La Historia no contada

La Historia no contada
José Luis Rodríguez Pereiro

domingo, 6 de octubre de 2013

ISLANDIA, ¿UN EJEMPLO A SEGUIR?


El rescate de los bancos en Islandia con el dinero de todo su pueblo, sumió a éstos en la absoluta pobreza. Pero, los islandeses se revelaron contra la injusticia. Rompiendo las reglas de un sistema Corrupto. ¿Hay que seguir su ejemplo?
Antecedentes:
En Noviembre de 2.007, cuando se hace público los datos que proporciona la ONU. Sobre el índice de desarrollo humano, la tabla que mide la calidad de vida de los países miembros a nivel de ingresos de sus ciudadanos, su salud, la calidad de educación y otros factores. Hasta ese momento, Noruega era el país que llevaba tiempo encabezando la lista. Pero en esa fecha, Islandia se colocó a la cabeza de la lista con una nota que jamás antes ninguna nación había logrado alcanzar, pese a tratarse de un país aislado y pequeño. El entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el español Rodrigo Rato, que después llevó a la ruina a Bankia, señalo que Islandia había seguido las normas dictada por el organismo internacional al pie de la letra (¿?). Asegurando que todo había sido perfecto gracias al sistema bancario y financiero del país. A tal punto había llegado la tal perfección, que el 98% de la población tenia empleo. Surge una pregunta: ¿Islandia fue el banco de prueba del FMI?
El país creció a un ritmo de entre el 2 y el 8 % anual, hasta que al final se convirtió en el primer país del mundo. Pero un año después de tocar el cielo, Islandia sucumbió. Los tres principales banco del país se vinieron abajo en pocas horas era el 14 de Octubre de 2008. Un mes después de de la caída, cae en USA Lehman Brothers. Ese día la bolsa cae 77% de su valor, mientras que la moneda de Islandia (La Corona). Acabaría perdiendo un 85% de su valor. Quedó al descubierto la verdad en que se basaba el sistema bancario dedicado a crear burbujas y a efectuar operaciones económicas sin sustento real, especialmente desde la privatización de todo el sector financiero en 2003, fecha a partir de la cual se buscaron inversores extranjeros que compraron los bonos emitidos por las citadas entidades. La mayor parte del dinero llegó desde Holanda y el Reino Unido, pero también desde España, en donde Cajamadrid compró decenas de millones de euros de bonos emitidos por el Landbanki,
Evidentemente, en un principio se siguió el guión establecido para este tipo de casos y se recurrió al FMI, que aprobó créditos para reflotar la banca y sanear las cuentas públicas a cambio (como después ocurriría en otros países europeos) de los llamados “ajustes estructurales”, es decir, recortes en los presupuestos oficiales que afectaban especialmente a sanidad, educación, prestaciones sociales. Geir Haarde, el primer ministro, admitió cubrir la deuda exterior generada por la debacle bancaria, que ascendía a nueve veces el PIB del país. El acuerdo fue negociado por David Oddsson, gobernador del Banco Central de Islandia y primer ministro entre 1991 y 2004, quien también lideró por esas fechas la petición de ingreso en la Unión Europea, lo que se vendió a la población como una garantía para hacer frente a futuras crisis.
Todo esto llegaba después de la decisión del gobierno británico de bloquear las cuentas y operaciones de los bancos islandeses, Aplicando para ello las medidas anti-terroristas que tenían por objeto vigilar posibles movimientos sospechosos de ser utilizados para financiar el terrorismo internacional. Lógicamente, en la fría isla se sintieron humillados al considerar una exageración situar a Islandia a la misma altura que Al Qaeda. Pero muchos sabemos de qué va todo esto: aquellas medidas estaban destinadas a ser utilizadas como chantaje cuando fuera menester. Y había llegado la hora...
En términos porcentuales, la crisis islandesa era y es la mayor que jamás ha sufrido un país desarrollado. Tengamos en cuenta que hablamos de una nación con poco más de 300.000 habitantes... Y que como consecuencia del estallido bancario, más de 46.000 familias empezaron a pasar dificultades para llegar a fin de mes, cuando poco antes tener esas dificultades se antojaba imposible. Otra vez se había confundido imposible con improbable... Nada menos que trece mil casas se vieron embargadas por los bancos que quedaban, los que se quedaron con los quebrados o los nuevos que aparecieron. Y el paro alcanzó casi al 10% de la población en un país cuyas cifras de desempleo no llegaban nunca el 5% y en tiempos de bonanza ni siquiera alcanzaban al 2% de la población.
Los acuerdos del gobierno islandés con las instituciones internacionales fueron la causa de que cada ciudadano del país estuviera obligado a pagar cuarenta mil euros en quince años. Sólo así podría saldarse la deuda exterior que generaron los bancos colapsados con diferentes países, especialmente con Holanda y Gran Bretaña. Además, la exigencia del FMI y del mercado obligaba a los islandeses a deshacerse de una buena parte del Estado de bienestar que tanto tiempo les había costado ganarse. Todo se había venido abajo, y la única forma de remediarlo era socializar las pérdidas de los bancos para pagar sus deudas. Hasta entonces los beneficios eran para los directivos y empresarios, pero una vez que estos perdieron dinero, la única forma de salvar la economía del país era pagar, entre todos, el agujero económico que habían creado quienes en aquellos años se hicieron ricos. Los ciudadanos se echaron a la calle. Primero fueron unas pocas decenas, muy pocas decenas. Hubo estupor en la sociedad. ¿Qué era eso de salir a la calle? Estaba casi mal visto. Ni siquiera la policía supo cómo reaccionar ante aquellos primeros indignados. Pero poco a poco fueron más. Y en una sola jornada de protestas llegó a congregarse una marea humana de más de cien mil personas en las diferentes localidades del país. Uno de cada tres ciudadanos estaba alzando su voz...
Las exigencias de los ciudadanos provocaron la dimisión del director del Banco Central, sobre quien cayó la ira popular. Después abandonó el primer ministro y, finalmente, el 26 de enero de 2009, el gobierno en bloque echó el cierre. Días después, asumió el poder Jóhanna Siguroardóttir, una ex azafata de sesenta y seis años que hasta entonces había ocupado el cargo de ministra de Asuntos Sociales y que por su perfil parecía la única persona que no enervaría a la opinión pública. Lejos de las ideas del gobierno al que pertenecía, pese a estar en otra corriente, en cuanto tomó el poder de forma interina convocó elecciones para abril. Ganó con mayoría absoluta, y por primera vez en la historia del país la izquierda gobernó. Pese a ello, Siguroardóttir tuvo que empezar a negociar con unos y otros, pero tuvo bien claro desde el principio que los banqueros que habían provocado la situación no serían premiados sino que tendrían que enfrentarse a investigaciones que aclararan su implicación en tan terrible crisis.
La primera ministra aseguró que la devolución de la deuda estaría condicionada por la capacidad de pago que tuviera el erario público. Que, en definitiva, no se iba a exprimir más a los ciudadanos. Tuvo que hacer malabarismos: por un lado la presión internacional para que no se le ocurriera dejar de pagar lo que debía (por mucho que lo debieran los bancos...), y por otro la presión popular frente a las exigencias de abonar la deuda.

