Blas de Lezo:
Blas de Lezo y Olavarrieta (u
Olabarrieta) (Pasajes, Guipúzcoa, España, 3 de febrero de 1689 – Cartagena de
Indias, Nueva Granada, 7 de septiembre de 1741), primer marqués de Ovieco (a
título póstumo), almirante español conocido como Pata-palo, o más tarde como
Medio-hombre, por las muchas heridas sufridas a lo largo de su vida militar,
fue uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española.
Biografía:
Blas de Lezo y Olavarrieta nació
en Pasajes (Guipúzcoa) el 3 de febrero de 1689. Pertenecía a una familia con
ilustres marinos entre sus antepasados, en un pueblo dedicado, prácticamente en
exclusiva, a la mar. Se educó en un colegio de Francia y salió de él en 1701,
para embarcar en la escuadra francesa. Luis XIV había ordenado que hubiese el
mayor intercambio posible de oficiales entre los ejércitos y las escuadras de
España y Francia. Con apenas 12 años (1701), se enrola como guardiamarina al
servicio del conde de Toulouse, Luis Alejandro de Borbón, hijo de Luis XIV. Se
integró en la armada francesa, en ese momento aliada de España en la Guerra de Sucesión, que acaba de empezar, al
morir Carlos II sin descendencia.
Guerra de Sucesión:
La guerra enfrenta a Felipe de
Anjou, apoyado por Francia y nombrado heredero por el rey español, con el
Archiduque Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra, ya que esta última temía
el poderío que alcanzarían los Borbones en el continente. La escuadra francesa
había salido de Tolón y en Málaga se habían unido algunas galeras españolas
mandadas por el conde de Fuencalada. Frente a Vélez-Málaga se produjo el 24 de
agosto de 1704 la batalla naval más importante del conflicto. En dicho combate
se enfrentaron 96 naves de guerra franco-españolas (51 navíos de línea, 6
fragatas, 8 brulotes y 12 galeras, sumando un total de 3.577 cañones y 24.277
hombres) y la flota anglo-holandesa, mandada por el almirante Rooke y compuesta
por 53 navíos de línea, 6 fragatas, pataches y brulotes con un total de 3.614
cañones y 22.543 hombres, dando como resultado al final de la contienda 1.500 y
2.700 bajas, respectivamente.
Blas de Lezo participó en aquella
batalla batiéndose de manera ejemplar, hasta que una bala de cañón le destrozó
la pierna izquierda, tendiéndosela que amputar, sin anestesia, por debajo de la
rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la
operación. Debido al valor demostrado tanto en aquel trance como en el propio
combate, es ascendido en 1704
a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis XIV. Se le
ofrece ser asistente de cámara de la
Corte de Felipe V. Siguió su servicio a bordo de diferentes
buques, tomando parte en las operaciones que tuvieron lugar para socorrer las
plazas de Peñíscola y Palermo; en el ataque al navío inglés Resolución de 70
cañones, que terminó con la quema de éste, así como en el apresamiento de dos
navíos enemigos que fueron conducidos a Pasajes y Bayona. Evidentemente
necesitó una larga recuperación y rechazó estar en la Corte , pues ambicionaba
conocer las artes marineras y convertirse en un gran comandante. En 1705 vuelve
a bordo y aprovisiona la asediada Peñíscola.
Continúa patrullando el
Mediterráneo, apresando numerosos barcos ingleses y realizando valientes
maniobras con un arrojo inusitado. Tanto es así que se le premia permitiendo
que lleve sus presas a Pasajes, su pueblo natal. Pero enseguida es requerido
por sus superiores y en 1706 se le ordena abastecer a los sitiados de Barcelona
al mando de una pequeña flotilla. Sirviéndose de su aguda inteligencia, realiza
brillantemente su cometido, escapa una y otra vez del cerco que establecen los
ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y ardiendo
paja húmeda con el fin de crear una densa nube de humo que ocultase los navíos
españoles, pero además carga “sus cañones con unos casquetes de armazón delgada
con material incendiario dentro, que, al ser disparados, prenden fuego a los
buques británicos” Los británicos se ven impotentes ante tal despliegue de
ingenio. Posteriormente se le destaca a la fortaleza de Santa Catalina de
Tolón, donde toma contacto con la defensa desde tierra firme en combate contra
las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. En esta acción y tras el impacto de
un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le aloja en el ojo izquierdo,
que explota en el acto, perdiendo así para siempre la vista del mismo.
