclear, por lo que respondería a la agresión. China se posicionaría al lado de su aliado en Oriente Medio, lo que obligaría a las potencias occidentales a tomar cartas en el asunto para proteger al estado hebreo. El caos generado en todo el mundo, fruto de una guerra nuclear, posibilitaría el establecimiento de un estado policial en Occidente, donde los servicios de seguridad privados tomarían el papel de las Fuerzas de Seguridad. Las consecuencias serían una drástica reducción de la población en el planeta y la rápida evolución hacia un gobierno mundial bajo el control de las multinacionales más poderosas. Estos conspiradores habrían asegurado en la reunión que “China va a pillar un resfriado”, aludiendo a la guerra biológica que se estaría llevando contra el gigante asiático, pues a las élites de EE UU les preocupa que buena parte de la deuda externa estadounidense esté en manos del coloso asiático. Diferentes sucesos de la actualidad parecen dar la razón a este militar británico. Por un lado, la aparición en 2002 del SARS (neumonía que afectó especialmente a la población asiática) y de la gripe A en fechas recientes, pues según diversas informaciones ambos virus habrían sido creados en laboratorio. Por otro, el “renacimiento” de la Guardia Nacional (especie de milicias civiles) en EE UU, en previsión de un ataque nuclear organizado por grupo terrorista como Al Qaeda, según las autoridades estadounidenses.
Curiosamente, en 2007 un bombardero B-52 fue interceptado mientras volaba desde la base aérea de Minot Air Forcé a la de Barksdale, en Louisíana, con seis misiles crucero nucleares, algo prohibido por la legislación norteame­ricana. Las sospechas de que se estaba fraguando un auto atentado nuclear proliferaron a través de Internet, sobre todo al hacerse público días después que “Al Qaeda estaba tratando de hacerse con un arma nuclear”.
¿Verdades o Mentiras? Solo el tiempo podrá dar la razón.

CRACK ECONÓMICO: ANTESALA DE UN NUEVO ORDEN PLANETARIO:
La Comisión Trilateral se fundó en 1975 con el objetivo de llevar la globalización y el pensamiento único a Europa, América y Asia. Su mentor, el banquero David Rockefeller, declaraba: “Nuestro fin es sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado por la soberanía de una éli­te de técnicos y de financieros mundiales”. Al año siguiente de su fundación, el polaco Zbig­niew Brzezinski, hombre muy cercano al Papa y director de dicha organización, decía ante la prensa: “En nuestros días, el estado-nación a dejado de jugar su papel”.
Para todas las organizaciones secretas o discretas citadas (y algunas más), las entidades internacionales están llamadas a sustituir a las nacionales, con el objetivo de constituir un gobierno mundial. Así, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial serían los bancos central de este gobierno supranacional; la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Salud mundial (como sucedió en la gestión de la lucha contra la Gripe A); el discutido Consejo de Seguridad de la ONU sería su rama ejecutiva; el legislativo, la propia ONU; y la Corte de la Haya constituiría su máximo orden judicial. Así las cosas, EE UU, país nacionalista en extremo por su propia naturaleza, sería el primer obstáculo a salvar para conseguir tal fin. De ahí, la existencia de un plan para desmembrarlo, que habría comenzado con la creación del propio crack económico, obra de poderosos intereses bancarios. Estaríamos, pues, en la antesala de la creación de una nueva moneda para Norteamérica llamada amero, tema sobre el que han girado las últimas cumbre entre Canadá, EE UU y México. El amero sería el primer paso para la creación de una moneda mundial única, gran objetivo de los dueños del mundo, pues acabaría fusionándose con el euro, con una nueva moneda que surgirá en Asia y con la distinta africana (dependiente del euro a través de sus potencias coloniales). El siguiente paso sería la sustitución del dinero constante y sonante por el electrónico.

¿EL FIN DE EE UU?:
Igor Pagarin, analista político de la ex KGB, profesor del Ministerio de Exteriores de Rusia y experto en las relaciones EE UU-Rusia, asegura que a partir de 2010 se verán los primeros indicios de secesión de algunos estados norteamericanos, debido al colapso social y económico que está sufriendo la primera potencia mundial. Desde su punto de vista, estos movimientos provocarán la desmembración de EE UU. La Costa Oeste, cuya población es mayoritariamente de origen europeo, se independizará. Los estados del Norte se unirán a Canadá, mientras que el Sur será absorbido por México y los estados centrales conformarán un país independiente. El capellán Lindsay Williams, que dice haber trabajado para las élites del planeta, ha declarado recientemente que en los próximos meses los dueños del mundo provocarán una devaluación del dólar en un 40 ó 50%, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo de  la población norteamericana. “Habrá comida en las tiendas, pero las personas no podrán conseguirla porque su capacidad de compra habrá bajado sustancialmente”, asegura. Por tanto, se generarían revueltas populares que acabarían con las más importantes instituciones estadounidenses, así que el gobierno se vería obligado a proclamar la ley marcial, siguiendo la estela marcada por la Patriot Act, aprobada poco después del 11-S. La XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, celebrada en Copenhague (Dinamarca) del 7 al 18 de diciembre de 2009, estuvo auspiciada por los dueños del planeta, pues la pretensión principal de tal encuentro era la imposición de un impuesto mundial por emisiones de CO2. Por otro lado, las propuestas encaminadas en teoría a prevenir una futura crisis económica como la actual, tendrían la finalidad de crear un gobierno planetario. Por ejemplo, la imposición de un impuesto mundial a las transacciones financieras (Tasa Tobin) cumpliría, según el periodista norteamericano Alex Jones, el sueño de los conspiradores: la creación de un tributo internacional. Como hemos apuntado anteriormente, el principal obstáculo para la formación del gobierno planetario es China, potencia a la que pretenden dejar fuera de juego mediante terremotos, mortíferos virus y generando toda clase de conflictos sociales internos.