En un documento desclasificado nos informa:
Islandia ya era por entonces un auténtico centro de operaciones para el organismo creado por Julián Assange, que dio a conocer en diciembre de 2008, cuando aún no era un grupo con la repercusión que alcanzaría tres años después, documentos internos del principal banco del país, el banco Kaupthing. En dichos documentos se demostraba cómo el banco había creado las temibles burbujas a costa de los ahorros de muchos ciudadanos que habían depositado su confianza en la institución. Además, los documentos evidenciaban que los propios dirigentes del banco se habían concedido créditos con intereses mucho más bajos que los solicitados a los clientes.
Los documentos sobre el banco Kaupthing fueron un auténtico punto de inflexión en la revolución. La venganza de Wikileaks se había consumado y el pueblo tuvo pruebas sobre las que sustentarse para pedir explicaciones y responsabilidades. Y fueron sólo el comienzo de una serie de informaciones referidas a este banco, porque posteriormente se dio a conocer un listado con nada menos que 28.167 referencias a los créditos y bonos emitidos por el banco sin que pudiera retribuirse por ellos y sobre los cuales tomó responsabilidad el gobierno de Islandia tras la caída del banco y la nacionalización de la deuda apenas unos días después. El valor total de esas operaciones sucias ascendía a 40.000 millones de euros y demuestran cómo en las inmorales maniobras mercantiles hubo apoyo de otros muchos bancos de renombre internacional que avalaron o revendieron esos “paquetes”. Ahí aparecían los bancos responsables de la crisis económica que estamos viviendo en el mundo entero, uno de los bancos de inversión que fue rescatado por el gobierno de Estados Unidos, cuyos directivos, pese al fracaso de su gestión al frente de la entidad, fueron recompensados al ser nombrados para ocupar puestos de relevancia en la Administración cuando Barak Obama tomó posesión de su cargo como presidente de Estados Unidos en enero de 2009.
El inmenso listado fue elaborado tras la caída del banco, cuando se revisaron una a una las peticiones de los beneficiaros de los créditos (y otros paquetes financieros) y se determinó qué era lo que debía devolverse. En el listado hay deudas de apenas mil coronas islandesas  (unos seis euros) a deudas de bonos adquiridos por grandes bancos internacionales. Un buen número de ellos fueron adquiridos por Goldman Sachs, muchos de los cuales por un valor de más de diez millones de euros. Y no había uno, sino decenas de paquetes por esas cantidades.