Tras una breve convalecencia es
destinado al puerto de Rochefort, donde lo ascienden a Teniente de Guardacostas
en 1707. Allí realizará otra gran gesta rindiendo en 1710 una decena de barcos
enemigos, el menor de 20 piezas. Por estas fechas tiene lugar el referido
combate con el Stanhope mandado por John Combs, que lo triplicaba en fuerzas.
Se mantuvo un cañoneo mutuo hasta que las maniobras de Lezo dejaron al barco
enemigo a distancia de abordaje, momento en el que ordenó lanzaran los garfios
para llevarlo a cabo: “Cuando los ingleses vieron aquello, entraron en pánico”
El abordaje de los españoles era
una temible maniobra ofensiva, que los ingleses temían particularmente: los
navíos españoles cañoneaban de cerca, tras lo cual lanzaban garfios y abordaban
el navío contrario, buscando el cuerpo a cuerpo, hasta la rendición del
enemigo. De este modo, con tripulaciones muy inferiores en número, los navíos
españoles lograban apresar otros con mucha mayor dotación y porte. Blas de Lezo
se cubrió de gloria en tan fenomenal enfrentamiento, en el que incluso es
herido, siendo ascendido a Capitán de Fragata.
En 1712 pasa a servir bajo las
órdenes de Andrés de Pes. Este afamado almirante quedó maravillado ante la
valía de Lezo y emitió varios escritos que le valieron su ascenso a Capitán de
Navío un año más tarde. Posteriormente participó en el asedio de Barcelona al
mando del Campanella, en el que el 11 de
septiembre de 1714, al acercarse con demasiado ímpetu a sus defensas, recibe un
balazo de mosquete en el antebrazo derecho, quedando la extremidad sin apenas
movilidad hasta el fin de sus días. De esta manera con sólo 25 años tenemos al joven Blas de
Lezo tuerto, manco y cojo. En esa época, y al mando de una fragata, apresó once
navíos británicos, entre ellos el emblemático Stanhope, navío de gran poder
ofensivo.
En 1715, al mando de Nuestra
Señora de Begoña, y ya repuesto de sus heridas, se dirige con una gran flota a
reconquistar Mallorca, que se rinde sin un solo disparo.
El Caribe:
Terminada la Guerra de Sucesión, se le confió el buque
insignia Lan franco. Un año después parte hacia La Habana escoltando a una
flota de galeones en el Lan franco, barco que será retirado del servicio debido
a su calamitoso estado, a su regreso a Cádiz.
Allí se queda hasta 1720, cuando
se le asigna un nuevo navío bautizado también como Lan franco, conocido
asimismo como León Franco y Nuestra Señora del Pilar, y es integrado dentro de
una escuadra hispanofrancesa al mando de Bartolomé de Urdizu con el cometido
de limpiar de corsarios y piratas los llamados Mares del Sur, o lo que es lo
mismo, las costas del Perú. La escuadra estaba compuesta por parte española de
cuatro buques de guerra y una fragata, y por parte francesa por dos navíos de línea.
Sus primeras operaciones fueron contra los dos barcos, el Success y el Speed
Well del corsario inglés John Clipperton, que logró evitarlos y tras hacer
algunas capturas huyó a Asia, donde fue capturado y ejecutado.
En 1725 contrajo matrimonio en
Lima, Perú, con Josefa Pacheco.
Mediterráneo:
En 1730 regresó a España y fue
ascendido a jefe de la escuadra naval del Mediterráneo. Habiendo surgido
diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta
observada por aquel Estado, y no de acuerdo con sus procedimientos, el general
Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió,
como satisfacción, el pago de los dos millones de pesos pertenecientes a España
que se hallaban retenidos en el Banco de San Jorge, además de un homenaje a la
bandera real de España. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que
buscaban el modo de eludir la cuestión del pago, fijó un plazo, transcurrido el
cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Los dos millones de pesos
recibidos fueron enviados, por orden del rey, medio millón para el infante don
Carlos y el resto fue remitido a Alicante para sufragar los gastos de la
expedición que se alistaba para la conquista de Orán.
En reconocimiento de sus
servicios al Rey, éste le concede en 1731 como estandarte para su capitana la
bandera morada con el escudo de armas de Felipe V, las órdenes del Espíritu
Santo y el Toisón de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos.