SÍNTOMAS PREOCUPANTES SEGÚN ALGUNOS AUGUREROS:
En los últimos meses, algún informaciones han copado la atención de los más importantes medios de comunicación del planeta. En teoría, se trata de noticias sin nexo aparente, pero en el fondo son la consecuencia de los planes de los amos del mundo. Véame algunos ejemplos:
El conflicto en Oriente Medio entre Irán e Israel tiene connotaciones religiosas, pues para los sionistas el temor al enemigo persa está basado en las profecías de Isaías, relacionadas con la construcción del Tercer Templo de Jerusalén. Precisamente, el 28 de abril de 2010 el periódico español Público daba a conocer una información sobre un presunto mesías  judío que está a punto de darse conocer, y cuya proclama fundamental es que el estado hebreo debe atacar a Irán porque este país tiene planes próximos para hacer lo propio con Israel.
Según determinados analistas, la creación de una religión mundial ya ha dado sus primeros pasos con la absorción por parte de la religión católica de la mitad de los pastores de la Iglesia de Inglaterra, descontentos por la inclusión de homosexuales en sus altas jerarquías.
Existe el riesgo de que un meteorito impacte contra nuestro planeta según diversos estudios de la NASA. Sabedores del peligro, los dueños del mundo han creado un
banco de semillas en Noruega, conocido como Arca de Noé, que tie­ne el fin depreservar la diversidad biológica en caso de una catástrofe planetaria. El proyecto está financiado, al menos de cara a la opinión pública, por el banquero   David Rockefeller y Bill Gates, el fundador  de   la Internacional Microsoft.       



MI REFLEXIÓN:
Un periodista de investigación en un programa  informativo de televisión digo deberían de aparecer unas letras bien grandes en las pantallas que dijeran: “Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Y es que si nos paramos a pensar por un momento, enseguida nos daremos cuenta de que sólo ascendemos a retazo de la realidad. Estamos acostumbrados a ver en la televisión, a escuchar en la radio o leer en la prensa, informaciones sobre terrorismos, guerras, matanzas, narcotráfico, protestas sociales, corrupción, y un largo etc. Pero la información que nos llega es momentánea y centrada únicamente en el hecho en sí, sin la mayor profundización. Si hiciéramos el ejercicio de buscar en cada una de las noticias, intentando informarnos en diferentes fuentes, nos daríamos cuenta de la verdadera trascendencia de ese hecho y su relación con otras circunstancias políticas, sociales o económicas que jamás habríamos sospechado.

PENSAMIENTO:
*La corrupción crea discriminación entre grupos, favorece la desigualdad y la injusticia, desalienta la inversión extranjera y es un obstáculo a la estabilidad política y el desarrollo social.
*La O.N.U. nació sobre una falla geológica, y sigue cimentada en una falla política…
¿Fue concebida para tiempo de guerra y sigue funcionando de idéntica manera al cabo de los años?
*¿Crea el caos para luego crear el orden?


[J§l].
MMXIII.
Las cadenas que mas oprimen son la que menos pesan.


jueves, 21 de noviembre de 2013

¿FORZAD NUESTRA VOLUNTAD?

Coerción: (Del lat. coerció, ōnis). Presión ejercida sobre alguien para forzar su voluntad o su conducta. Sobran amenazas y coerciones.// 2. Represión, inhibición, restricción.


