INNEGABLE VERDAD SOBRE LOS ZOMBIS.
De unos años a esta parte, el
mundo entero vive un boom inusitado del género Zombi, con series de televisión,
libros convertidos en best seller, cómics y películas dedicadas a tan
terrorífico personajes. Y lo que aún está por llegar.
Un zombi (en ocasiones
escrito erróneamente con la grafía inglesa zombie) es,
originalmente, una figura legendaria propia de las regiones donde se practica
el culto vudú. Se trata de un muerto resucitado por medios mágicos por un
hechicero para convertirlo en su esclavo.
De acuerdo con la creencia, un houngan, bokor o hechicero vudú,
sería capaz, mediante un ritual, de resucitar a un muerto, que quedaría sin
embargo sometido en adelante a la voluntad de la persona que le devuelve a la
vida.
Coloquialmente y en sentido
figurado, zombi se usa para designar a quien hace las cosas mecánicamente como
si estuviera privado de voluntad.
LAS PRUEBAS DE LOS MUERTOS VIVIENTES:
Desde 1932 Desde que Bela Lugosi
protagonizara La legión de los hombres sin alma, los zombis se han posicionado
como rivales muy competitivos de los vampiros, las momias y los monstruos tipo
Frankenstein. Son criaturas que tienen mucho gancho para la producción
artística y en el folclore popular, pero ¿qué son exactamente? Y la gran
pregunta: ¿existen?
Según Alfred Métraux, autor del
libro Le Vaudou haitien, publicado en 1959, los zombis son "difuntos
debidamente registrados, a cuyo entierro han asistido testigos, que al cabo de
unos años reaparecen en un estado que roza la imbecilidad. En Puerto Príncipe
hay unos cuantos, incluso entre los más instruidos, que no dan credibilidad a
estas historias macabras".
Como es lógico, fuera de Haití
dichas historias se recibieron con cierto escepticismo.
Uno de los primeros extranjeros
que presenció un episodio relacionado con zombis en Haití fue la escritora y
etnógrafa Zora Neale Hurston, formada en Estados Unidos con el prestigioso
antropólogo Franz Boas. En octubre de 1936 una mujer vagaba desnuda por el
valle de Artibonite. Se llamaba Felicia Félix-Mentor y había muerto y sido
enterrada con 29 años. Hurston visitó a la mujer en el hospital de Gonaives y
contó que tenía "la cara pálida, la mirada muerta y los párpados blancos,
como si se los hubieran quemado con ácido".
Según ella, en Haití a la gente
se la "zombificaba" cuando traicionaban los secretos de alguna
sociedad clandestina. Nadie la creyó; Métraux se refirió a ella con
condescendencia: "Zora Houston [sic], que es muy supersticiosa...".
Aun así, Métraux reprodujo una historia protagonizada por dos miembros de la
alta sociedad: a uno de ellos se le estropeó el coche y fue invitado a casa de
un señor con barba blanca, que resultó ser houngan, cura vudú. Molesto por el
escepticismo de su invitado sobre el wanga (hechizo mágico), le preguntó si
había conocido a un tal monsieur Celestin, amigo íntimo del visitante. El
anfitrión dio un latigazo y entró en la estancia un hombre arrastrando los
pies.
El visitante, horrorizado,
reconoció a su viejo amigo Celestin, fallecido seis meses atrás. El zombi
alargó la mano hacia un vaso (al parecer tenía sed), pero en ese momento el
houngan lo detuvo diciendo que no había nada más peligroso que dar o recibir
algo de la mano de un muerto viviente. Le contó que Celestin había muerto
víctima de un hechizo y que el brujo que lo había matado se lo vendió por 12
dólares.
Ésta y otras historias relatadas
por Métraux reflejan su creencia en que los zombis son personas que,
literalmente, han muerto y resucitado. Como es de suponer siempre negó que se
tratara de una superstición.
UNA HERENCIA DEL ESCLAVISMO:
Dos siglos después de su
descubrimiento en 1492, la isla de Santo Domingo (actual Haití) se había
convertido en una base de operaciones de piratas y bucaneros. En 1697 los españoles
cedieron la isla a los colonos franceses, que desarrollaron un próspero
comercio de azúcar gracias a los esclavos africanos.
El trato que recibían los
esclavos era de una crueldad absoluta; los colgaban clavándoles las orejas de
los árboles, o los untaban de melaza para que las hormigas se los comieran
vivos, por ejemplo. Ante semejante situación muchos intentaban huir a las
montañas, aun a riesgo de ser capturados y duramente castigados.
En la década de 1740 un esclavo
llamado Macandal, que había perdido el brazo en una prensa de azúcar, huyó al
monte y enseñó a los cimarrones (como se conocía a los esclavos que huían) cómo
envenenar a los colonos y a su ganado. Macandal acabaría siendo traicionado y
condenado a la hoguera (según dicen logró escapar utilizando sus poderes
mágicos). Desde entonces las sociedades secretas extendieron la leyenda entre
los esclavos negros.
Tras las sublevaciones de la
década de 1790 las autoridades francesas se fueron desmoronando poco a poco, y
a pesar de la salvaje restauración liderada por Napoleón, el emperador jamás
logró conquistar el interior de la isla. Desde que se marcharon los franceses
en 1804 y hasta 1859 se sucedieron varios emperadores negros, pero desde
entonces se han alternado situaciones de aparente anarquía con épocas de
autoritarismo extremo.