En 1732, a bordo del Santiago
mandó una expedición a Orán con 54 buques y 30.000 hombres, y rindió la ciudad,
si bien cuando se marchó, Bay Hassan logró reunir tropas y sitiarla. Lezo
retornó en su socorro con seis navíos y 5.000 hombres, logrando ahuyentar al
pirata argelino tras reñida lucha. No contento con esto, persiguió su nave
capitana de 60 cañones, que se refugió en la bahía de Mostagán, baluarte
defendido por dos castillos fortificados y 4.000 hombres. Ello no arredró a
Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes,
incendiándola y causando además grave ruina a los castillos. Patrulló después
durante meses por aquellos mares, impidiendo que los argelinos recibieran
refuerzos de Estambul, hasta que una epidemia lo forzó a regresar a la ciudad
de Cádiz.
De vuelta a América: Cartagena de Indias:
El rey lo ascendió en 1734 a teniente general de la Armada. Regresó a
América con los navíos Fuerte y Conquistador en 1737 como comandante general de
Cartagena de Indias, plaza que tuvo que defender de un sitio (1741) al que la
había sometido el ataque del almirante inglés Edward Vernon. La excusa de los
ingleses para iniciar un conflicto con España fue el apresamiento de un barco
corsario comandado por Robert Jenkins cerca de la costa de Florida. El capitán
de navío Julio León Fandiño apresó el barco corsario y cortó la oreja de su
capitán al tiempo que le decía (según el testimonio del inglés): “Ve y dile a
tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve.” A la sazón, el tráfico de
ultramar español se veía constantemente entorpecido e interrumpido por los
piratas ingleses. En su comparecencia ante la Cámara de los Lores, Jenkins denunció el caso con
la oreja en la mano, de ahí que los ingleses conozcan el conflicto como “Guerra
de la oreja de Jenkins”.
Vernon estaba envalentonado tras el saqueo
de la mal guarnecida plaza de Portobelo (Panamá), y el inglés desafió a Lezo, a
lo que el marino español contestó:
“Si hubiera estado yo en Portobelo, no
hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el
ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su
cobardía.”
La flota inglesa, la agrupación de buques
de guerra más grande que hasta entonces había surcado los mares (2.000 cañones
dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques
de transporte, y 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros
macheteros de Jamaica, más 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de
Lawrence Washington, medio hermano del futuro Presidente George Washington), superaba
en más de 60 navíos a la
Gran Armada de Felipe II. Para hacerse idea del mérito
estratégico de la victoria, baste decir que las defensas de Cartagena no
pasaban de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros
traídos del interior, más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos
navíos de guerra de los que disponía la ciudad: Galicia, que era la nave
Capitana, San Felipe, San Carlos, África, Dragón y Conquistador. Blas de Lezo,
sin embargo, contaba con la experiencia de 22 batallas. El sitio de Cartagena
de Indias fue una gran victoria con una enorme desproporción entre los dos
bandos.
Tan
colosal derrota de los ingleses aseguró el dominio español de los mares durante
más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar, cosa que la historia
inglesa no reconoce. Humillados por la
derrota, los ingleses ocultaron monedas y medallas grabadas con anterioridad
para celebrar la victoria que nunca llegó. Tan convencidos estaban de la
derrota de Cartagena que pusieron medallas en circulación que decían en su
anverso: “Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741” y “El orgullo español
humillado por Vernon”.
Fue justo lo contrario: con sólo
seis navíos, 2.830 hombres y mucha imaginación, Blas de Lezo derrotó a Vernon,
que traía 180 navíos y casi 25.000 hombres, fue tal la derrota que el Rey de
Inglaterra, Jorge II prohibió hablar de ella o que se escribieran crónicas
alusivas al hecho, como si nunca hubiese ocurrido. Mientras en su retiro, el
almirante Vernon se alejaba de la bahía con su
armada destrozada le gritaba al viento una frase: “God damn you, Lezo!” (¡Que
Dios te maldiga Lezo!). En respuesta escrita a Vernon, Blas de Lezo pronunció
la inmortal frase:
“Para
venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra
mayor, porque ésta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres,
lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden
conseguir.”
Últimos días
Blas de Lezo falleció en
Cartagena de Indias al contraer la peste, enfermedad generada por los cuerpos
insepultos (casi todos ingleses) ocasionados por los sucesivos combates.