Ellos dicen: Que los seres humanos usan sólo el diez por ciento de sus cerebros. Ellos dicen que la grasa sin colesterol es mejor que la grasa saturada. Ellos dicen que diminutos garabatos en una roca prueban que una vez hubo vida en Marte. Ellos dicen que las calificaciones de nuestros hijos en los exámenes están bajando. Ellos dicen que Jesús fue un descendiente directo del rey David. Ellos dicen que puedes ganar 15.000 dólares a la semana durante tu tiempo libre. Ellos dicen que la marihuana lleva a la LSD y que la LSD puede conducirte al suicidio. Ellos dicen que el despacho de la oficina es un símbolo de poder. Ellos dicen que los ancianos cogerán la gripe este invierno. Ellos dicen que la homosexualidad es una peculiaridad aprendida medioambiental. Ellos dicen que hay un gen de la homosexualidad. Ellos dicen que la gente puede ser hipnotizada para hacer cualquier cosa. Ellos dicen que la gente bajo hipnosis no hará nada que no haría estando consciente. Ellos dicen que el Prozac alivia la depresión. Ellos dicen que los fondos de inversión son lo mejor a largo plazo. Ellos dicen que los ordenadores pueden predecir el tiempo meteorológico. Ellos dicen que no sabes qué gastos desgravan impuestos.
¿Quiénes, exactamente, son ellos y por qué ellos nos dicen tantas cosas? Y lo más sorprendente, ¿por qué nosotros los escuchamos?
Cada uno de nosotros tenemos unos ellos propios: jefes, expertos y autoridades (reales o imaginarios) que parecen dictar nuestras vidas, decidir nuestros destinos y crear nuestros futuros. En la mejor de las circunstancias ellos pueden hacernos sentir seguros, tal como hacen los padres. Ellos toman decisiones por nosotros. Ellos piensan por nosotros. No tenemos que preocuparnos de lo que haremos más adelante: ya ha sido decidido en nuestro nombre y en nuestro beneficio. O al menos, eso esperamos.
Pero no cualquier persona a quien nos entregamos merece nuestra confianza. La joven y guapa vendedora de una tienda “X”. Quizá no sea la persona más indicada para opinar sobre cómo nos quedan unos vaqueros o sobre qué cinturón deberíamos llevar en una entrevista de trabajo. Incluso aunque parezca realmente interesada en nuestro bienestar, no debemos olvidar que ha sido entrenada en el arte de aumentar las ventas y que está bajo la influencia de una serie de incentivos concebidos en los cuarteles generales de las grandes empresas. Un plan perfectamente diseñado la lleva a competir con sus colegas de la sección de re­bajas por los premios al mejor vendedor, mientras otro similar la amenaza con castigos o el despido si no alcanza una cierta cuota de ventas al final de la semana. Las técnicas coercitivas empleadas sobre la vendedora, y las que ella desvía sobre nosotros, son el resultado de años de investigación concienzuda sobre métodos para influir en la conducta humana.
Cuando el director de una tienda de un gran almacén aconseja a una vendedora joven desabrocharse el segundo botón de su blusa para aumentar el volumen de ventas, lo hace como un deber a sí mismo, a sus superiores y a sus accionistas. Y, qué casualidad, funciona.
Siempre nos encontramos bajo el constante escrutinio y asalto de una clase profesional de persuasores ocultos. En la mayoría de los casos, si la coer­ción funciona de acuerdo a lo planeado, ni siquiera nos daremos cuenta de que ha sido utilizada sobre nosotros.
No siempre es fácil determinar cuándo hemos renunciado a nuestro criterio y a la toma de una decisión para entregárselos a otro. Cuanto mejor y más sofisticada es la manipulación, menos conscientes somos de ella.
Cuando seamos inmunes a las enérgicas técnicas de venta dura del vendedor tradicional, un asesor influyente y bien pagado diseñará una nueva marca con una imagen completamente nueva.
Las grandes empresas y los consumidores estamos implicados por igual en una carrera coercitiva. Cada esfuerzo que hacemos por reconquistar la autoridad sobre nuestras acciones se encuentra con un esfuerzo aún mayor por usurparla.
Reprimimos el impulso que nos lleva al pánico para mantener la ilusión de que somos nuestra propia autoridad. Desgraciadamente, cuanto más silenciamos la pequeña voz que nos advierte del peligro, más reprimimos nuestra capacidad para resistir. Negamos nuestros sentimientos y anulamos nuestra libertad de acción. Como resultado, nos convertimos en blancos más fáciles para aquellos que pretenden dirigir nuestras acciones.
Durante años se creía que estábamos ganando la guerra a los responsables de dar forma a nuestros deseos. A lo largo de los ochenta y comienzos de los noventa, muchos se alegraban al ver cómo la televisión por cable, los vídeo juegos, los ordenadores personales e Internet parecían prometer una nueva relación con los medios de comunicación convencionales, así como una oportunidad para socavar su naturaleza coercitiva. Las cámaras de vídeo doméstico desmitificaron el procedimiento a través del cual las noticias son contadas y el acceso público a canales de comunicación nos dio a cada uno de nosotros la posibilidad de difundir su versión de lo que pasaba en el mundo.
El bajo coste de la producción de vídeo y el incremento de los canales disponibles dieron origen a innumerables espectáculos televisivos sensacionalistas. Como sus parientes en forma impresa, estos programas difunden historias que las nuevas agencias más consolidadas habrían descartado, historias que favore­cen el uso de nuevos patrones periodísticos y desencadenan la aparición de fuentes de información alternativas y nuevos mercados. Los periodistas de Internet y de los periódicos sensacionalistas fueron los primeros en publicarlo todo sobre los devaneo de Clinton con Gennifer Flowers y Mónica Lewinsky o las llamadas indecentes del príncipe Carlos a Camilla Parker Bowles. Entretanto, Time y Newsweek luchaban simplemente por mantenerse a flote en esta marea creciente.
Mientras todo esto ocurría, los jóvenes piratas informáticos se hicieron con el control de la sociedad electrónica. Los registros de los bancos y otra información personal de acceso restringido estaban ahora al alcance de cualquier adolescente habilidoso. Como resultado, la privacidad de nuestros datos se convirtió en un asunto que tuvo que ser discutido públicamente. Así descubrimos que nuestra información se reúne, se compra y se vende sin nuestro consentimiento y por eso apoyamos a los activistas, organizaciones y candidatos que nos prometieron impulsar leyes y políticas para prevenir esta invasión en nuestra intimidad.
La revolución tecnológica pareció un renacimiento popular gracias al cual el pueblo real despertaría de siglos de manipulación inhumana. La jerarquía y el control social pronto formarían parte del pasado, a medida que cada individuo comprendiese su papel en el desarrollo de la civilización. La visión se vio confirmada cuando la popularidad de Internet creció y los ridiculizados nerds (chicos cibernéticos) de Silicon Valley comenzaron a ser contratados para diseñar la infraestructura comunicativa de la comunidad financiera mundial. Internet no se marchitaría en la oscuridad como había sucedido con radios libres como la CB. Internet había llegado para quedarse. Nuestra cultura empezaba a conectarse y a organizarse.
Según aprendimos de pequeños, en un sistema tan dinámico como el atmosférico, una simple mariposa moviendo sus alas en Brasil podía provocar un huracán en Nueva York. Así de tremendo era, también, el poder que la retroalimentación y la interacción ofrecían a cada miembro del conjunto de la Red. Ahora que los medios de comunicación se habían convertido en algo similar a un sistema, una paliza infligida por un policía blanco a un hombre negro en Los Ángeles, amplificada gracias a nuestra cultura mediática a través de una cinta de videocámara reproducida y difundida sin fin, podría provocar motines en una docena de ciudades de los Estados Unidos.
La grabación de la paliza de Rodney King tuvo más repercusión porque demostraba el poder de una nueva tecnología (la videocámara), que por la imagen que contenía en su interior. Una de las razones por las que el caso de O. J. Simpson se convirtió en el mayor juicio de la historia fue porque comenzó con un acontecimiento mediático mutante: el espectáculo nacionalmente televisado de la persecución, durante la cual los espectadores de la televisión de Los Ángeles corrieron literalmente sobre sus pantallas como lo hizo la caravana de coches. De modo similar, las piruetas mediáticas de los activistas de ACT UP, de los ecos terroristas de Earth First (la tierra primero), de Greenpeace e incluso de candidatos políticos heterodoxos recibieron atención mundial simplemente por lanzar sus campañas a través de virus mediáticos.
NOTA: El virus mediático: es una idea provocativa lanzada al espacio en forma de paquete Informativo cambiante, por cualquiera que tuviese una videocámara o una conexión a Internet.
Estos nuevos medios de comunicación mutantes impulsaron nuestra evolución cultural, dando poder al pueblo real y voz a aquellos que nunca antes habían tenido acceso al escenario comunicativo global.
Un Ejemplo: La campaña de los pantalones vaqueros Calvin Klein, ésa en la que unos adolescentes son fotografiados en un decorado construido de tal modo que parece que están haciendo una prueba para una película pornográfica.