Zora Neale Hurston afirmó que la
zombificación se efectuaba con la ayuda de un "veneno de acción
rápida". Una aseveración que ganó credibilidad a principios de la década
de 1980 cuando el joven antropólogo estadounidense Wade Davis oyó rumores de
que el veneno de los Tetraodontidae (especie a la que pertenece el pez globo)
se utilizaba para zombificar a las víctimas.
EL HERMANO ZOMBI:
A través del psiquiatra
neoyorquino Nathan Hiñe, Wade Davis se enteró de dos casos que parecían
demostrar que la zombificación no era una fantasía. En 1962 un campesino
haitiano de 40 años, Clairvius Narcisse, ingresó con fiebre en el hospital
Albert Schweitzer, en el valle de Artibonite. Dos días después murió y fue
enterrado. En 1980 un hombre abordó a la hermana del difunto, Angelina, y se
identificó como el fallecido. Le dijo que había sido zombificado por orden de
su otro hermano, con quien mantenía una disputa patrimonial. Clairvius le contó
que lo habían sacado de la tumba y lo habían llevado a trabajar con otros
zombis. Al cabo de dos años consiguió huir; desde entonces vagaba por el país.
Al enterarse de la muerte de su hermano, decidió volver al pueblo.
Su identidad fue confirmada y la BBC produjo un reportaje sobre
el caso. El mismo año un grupo de zombis apareció vagando por el norte de
Haití, justo donde Clairvius había cumplido sus supuestos trabajos forzados.
Todos ellos confirmaron el relato de su huida.
Cuando Davis llegó a Haití se
interesó por una planta llamada Datura stramonium, también conocida como
estramonio o hierba del diablo. Fue a ver a Max Beauvoir, experto en vudú, y
entrevistó a Clairvius, quien confirmó todo lo que se había dicho de él.
EL VENENO DEL PEZ GLOBO:
La investigación de Davis lo
llevó hasta un sapo venenoso, la
Rhinella marina (o sapo de caña) y a dos variedades de
Tetmodontidae que se hinchan a base de agua cuando se sienten amenazadas. Ambos
contienen una neurotoxina letal llamada tetradoxina, que es muy potente (una
pizca es suficiente para causar la muerte).
De hecho, un relato de 1774
cuenta que el capitán James Cook sufrió lo indecible tras ingerir huevas y el
hígado cocinado de un pez globo. Actualmente el sashimi de pez globo es una
delicatessen en Japón. Los chefs separan las partes venenosas del pez, pero el
hígado, que puede resultar letal, se come una vez lavado y hervido.
Davis tuvo claro que el veneno
del pez globo no era el único secreto de la zombificación. En La serpiente y el
arco iris, de 1985, describe la búsqueda de las muestras de veneno que llevó a
cabo. Su objetivo era conseguirlas para que las estudiasen en un laboratorio.
Conoció a varios houngaw y asistió a interesantísimas ceremonias; en algunas
vio a gente poseída por espíritus y presenció cómo una mujer se ponía un cigarrillo
encendido en la lengua sin quemarse.
ZOMBIS DE VERDAD:
El periplo de Davis concluyó de
forma precipitada cuando uno de sus principales patrocinadores murió y otro
sufrió un infarto. No obstante, en su libro deja bastante claro que el secreto
de la zombificación es un veneno capaz de provocar todos los síntomas de la
muerte. Una vez exhumado el cuerpo, se le suele administrar un antídoto y otras
drogas que lo dejan prácticamente idiotizado.
Un programa de televisión
producido en 1984 por la BBC
confirmó que la zombificación es fruto de un veneno que afecta a ciertas
conexiones neuronales y reduce el nivel de la conciencia.
A Davis no le quedaron muchas
dudas sobre el tema, pero parece que su investigación sobre el vudú lo
convenció de que la clave iba más allá de las explicaciones puramente
naturalistas.
En 1976 una mujer de 30 años llamada Francina Illeus,
conocida como Ti Femme, fue declarada muerta. Al cabo de tres años su madre la
halló con vida; la reconoció por una cicatriz en la sien. Al examinar el ataúd
de Illeus se descubrió que estaba lleno de piedras. La teoría de la difunta era
que su marido la había mandado zombificar tras un ataque de celos.
CREANDO EL VIRUS ZOMBI:
Imagínese un escenario en el que,
mediante técnicas de ingeniería genética, el virus de la rabia se mezcle con el
de la gripe para que sea transmisible por el aire, con el del sarampión para
que produzca cambios en la personalidad, con el de la encefalitis para que el
cerebro arda de fiebre y aumente la agresividad y, por ultimo, con el del ébola
para que el infectado sangre a borbotones. Todo combinado produciría algo como
un virus zombi. Ahora ¿veríamos tan simpáticos a los zombis de saber que es un
fenómeno factible?
En un documental de National Geographic
Titulado “La verdad detrás de los Zombis, Emitido el 2 de Octubre del año 2011
en Estados Unidos, afirma: “Los humanos no podemos volver a la vida una vez que
morimos, pero que, según los científicos, ciertos virus podrían unirse
genéticamente para crear un comportamiento agresivo en las personas y una
conducta propia de los zombis que aparecen en las películas.
*Todo lo
desconocido, es un misterio; pero todo lo conocido e inexplicable es un enigma.
*Solo
es útil el conocimiento que nos hace mejores.
*La
religión esta en el corazón no en las rodillas.
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