Somos la única especie que se
alimenta de la leche de otro animal y que lo continúa haciendo durante el resto
de su vida:
¿ES EL MENÚ LETAL?:
Imprescindibles
y prohibitivos, irresistibles y nocivos. De manera tan amplia podemos contemplar
a los alimentos, capaces de oscilar desde la esfera de lo saludable hasta el
infierno de la enfermedad. En ellos no sólo residen los nutrientes esenciales
para la vida, sino también un creciente número de sustancias y compuestos
artificiales que envenenan silenciosamente nuestros cuerpos. ¿Hasta qué punto
estamos desprotegidos frente a esta amenaza invisible? ¿Podemos hacer algo
para remediarlo?
El mercado de la alimentación genera clientes
para el mercado de la salud en el primer mundo, mientras los excedentes
alimenticios terminan en la basura para mantener los precios (excluyendo así su
uso humanitario) o bien llegan a consumidores de tercera, generalmente en los
mismos países pobres de los que se extrajeron las materias primas, llevando con
ellos más enfermedad por su insalubridad, y pobreza por la dependencia
importadora que acarrean. Un ejemplo cercano lo
encontramos en Argentina, donde la siembra de soja transgénica patentada por
la controvertida multinacional Monsanto ha desplazado salvaje-mente al resto de
cultivos, eliminando la diversidad productiva del país e instalando un
peligroso monocultivo de alto rendimiento.
¿ESTA LA SALUD PÉRDIDA ?:
Otro
escandaloso ejemplo lo encontramos amplia-mente descrito en Crisis económica y
Apocalipsis, obra del escritor y especialista en medio ambiente Gabriel
Wüldenmar. En ella se hace eco de las múltiples denuncias impulsadas por
particulares y organizaciones internacionales contra los desmanes cometidos por
Coca-Cola en muchos países. Dejando a un lado su agresiva política empresarial
y el poder aplastante que ejerce (que, según tales denuncias, llega a situarla
al margen de la ley), Wüldenmar explica lo nefasta que es su presencia en
países como la India ,
donde además de perjudicar gravemente la economía local ha incurrido en la
ocupación ilegal de tierras, en el expolio y desperdicio masivo de los escasos
recursos hídricos y en la contaminación de acuíferos y zonas de cultivo con
residuos como plomo o cadmio. “Casi toda el agua que Coca-Cola usa es para limpiar
máquinas y botellas. Ellos ponen productos químicos en el agua y la
contaminan, perjudicando los suelos, las plantas y los acuíferos”, explica el
activista hindú Amit Sri-vastava, de la organización India Resources. Todo ello
llegando a comercializar incluso sus productos con proporciones del pesticida
DDT, usado en agricultura, “30 veces mayores que las autorizadas por las normas
estadounidenses y europeas”, sentencia Wüldenmar.
Autores
como el reputado médico francés Jean Seignalet, interno, investigador y
docente en el Hospital y en la
Universidad de Montpellier, han entendido como pocos dentro
del ámbito académico la importancia del binomio alimentación-salud. Más allá
de sobrevivir a través de la alimentación, Seignalet propone en su imprescindible
La alimentación, la 3a medicina apostar por una alimentación consciente
y natural que nos devuelva la salud perdida, un retorno a las prácticas
alimenticias de nuestros ancestros. Por encima de ideas románticas o de
principios filosóficos, esa vuelta atrás a un régimen alimenticio milenario
está basada en rigurosas observaciones e investigaciones científicas, así como
en la evidencia biológica de la inadaptabilidad de nuestro organismo a las
moléculas generadas por la alimentación moderna.
Cualquier
adaptación evolutiva requiere de un tiempo que en ningún caso se ha dado en
los seres humanos en relación con la alimentación, de manera que no estamos
preparados para digerir alimentos modernos como la leche animal, los derivados
de cereales procesados, por muy ecológicos y biológicos que sean, y mucho menos
la amplia gama de aditivos usados hoy en día en la industria de la comida. Si
atendemos a las propuestas de Seignalet, quien obviamente no contempla una
adaptación biológica a esos alimentos al margen de cientos de miles o millones
de años, la alimentación moderna y la ancestral difieren en seis puntos claves,
puntos que le permiten al autor rastrear un buen número de enfermedades y
formular propuestas terapéuticas basadas en su modificación. A saber: el
consumo de cereales domésticos el consumo de leche animal y sus derivados, la
cocción de numerosas sustancias, la preparación de aceites, la contaminación alimentaría
y el riesgo de carencias de vitaminas y minerales.
¿ES UNA IN-ADAPTACIÓN EVOLUTIVA?:
Algunos estudios recientes han relacionado la
in-gesta de leche de vaca con graves patologías.