"Era un virus mediático", me felicitó. "¡La campaña tuvo más publicidad gracias a las protestas! ¡Hizo parecer a Calvin Klein más guay porque sus anuncios fueron retirados!" Tenía bastante razón: la campaña publicitaria llegó a ser la historia líder de las noticias de la noche cuando los anuncios se convirtieron en el blanco de los defensores de la familia porque según ellos explotaban la imagen de la juventud. Calvin Klein nunca hubiese podido comprar tanto tiempo televisivo como el que recibió gracias a esas denuncias. Pero yo no tenía nada que ver con la concepción del proyecto.
"Los mutantes producen recompensas" y "Dar nacimiento a ideas mutantes en un contexto comercial", cada ponente trataba de recuperar el terreno perdido que ahora estaba en manos de los caóticos y cada vez más numerosos piratas del medio comunicativo. El objetivo de la convención era adaptar los sistemas armamentísticos de la industria publicitaria al nuevo estilo de guerra.
Lo aprendido en esta odisea es que por muy avanzadas que sean las técnicas de manipulación, los principios fundamentales que garantizan su efectividad continúan siendo los mismos. Los manipuladores son como los cazadores: aunque lleven el mejor camuflaje, aprendan a olfatear, fabriquen balas de mayor alcance y puntos de mira más precisos, todavía tendrán que encontrar a su presa y averiguar cómo se mueve para hacerla pasar ante el cañón de la escopeta y herirla. El sonar, el radar y las gafas de visión nocturna solamente servirán para incrementar la eficacia del cazador ante la creciente habilidad de la presa para escaparse.
Las únicas ventajas de la presa son su instinto y su familiaridad con el entorno. Igual que un ciervo sabe cuándo está en el punto de mira del cazador, nosotros sabemos cuándo estamos siendo seleccionados y coaccionados por la publicidad. Cuanto más compleja, tecnológica e invisible es la coacción, más difícil nos resulta confiar en el instinto. Al ser atraídos fuera de nuestro ambiente natural, tendemos a depender de las indicaciones de los pastores o de los movimientos del rebaño para volver a orientarnos. Y tan pronto como nos familiarizamos con el nuevo territorio (sea un centro comercial, un canal de la televisión o Internet), los estrategas de la coacción tratan de hacérnoslo extraño de nuevo o atraernos a cualquier otro lugar.
El rápido cambio que hemos experimentado en las últimas décadas (desde el boom de la post-guerra, pasando por la era del espacio, hasta la sociedad de la informática) ha permitido a nuestros dominadores rearmarse y renovar sus herramientas. Incluso cuando una nueva tecnología, como Internet, aparece para ofrecernos la posibilidad de reclamar nuestro espacio comunicativo en nombre de la comunidad o de la responsabilidad civil, rápidamente se convierte en un nuevo recurso del vendedor, del investigador demográfico y del publicitario tradicional.
Lo peor de todo es que la aceleración de la carrera de armas coercitivas entre nosotros y nuestros dominadores deteriora los fundamentos de la sociedad civil. Los teles vendedores han conseguido que nos dé miedo responder al teléfono por la noche. A causa de los vendedores que nos ofrecen obsequios gratis (sin ningún compromiso), somos reacios a aceptar regalos de nuestros vecinos. Las codiciosas teles evangelistas que entremezclan pasajes de la Biblia con la cháchara publicitaria y la caridad de la iglesia emplean técnicas vanguardistas para conseguir fondos que nos hacen ser cautos ante la religión. Antes de que el Congreso o el pueblo conozcan las decisiones importantes, la política exterior del presidente de una Nación, es encauzada a través de gabinetes de prensa encargados de las relaciones con los medios de comunicación y de filtrar y manipular la información que éstos suministran, lo que lleva a difundir ampliamente el cinismo respecto al proceso político. Los acontecimientos deportivos dependen tanto de las promociones comerciales que ya no podemos animar a un equipo sin identificarnos con el logotipo de una compañía. Nuestros movimientos por las tiendas son grabados en vídeo y analizados para que las estanterías y el modo de exhibición de los productos puedan ser corregidos y nos guíen hacia los artículos más caros. Los científicos estudian la influencia de los colores, los sonidos y los olores en nuestra disponibilidad de compra.
No se trata exactamente de una conspiración; es una ciencia que se ha descontrolado.
La automatización de las prácticas coercitivas es una amenaza más peligrosa que cualquier otra clase de manipulación. Porque a diferencia de la interacción humana real, no sabemos quién nos manipula. No hay ningún hombre detrás de la cortina. Se ha vuelto invisible.
Una persona suspicaz es más fácilmente manipulable. Aunque parezca irónico, cuanto más te diviertes y más satisfecho estás de ti mismo, más difícil es alcanzarte.
Todo es coercitivo. Incluso algo tan insignificante como la cursiva que he puesto a la palabra “todo” tiene la intención de influenciarte. No hay nada malo en intentar convencer a otros de nuestra manera de pensar, sobre todo si creemos sinceramente que tenemos razón. Así es como las relaciones, familias, negocios y sociedades mejoran. Si alguien tiene una buena idea sobre cómo cavar un hoyo, elegir un líder o educar niños felices, corresponde a esa persona convencernos de que tiene razón.
Utilizar esa influencia no es algo destructivo. El problema surge cuando el estilo y la fuerza coercitivos de una persona o institución sobrepasan las ventajas de aquello que intentan conseguir de nosotros. A través de relaciones públicas cuidadosamente dirigidas, por ejemplo, una compañía química puede convencer a los votantes de que una proposición de ley protegerá el medio ambiente, aunque ataque las regulaciones sobre el almacenamiento de residuos tóxicos; un vendedor de coches astuto puede hacernos creer que es amigo nuestro y que está conspirando contra su jefe de ventas, aunque lo que realmente esté haciendo sea trabajar para conseguir su comisión; y un recaudador de fondos puede apelar a nuestras inclinaciones religiosas mientras nos persuade para donar dinero a una causa política con la que no estamos de acuerdo.
Las técnicas de coacción han avanzado tanto en las últimas décadas que ya no podemos decir que vivimos en un mundo donde el mejor hombre gana. Éste es un mundo donde gana el hombre que nos ha hecho creer que él es el mejor. Los anunciantes han dejado de promocionar los atributos de un producto para mejorar la imagen del producto en el mercado. Una imagen concebida por psicólogos especializados en marketing con bastante independencia del producto y que normalmente guarda más relación con el público objetivo que con el artículo concreto que se pretende vender.
También demasiado a menudo, las decisiones que tomamos como individuos y como sociedad están dirigidas por gente que no tiene en cuenta nuestros intereses. Con el fin de influenciarnos, anulan nuestra capacidad para hacer juicios razonados y apelan a problemas más profundos, quizás irresolubles, y desde luego no relacionados con nuestras preocupaciones. Al conocer el proceso inconsciente a través del cual decidimos qué comprar, dónde comer, a quién respetar y cómo sentir, los inteligentes profesionales de la manipulación pueden modificar nuestras facultades críticas y forzarnos a actuar como les plazca. Desconectan las habilidades racionales, morales o emocionales que nos permiten tomar decisiones. Y respondemos automáticamente, inconscientemente y, con frecuencia, en detrimento de nuestro poder. Porque cuanto menos satisfechos estamos de nuestras decisiones, más fácil resulta manipularnos.
Si queremos restaurar nuestra capacidad para actuar premeditadamente, debemos aceptar que estamos sometidos activamente a la influencia de otros. Somos influenciados porque, de alguna forma, queremos serlo.
Los recaudadores de fondos y los vendedores, por ejemplo, suelen dar al futuro donante o comprador un regalo gratis. Muchas instituciones caritativas nos envían juegos de postales de felicitación junto con sus peticiones de asistencia financiera y los vendedores de seguros nos ofrecen calendarios o agendas. ¿Nos hacen regalos por generosidad? Por supuesto que no. Intentan despertar el sentido de la obligación en nosotros. Al aceptar un regalo iniciamos una transacción. Ahora debemos algo a quien nos lo ha ofrecido. Si nos quedamos con el obsequio sin pagar nada, nos sentiremos un poco culpables. Aceptar un regalo o un favor nos obliga a corresponder. ¿Por qué? Porque el desarrollo de un juego de obligaciones sociales y financieras es parte de lo que en un principio nos permitió formar comunidades. Yo te ayudo a construir tu granero hoy y tú me ayudas a fumigar las langostas de mi cosecha el próximo verano. Esta relación no es tan mercenaria como parece. La necesidad y obligaciones mutuas y la reciprocidad en el tiempo son las bases de cualquier comunidad. La supervivencia depende de ello.
La mayoría de los medios, que se originaron como formas de comunicación, se han convertido en métodos de control de la conducta y el pensamiento. Y para recuperar de nuevo su interactividad, debemos definir qué es lo que queremos comunicar. Este proceso es complejo y requiere una reflexión real y una paciente determinación.

*Cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón.
*Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cual es.
*Lo provechoso no es lo mismo que lo bueno, por consiguiente, lo bueno no es provechoso.

[J§l].
MMXIII.
UNA MENTE ABIERTA PUEDE CAMBIAR EL MUNDO.



domingo, 17 de noviembre de 2013

¿NOS ESPÍAN?

¿CASO SNOWDEN?:

Los gobiernos manejan programas secretos de vigilancia, acceden a servidores que guardan datos privados o pinchan móviles y ordenadores, con el único objetivo de recoger hasta el más mínimo detalle sobre nuestras vidas. Como nos han recordado las recientes filtraciones del norteamericano Edward Snowden, en nuestro transitar por las nuevas tecnologías nos convertimos en “blancos” de organismos y sistemas que están dedicados a analizar cada dato que dejamos en la Red, lo cual les permite conocer hasta el más íntimo detalle de nuestras vidas y así controlarnos “preventivamente”. Sin duda, la sociedad del Gran Hermano descrita por Orwell nunca ha estado tan cerca.
Mire en su bolsillo o sobre su mesa. De no hallarse en alguno de estos lugares; probablemente su teléfono móvil, tableta portátil no estará mucho más lejos. Estas herramientas con conexión a Internet se han convertido en aparatos esenciales para estar informados, comunicarnos con nuestros allegados o intercambiar datos y archivos personales. Pero, ¿a qué precio? De entre todos los titulares que en las últimas semanas han copado las principales cabeceras nacionales y extranjeras, el que quizá mejor retrata la actual situación sea el que informaba del repunte de ventas de “1984”, la popular novela de George Orwell. El sentimiento de indefensión frente a la intervención en nuestras comunicaciones cotidianas a cargo de organismos superiores, se ha extendido como consecuencia de las recientes filtraciones de Edward Snowden, ex analista de infraestructuras de una empresa contratada por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA). No obstante, ¿tenemos motivos serios para tal preocupación?
En la ya célebre entrevista que Snowden concedió a los periodistas Glen Greenwald y Laura Poitras, este incómodo wistleblower (soplón) señaló que determinadas personas tenían la potestad de decidir sobre actuaciones que, a todas luces, estaban fuera de la legalidad; como la intrusión en sistemas de redes informáticas que contuvieran datos privados de usuarios de todo el mundo. Pero, ¿a quién o quiénes se estaba refiriendo?