La jugada:
Es escandalosa: el banco americano compra bonos del islandés, pero el banco americano cae hasta tener que ser rescatado, y los ciudadanos, con sus impuestos, salvan al banco de la quiebra, pero después cae el islandés, y los ciudadanos islandeses tienen que salvar al banco islandés con sus impuestos, que una vez salvado y rescatado deberá pagar al banco americano el valor de esos bonos que fueron calificados como seguros por las agencias de calificación, de modo que se amplían los intereses a pagar a los bancos a los que se debe dinero que, previamente, han sido rescatados con el dinero de los ciudadanos.
Y entre el listado de bonos adquiridos por los grupos financieros internacionales aparecen varios bancos españoles. Por ejemplo, Caixa Catalunya adquirió bonos por valor de diez millones de euros (1.700 millones de coronas), y Caja Laboral lo hizo por valor de 10.000 millones de coronas (casi sesenta millones de euros). Y el mayor de los bonos fue adquirido por el Deustche Bank por valor de 200.000 millones de coronas, es decir, unos 1.200 millones de euros. Esto es una verdadera demostración de cómo la “globalización” bancada hizo que unos bancos compraran bonos de otros cuando quienes los emitían estaban llevando a cabo operaciones irregulares, lo que impidió a los compradores cobrar en condiciones (o no cobrar)  por esas adquisiciones. En la estafa islandesa se metieron sin darse cuenta (bueno, sin darse cuenta...) bancos de otros muchos países quienes, después, hicieron lo mismo. Qué desastre.

El poder de la indignación:
Como consecuencia de la revolución en las calles, la población tomó el poder y se creó una asamblea constituyente formada por camareros, electricistas, periodistas, fontaneros, funcionarios... En definitiva, por la gente común. Se logró incluso que se sometiera a referéndum la devolución o no del dinero que se había prestado al gobierno por parte de los grandes bancos y otros países. La respuesta de los ciudadanos fue (a tenor de la ilegalidad de las acciones que efectuaron los banqueros) rotunda en el sentido de no devolver la deuda exterior: un 93% de los electores dijo que no y que los contribuyentes no debían pagar el rescate de unos bancos que se habían nutrido con el dinero de los impuestos. Después llegaron las operaciones judiciales, y hasta casi ciento cincuenta responsables de los tres grandes bancos islandeses fueron detenidos, alguno de ellos encarcelado, en varios países europeos al tiempo que el primer ministro del país en el momento del crack fue juzgado, acusado de negligencia y de no haber atendido los avisos de quienes advertían de lo que estaba ocurriendo. En la condena que se dictó contra él quedó claro que sus acuerdos con los grandes bancos fueron decisivos para llevar al país a la ruina.
Hay quienes advierten: Islandia no se ha convertido en un paraíso. Y si bien la crisis se ha capeado de forma más democrática que en otros países, los problemas aún acucian a los habitantes del que no hace mucho era el mejor país del mundo para vivir. Sus actuaciones elevaron el precio de lo que tienen que pagar, por ejemplo, por sus hipotecas. Sin embargo, para quienes estaban detrás de la crisis islandesa, que son los mismos que están detrás de la crisis mundial, no hay peor cosa que dejar que el modelo de lucha que escenificaron se extienda tanto que se llegue a imitar. Quien dude del ejemplo islandés habla por la voz de su amo. Y lo peor de todo, es que quien lo haga ni siquiera sabe que tiene un amo.
Días después del inicio de las concentraciones en Sol, que se extendieron a las plazas más importantes en cientos de ciudades españolas, hubo elecciones en España. Las órdenes por parte de las autoridades fueron claras: había que desalojar las plazas en la medianoche del 20 al 21 de mayo de 2011. Las normas eran las normas: estaba prohibido cualquier tipo de manifestación pública con contenido político en mitad de la jornada de reflexión que precede a la convocatoria electoral.
Sin embargo, la policía no actuó (salvo en algunos casos, y con comportamientos violentos por parte de los uniformados, que ignoraron las instrucciones de las propias autoridades) para desalojar los acampados y congregados. Era imposible. El movimiento había logrado un grado de simpatía y complicidad que no se había dado jamás en la historia de España. Semanas después, cuando perdía intensidad, se aprovechó la situación para efectuar el desalojo de forma más discreta. Pero fue imposible frenar la oleada de indignación.
El ejemplo de los indignados de Sol fue seguido, tanto en objetivos como en símbolos, por otros indignados en otros países. Las manifestaciones fueron espectaculares; desde la revolución social de 1968 no se había vivido nada igual. Medio siglo después, las calles y la opinión volvían a ser dominadas “por los de abajo”. Es una de las características de los tiempos actuales. Stéphane Hessel, el hombre que dio nombre al movimiento, vio como una de sus pesadillas no se cumplía: “La peor de las posiciones es la indiferencia, decir que no puedo hacer nada y ya me las arreglaré.” Por el contrario, su sueño, que la sociedad luchara con todas las herramientas a su alcance, sí se hizo realidad: “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos. Volvemos a encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a más justicia y libertad.”