El Puerto de Santa María (Cádiz)
y Blas de Lezo
La estancia de los Lezo en El
Puerto de Santa María tuvo varias fechas. El almirante ya había estado en
1719-20 y en 1730 en Cádiz. De allí partió, ya viviendo en El Puerto de Santa
María, el 3 de febrero de 1737 hacia Cartagena dirigiendo la que sería la
última carrera de Indias y donde encontraría, como ya se ha reflejado, su fatal
destino.
Tras las investigaciones
realizadas en los padrones de la época de la Iglesia Mayor
Prioral portuense, se ha constatado que Blas de Lezo, su mujer, Josefa Pacheco
Bustos (una criolla peruana con la que se había casado el 5 de mayo de 1725 en
Lima) sus hijos y un criado afro americano llamado Antonio Lezo, vivieron desde
1736 en una casa de la calle Larga, para ser más exactos en Larga, 70, hoy
reconvertida en apartamentos de alquiler. Tras su muerte, su viuda (conocida en
la localidad como La Gobernadora )
y sus hijos permanecieron en ella hasta la muerte de ésta el 31 de marzo de
1743.
Durante su residencia en la
ciudad, el Cabildo Municipal, siendo conocedor del prestigio del almirante,
hizo a su familia diferentes concesiones, entre las que destacó una toma de
agua para la casa.
Su memoria en la actualidad
Sin embargo, aunque las proezas
de Blas de Lezo estén a la altura de los más grandes héroes de la historia, es
un personaje prácticamente olvidado. Actualmente, la empresa española
DL-Multimedia está preparando un documental sobre su vida para los canales
Historia y Odisea. Aunque cuenta con calles en Valencia, Málaga, Fuengirola,
Alicante, Las Palmas de Gran Canaria, Huelva, San Sebastián, Pasajes “su
localidad natal”, y finalmente, tras una recogida de firmas, el 28 de abril de
2010 se aprobó dedicarle una avenida en la capital de España, Madrid.
Blas de Lezo es un reconocido
héroe en la ciudad de Cartagena de Indias, la cual le rinde grandes honores y
reconocimientos: conmemorando su valentía existen barrios en dicha ciudad, lo
mismo que avenidas y plazas. Su estatua frente al baluarte de San Felipe de
Barajas es otra muestra del respeto y admiración a este gran personaje.
Desde el día 5 de noviembre de 2009, en la ciudad de
Cartagena de Indias, se ha cumplido el deseo del valiente Blas de Lezo, ya que
éste pedía en su testamento que un grupo de españoles pusiera una placa para no
olvidar aquella victoria. En ella hoy se puede leer: “Aquí España derrotó a Inglaterra y sus
colonias”. “Con sólo 3.000 hombres y su ingenio, Lezo derrotó una armada de
unos 25.000 hombres, más 4.000 hombres traídos de Virginia por el medio hermano
de George Washington”.
Asimismo, el 21 de noviembre de
2009 se descubrió para su memoria una placa en la calle Larga nº 70 de la
localidad del Puerto de Santa María, lugar donde residió D. Blas de Lezo antes
de librar la Batalla
de Cartagena. En dicho acto se estrenó por primera vez la marcha militar
"Almirante Blas de Lezo" original de Joaquín Drake García, compuesta
para la Armada
e interpretada por la Banda
de Música del Tercio Sur (Infantería de Marina), presidiendo el acto el
Almirante de la Flota ,
el Alcalde y la presidencia del Club de Mar de la Localidad. En dicha
lápida se puede leer: "En 1736 vivió junto a su familia, el Teniente
General de la Armada D.
Blas de Lezo y Olavarrieta, insigne e invencible marino, héroe de la Batalla de Cartagena de
indias en la que la flota inglesa sufrió una humillante derrota en el año 1741.
La Ciudad del
Puerto de Santa María en homenaje a su memoria. 21 de noviembre de 2009".
*El político se convierte en
estadista, cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las
próximas elecciones.
*Todos los estados bien
gobernados y todos los presidentes inteligentes han tenido cuidado de no
reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.
*No tiene sentido discutir; sobre
todo con el que no quiere oír.
[J§l].
MMXIII.
NO HAY ANIMAL TAN
MANZO, QUE ATADO NO SE IRRITE.
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