LO SABEN TODO DE NOSOTROS:
Si de algo estamos seguros es de que la NSA y los servicios de inteligencia de otros países llevan años recopilando información sobre ciudadanos de todo el mundo de manera indiscriminada. Es la forma más eficiente, según han defendido todo este tiempo, de analizar potenciales peligros para la seguridad. Así, por ejemplo, la NSA recolecta datos de forma automática, los almacena por períodos de tiempo indefinido, filtra y analiza. En sus servidores podríamos encontrar desde nuestra información bancada, hasta extractos de nuestras conversaciones telefónicas o nuestro correo electrónico. Y es que, de manera inconsciente, funcionamos como máquinas de generar y publicar información.
2012 fue el año en que smartphones y tablets in­vadieron nuestra vida diaria, convirtiéndose en aparatos imprescindibles para una mayoría. En ese año el uso de la mensajería instantánea (apli­caciones mediante las que nuestros mensajes viajan hasta el servidor de un tercero para, más tarde, ser redirigidos a su destinatario) aumentó un 31 %, mientras que el de los clásicos SMS ba­jó un 21 %. Además, la incidencia de los teléfonos inteligentes con conexión a la Red ha crecido tan­to, que más de 17 millones de españoles usan es­tos dispositivos para navegar, acceder a redes so­ciales, gestionar su correo electrónico y realizar transacciones económicas. Si extrapolamos es­tos datos al resto del globo, nos encontramos con que existen más de 1.100 millones de teléfonos inteligentes en todo el mundo. Por lo tanto, resul­ta incuestionable afirmar que la mayoría de los jó­venes y adultos de los países desarrollados com­partimos o manejamos de manera habitual información personal a través de la Red, y que es­te comportamiento encuentra cada día más vías para su propagación.
Las revelaciones de Snowden y el intento deses­perado de cazarlo han abierto el debate sobre si la seguridad nacional es motivo suficiente co­mo para autorizar la intervención indiscriminada de las comunicaciones entre ciudadanos de to­do el mundo, por encima del derecho a la intimi­dad que, hasta ahora, considerábamos inviola­ble. El hecho que ha desencadenado las reacciones de las compañías informáticas más importantes del mundo (todas, dicho sea de pa­so, con sede en EE UU) es la existencia de una orden judicial en poder de la NSA que, de acuer­do a la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extran­jera, autoriza a la entidad a acceder a los datos de millones de clientes de la empresa de telefo­nía Verizon durante un plazo de tres meses. Si tenemos en cuenta que esta orden expiró el 19 de julio, entendemos que estas actuaciones debieron comenzar a finales de abril de 2013. Lo sorprendente es que, poco después de pu­blicarse las revelaciones de Snowden, las prin­cipales multinacionales de Internet salieran al paso de las acusaciones sobre el uso indebido de los datos de sus clientes, confirmando lo que, por otro lado, el antiguo técnico de la NSA ya había anunciado. Así conocimos que Facebook accedió a las cerca de 10.000 peticiones de las autoridades sobre cuentas de usuarios desde el 31 de diciembre de 2012; que Micro­soft hizo lo propio afectando a alrededor de 32.000 clientes; y que Apple recibió casi 5.000 solicitudes sobre datos privados de usuarios. Para que nos hagamos una idea de lo cercano que resulta este problema, las cifras recientes sobre las redes sociales donde más información privada publicamos, revelan que las plata­formas más utilizadas son, por este orden: Facebook, Google, Youtube y Twitter. Exceptuan­do esta última, que se ha desmarcado de todas las acusaciones, los tres primeros servicios han acumulado alrededor de 50.000 demandas re­conocidas por parte de las autoridades de se­guridad para que abrieran sus servidores y ce­dieran sus datos cibernéticos.

EL PODER EN LAS SOMBRAS:
Finalmente, parece que tenían razón los senadores demócratas Ron Wyden y Mark Udall, miembros de la comisión de inteligencia del Senado de EE UU, acerca de las advertencias que desde hace meses vienen lanzando a la opinión pública sobre los abusos de poder que el Gobierno de Obama estaría cometiendo en el ámbito del espionaje a ciudadanos. No en va­no, la Constitución norteamericana acota con gran precisión las acciones de la CÍA sobre ciudadanos americanos residentes en EE UU. En estos casos, por ejemplo, un teléfono, un correo electrónico o un perfil en una red social no pueden ser intervenidos sin una orden judicial que lo autorice. Así, como han querido subrayar las autoridades en el caso Venzan, únicamente podrían recogerse datos sobre la fecha y hora de las llamadas, la localización geográfica, su duración y el destinatario de las mismas. En ningún caso el contenido de la conversación. Sin embargo, la situación cambia cuando nos referimos a ciudadanos extranjeros en territorio extranjero; esto es, a todos nosotros. En tales casos, la CÍA tiene carta blanca para pasar por encima de leyes a nivel mundial, permitiéndo­sele llevar a cabo actuaciones de toda índole para garantizar la seguridad estadounidense y (a causa del egocentrismo norteamericano) mundial. Esto, que a simple vista puede parecemos inverosímil, no constituye un hecho aislado. Ocurre lo mismo con la inmensa mayoría de los servicios de inteligencia, siendo uno de los principios fundamentales del espionaje. Y buena parte de la culpa de que los modelos de espionaje estén variando de una forma tan drástica, la tiene un tribunal secreto con sede en Washington, autor, entre otras, de la mencionada sentencia de intervención sobre los registros de Verizon: la Corte de Vigilancia de Inteligencia Extranjera de EE UU.
La función de esta entidad, cuyas audiencias y registros de actividades están cerradas al público, es literalmente la de emitir órdenes judiciales a medida sobre asuntos de espionaje bajo petición de las autoridades. Su funcionamiento es bastante interesante. Debido al carácter reservado de sus deliberaciones, sólo los abogados del gobierno están autorizados a comparecer ante el tribunal y, dada la naturaleza de estos asuntos, las audiencias pueden llevarse a cabo en cualquier momento del día o de la noche, entre semana o fines de semana, por lo que al menos un juez debe permanecer de guardia en todo momento para escuchar las causas urgentes y dirimir si se emite o no una orden. Este último supuesto, el de la negativa a una petición de intervención, es una mera formalidad. Porque durante todos sus años de actividad, este tribunal ha concedido 33.942 órdenes, lo que supone una tasa de aprobación del 99,97%, con sólo 11 solicitudes denegadas.