“Si el pueblo otorgara A los bancos el poder de emitir dinero, los bancos y las corporaciones crecerían por encima de los individuos desproveyéndolas de toda propiedad. Creo que los bancos son más peligrosos para nuestras libertades que los ejércitos en armas. Ya han creado una aristocracia que desafía al gobierno. El poder de hacer dinero debe ser rescatado de los bancos y devuelto a la gente a quien pertenece por derecho”. Jefferson.

Reflexión:
En 1.855 el presidente de los Estados Unidos propuso al Jefe Indio Seattle comprar las tierras de su tribu. Este le contestó con sabias palabras: “La tierra no pertenece al hombre. ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Esta idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Cómo podrían ustedes comprarlos? Enseñen a vuestros hijos, como nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la Tierra”.

En 1861 estalla la guerra de secesión en los Estados Unidos en la que morirían 600.000 personas. Un año después de la elección de Abraham Lincoln, que preconizaba la abolición de la esclavitud, los 11 estados del Norte (Industriales) se enfrentaron a los 11 estados del Sur (Agrícolas). Lincoln declaró: “Tengo 2 grandes enemigos, el ejercito del sur frente de mí y los banqueros en la reta guardia. Y de los 2, los banqueros son mis mayores adversarios”.
En una carta enviada por un banquero  de Londres a otro banquero pero de New York  le dice: “Las escasas personas que puedan comprender el sistema financiero mostrarán tanto interés por sus beneficios, o dependerán en tal manera de sus ventajas, que no se debe esperar de ellas ninguna oposición, mientras que, de otro lado, la gran masa de público, mentalmente incapaz de comprender las enormes ventajas que el capital saca del sistema, soportará los costes sin oponerse e, incluso, sin sospechar siquiera que ese sistema es contrario a sus intereses”.
El 14 de abril de 1865, 5 días después de terminar la guerra, Abraham Lincoln sería asesinado por un sicario (Pagado por ¿?). Lincoln se negó a pagar los intereses de la deuda, ordenó que el tesoro emitiera 450 millones de Dólares en papel moneda ( los famosos greenbacks impresos con tinta verde al reverso) y anunció que atacaría el poder de los bancos internacionales en cuanto terminara la guerra. Abraham Lincoln dijo: “Los poderes del dinero se alimentan de las naciones en tiempo de paz y conspiran contra ella en tiempo de adversidad. Denuncian como enemigos públicos a todos los que cuestionen sus métodos o saquen a la luz sus crímenes”.
Cita desde la Tumba de Abraham Lincoln: “Han entronizado a corporaciones y seguirá una era de corrupción en los altos cargos, el poder del dinero de los países se esforzaran por prolongar su reino hasta que toda la riqueza se acumulen en unas pocas manos y los Países sean destruidos”.

*No se puede comprender el Presente sin entender el pasado.
*Permitirme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién la gobierne, quien haga  sus leyes.

*Cuando el dinero de un gobierno depende de los bancos, son ellos y no los jefes de Estado quienes controlan la situación.



[J§l].
LA LUZ ALUMBRA A LA OSCURIDAD.
MMXIII.

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