SUPERESPÍAS PRIVADOS:
Pero si existe un supuesto más delicado que el uso que los gobiernos hacen de nuestros datos personales, ése es, sin duda, el de que dicha información estuviera manejada por entidades privadas. En agosto de 2007, durante un discurso pronunciado en plena campaña electoral, Obama acusó al Ejecutivo que entonces presidía George W. Bush de haber “impulsado un falso debate entre las libertades que apreciamos y la seguridad que ofrecemos”, comprometiéndose en aquel momento a que, de resultar elegido, no habría más escuchas ilegales a ciudadanos americanos, ni más órdenes hacia la Seguridad Nacional para espiar a quienes no son sospechosos de haber cometido ningún delito. Pues bien, en las últimas semanas, fuentes próximas al presidente de EE UU han reconocido la dificultad de controlar un sistema de vigilancia gigantesco, por estar manejado, en gran parte, por entidades privadas. Los nombres de estas corporaciones, como hemos visto en el caso de la Corte de Vigilancia de Inteligencia Extranjera, no son un secreto. O, al menos, no ahora, desde que hemos conocido que los organismos encargados de la vigilancia contra posibles amenazas en EE UU continúan con su labor del mismo modo que lo hacían en 2007: desde la sombra y en manos de empresas de gestión privada que espían a ciudadanos de todo el mundo.

SOMOS UN BLANCO DESPROTEGIDO:
La protagonista de esta poderosa revelación ha sido la compañía norteamericana Booz Alien Hamilton, entidad para la que (nada es casualidad) trabajaba Snowden en el momento de filtrar sus declaraciones al diario The Guardian. Precisamente en esta entrevista, el popular informante declaraba sin ningún reparo, cuando era interpelado acerca del poder que los técnicos de estas empresas privadas pueden llegar a acumular en su servicio a los gobiernos, que “cualquier analista en cualquier momento puede tener como blanco a cualquiera en cualquier lugar”. El ejemplo de Snowden en Booz Alien Hamilton nos ha abierto los ojos hacia una realidad en la que individuos desconocidos tienen a su alcance observar en tiempo real qué es lo que ocurre en la pantalla de nuestros ordenadores o teléfonos inteligentes, ya seamos ciudadanos anónimos, altos cargos gubernamentales o incluso el presidente de EE UU. Las armas de que se ha valido la seguridad norteamericana para llevar a cabo sus planes de recopilación, almacenamiento y análisis de datos de ciudadanos, han dejado de ser un misterio a raíz de las revelaciones de Snowden. Gracias a la filtración de parte de una presentación de más de cuarenta diapositivas (fechada el 13 de abril de 2013 y destinada a enseñar a los nuevos trabajadores el funcionamiento del sistema secreto de vigilancia), hemos conocido dos nombres propios que han terminado de completar el complicado rompecabezas del espionaje a ciudadanos: PRISM y Boundless Informant.

VULNERACIÓN DE LA CONFIANZA:
El primero de esos programas tiene como objetivo a personas residentes fuera de EE UU o extranjeros en territorio norteamericano. Pero también incluye a estadounidenses que hayan estado en contacto con ciudadanos que habitan fuera de sus fronteras. Entre los datos que la NSA es capaz de obtener gracias a PRISM, se incluyen notificaciones de inicio de sesión, correos electrónicos, transferencia de archivos, conversaciones de voz, vídeos, fotografías, direcciones IP o información privada de perfiles en redes sociales. Su principal cualidad es que, después de que la compañía a vigilar se una al programa, los agentes del gobierno tendrán acceso directo a sus servidores sin que ésta lo sepa, permitiendo que, mientras se producen las intrusiones, los directivos de la empresa sigan enviando mensajes de tranquilidad y confianza a sus clientes, afirmando que no ceden su información a organismos de ningún tipo. Pese a la negativa de éstas, las filtraciones apuntan a que todas las compañías incluidas dentro del programa PRISM tenían conocimiento de dichos accesos a sus servidores. En cualquier caso, ha quedado patente que los comunicados sobre políticas de privacidad de empresas como Google (propietaria de Youtube), Facebook, Microsoft (propietaria de Skype), Apple, Yahoo o Dropbox son, como mínimo, verdades a medias. Y todo porque sobre el método utilizado por la NSA para sortear los diferentes lenguajes de cifrado que las multinacionales configuran para proteger su información de ser cierto que los accesos se han realizado a sus espaldas, nada se ha sabido. Nadie ha dado explicaciones y las empresas se limitan a desvincularse de toda actividad que pudiera dañar su imagen comercial. Parece más lógico pensar, por lo tanto, que la citada agencia tendría en su poder esas llaves informáticas con las que acceder a los registros y que éstas le habrían sido entregadas directamente por los responsables de las compañías de Internet.
Uno de los nombres más señalados y criticados en los últimos meses en EE UU, debido a éstas y a otras revelaciones, es el de James Clapper, Teniente General de la Fuerza Aérea y responsable de los servicios de inteligencia norteamericanos. Y los motivos para el recelo van más allá de ostentar semejante cargo en un momento como el presente. Durante una sesión del Congreso, uno de los parlamentarios le interrogó sobre si la NSA estaba recopilando en secreto información privada de ciudadanos, algo que Clapper negó con rotundidad. Ahora, los sectores más críticos de la opinión pública reclaman a Obama su destitución, como demostración de su buena predisposición a iniciar las conversaciones sobre la transparencia en las actividades de los servicios de inteligencia sobre la ciudadanía. Pero que Clapper ocupe un puesto de tal responsabilidad responde a intereses más profundos. Y es que éste trabajó antes como ejecutivo de Booz Alien Hamilton, empresa privada para la que, también, trabajaba Snowden y que en la actualidad presta sus servicios al espionaje estadounidense. Llamativa­mente, bajo el mandato de George W. Bush, el actual vicepresidente de la firma, Mike McConnell, ostentó el mismo cargo que ahora Clapper.

SNOWDEN DESCUBRE AL ¿MONSTRUO?:
Pero, ¿cómo hacer frente de forma eficaz a toda la información que se extrae mediante este sistema? La respuesta a esta lógica pregunta también la encontramos en las famosas diapositivas. En ellas se hace referencia a un programa informático conocido como Boundless Informant (Informante sin barreras), encargado de saber cuánta información se ha capturado en cada país. Esta herramienta es capaz de tomar más de 3 billones de datos mensuales y dividirlos bajo determinados patrones asignados por el usuario, que permiten obtener un panorama muy concreto de lo que se está investigando. En las capturas de pantalla que publicó The Guardian, se observa la interfaz inicial que vería cualquier persona con acceso a esta plataforma. En ella se presenta un mapa del mundo con los países representados siguiendo una escala cromática, en función de la cantidad de información interceptada en cada uno de ellos. Así, en la imagen, vemos en color verde oscuro a los menos vigilados; con un verde más chillón a los siguientes; para después pasar al amarillo, naranja y rojo, que designan a aquellos territorios en los que la interceptación de da­tos privados por parte de la NSA y el programa PRISM es mayor. De este modo, y contrariamente a lo que tanto las empresas como el propio gobierno estadounidense han querido reconocer, comprobamos que existen más de 3.000 millones de piezas de datos interceptadas en menos de un mes en este país. Esta cifra, ya de por sí elevada, se queda en anecdótica si la comparamos con la cantidad de información que la NSA captó en Pakistán, Irán, Jordania Egipto e India, donde en el mismo intervalo se hizo con más de 97.000 millones de fracciones de datos privados de ciudadanos anónimos Todos estos datos nos llevan de nuevo a la concepción orwelliana de 1984. Y a hacernos otra pregunta obvia: ¿Nos encaminamos hacia la instauración de un estado policial encubierto? Lo cierto es que el acceso a servidores de empresas norteamericanas supone una intrusión en los derechos de medio mundo, ya que la mayoría de empresas que proporcionan los servicios de que nos valemos a nivel interactivo (desde el procesador de textos con que un servidor escribe estas líneas, hasta el gestor de correo electrónico) tienen su sede en EE UU. Allí encontramos, por lo tanto, el inmenso ojo de ese Gran Hermano que todo lo rastrea y analiza. Pero no podemos engañemos. Recientemente teníamos noticia de que Gran Bretaña estaba implicada en PRISM desde 2010. Sin embargo ahora, nuevas filtraciones han destapado que este país también puso en funcionamiento su propio sistema de vigilancia. Hace aproximadamente año y medio, el Centro de Escuchas de la Inteligencia Británica (GCHQ) desarrolló en secreto un programa conocido como Temporal  capaz de acceder a le red de fibra óptica por la que circula la mayor parte del tráfico mundial de Internet. El volumen de información que este programa es capaz de procesar supera los 21.000 terabytes al día. Todos estos datos son, dicho sea de paso, compartidos con la NSA estadounidense. Nuevamente, dentro de la infraestructura necesaria para controlar este programa y analizar sus resultados, juegan un papel fundamental numerosas empresas privadas, a las que el gobierno británico ha solicitado su colaboración, garantizando (tras conocerse su implicación) la total legalidad de sus actos. Un singular paralelismo que demuestra que el modelo norteamericano de espionaje ciudadano está más extendido de lo que parece.
Más allá de la Red, la sociedad del Gran Hermano que predijo la novela de Orwell es una realidad física en la ciudad que acogía la acción de la popular 1984. En Londres, donde la policía no está autorizada a portar armas de fuego durante sus patrullas, 10.524 cámaras de vídeo vigilan cada paso de los transeúntes por sus calles desde hace más de dos décadas. El sistema está sufragado por el Ministerio del Interior y tiene un coste total de más de 215 millones de euros. Por si hubiera dudas de su eficiencia disuasoria, Hackney, el barrio con mayor número de cámaras instaladas (1.484), ha logrado reducir su índice de criminalidad en más de un 25%. Pero hay quienes cuestionan la efectividad de este particular sistema de control criminal. Porque, por ejemplo, el barrio de Brent bajó su porcentaje delictivo en 26 puntos, pese a contar sólo con 164 cámaras, gracias a haber mejorado la iluminación de las calles, según defienden los detractores de tales sistemas. Además de las que dependen del Gobierno británico, se calcula que en Londres hay más de medio millón de cámaras de circuito cerrado y de propiedad privada. En todo el Reino Unido la cifra total supera los 4 millones y medio, ¡una cámara por cada 14 habitantes! Quién sabe qué contendrán los documentos que todavía custodia Edward Snowden y qué nuevas revelaciones nos aguardan en los próximos años.

*En la guerra, la verdad debe ser vigilada por guardaespaldas de mentira.
*Por más que anime tanto como quieras a alguien que tiene los ojos vendados a mirar a través de la venda, no verá jamás. No empezará a ver más que desde el momento en que se quite la venda.
*Si el poder no tiene enemigo, debe inventarse.


[J§l].
LA LUZ ALUMBRA A LA OSCURIDAD.

MMXIII