Muchos
autores anteriores ya habían puesto el acento de manera puntual o global sobre
la nocividad de estos factores, al encontrar una correlación con la incidencia
o ausencia de ciertas enfermedades “cáncer, diabetes, alergias, obesidad,
depresiones, artrosis, hipercolesterolemia, migrañas, etc.” en función de su
presencia en la dieta, aunque ninguno con la claridad de Seignalet. Haciendo
acopio de una abundante biografía médica, de un sentido común aplastante y
de sus agudas observaciones y experiencia, este médico francés, fallecido en
2003 y pionero en el terreno de los trasplantes, planteó que muchas enfermedades
modernas tenían su raíz en el ensuciamiento celular y en los procesos de
eliminación de los agentes agresores que los provocan, agentes íntimamente
ligados a los seis factores citados. Seignalet argumenta con solidez, siguiendo
la estela de otros autores como el físico suizo Guy-Claude Burger, la doctora
Catherine Kousmine, el experto en medicina y medio ambiente Jacques Fradin, el
médico Alain Bondil y el ecólogo, físico y experto en alimentación Bruno
Comby, que nuestra especie no ha tenido tiempo de adaptarse a los cambios
que la alimentación ha padecido desde que pasamos, en el neolítico, de ser
cazadores-recolectores nómadas a convertirnos en agricultores y ganaderos
sedentarios. Y esa in-adaptación se hace más evidente y grave cuando
contemplamos los gigantescos cambios que supuso la aparición de la industria
alimentaría en el siglo XX. Nuestras 20.000 enzimas y mucinas son, como afirma
el autor, llaves que abren una sola cerradura, de manera que las nuevas y
numerosas moléculas que introducimos en nuestros cuerpos procedentes de los
nuevos alimentos o de su transformación, son en su mayoría agentes extraños que
intoxican o colapsan nuestros organismos. “Las enzimas digestivas (explica)
no están adaptadas a algunos alimentos modernos. La digestión imperfecta
dejará sin metabolizar numerosas macro-moléculas alimentarías”. Si a ello
sumamos la debilidad de nuestras defensas, y en especial la mayor y perjudicial
permeabilidad de nuestro intestino, ocasionada por algunos alimentos modernos
y su flora de putrefacción, que deja pasar al torrente sanguíneo macro-moléculas indigeribles, toxinas y bacterias, el resultado obvio es la enfermedad. En este
punto resulta crucial explicar breve-mente los conceptos de ensuciamiento y
eliminación.
¿SON RESIDUOS ALIMENTARIOS?:
La
teoría del ensuciamiento celular plantea que el organismo acumula residuos
alimentarios, bacterianos y metabólicos que no puede digerir ni eliminar,
residuos que se estancan en el ámbito extra-celular y también dentro de la
célula. Ello genera cambios en la composición del medio, problemas de
comunicación celular, fagocitosis con el consiguiente consumo de energía y
liberación de radicales libres, inhibición de enzimas, acción sobre los genes,
etc. “El resultado final es el sufrimiento, la muerte o la transformación de
las células, del mismo modo que la filtración repetida de granos de arena en
un motor acaba por atascarlo o ensuciarlo, e impide que funcione con normalidad”,
resume Seignalet.
De esta manera y en función de la evolución de
tales células que depende de factores concretos y que puede oscilar desde la
muerte de la célula a un mal funcionamiento o incluso a su transformación en maligna,
el ensuciamiento celular sostenido en el tiempo y no contrarrestado conduce al
desarrollo de varios tipos de cáncer, leucemias, Alzheimer, Parkinson,
diabetes, osteoporosis, artrosis, esquizofrenia, fibromialgía, arteriosclerosis,
litiasis biliar, envejecimiento prematuro, gota, obesidad, aplasia medular y un
largo etcétera de patologías que en muchos casos no relacionaríamos con la
dieta que llevamos. Por su parte, la teoría de la
eliminación plantea la aparición de algunas patologías derivadas del propio
proceso de eliminación de los agentes agresores, un proceso de salud y limpieza
corporal pero que conlleva el desarrollo de algunas enfermedades. Esta teoría
da sentido y solidez a la apreciación tradicionalmente hecha por muchos terapeutas
que han sostenido que en los procesos de ayuno y purificación alimenticia
pueden generarse malestar, cefaleas, nerviosismo, reacciones cutáneas,
etcétera.
La
eliminación fisiológica se produce a través del hígado, el colón, los riñones,
el intestino delgado, la piel, los bronquios y las mucosas de la boca, nariz y
ojos. No obstante, cuando la cantidad de moléculas no metabolizarles es muy abundante
y requiere de la intervención de un mayor número de glóbulos blancos, la
depuración puede ser patológica, al provocar inflamación en algunas zonas que
se agravaría con otros factores, dando lugar a enfermedades como varios tipos
de colitis, enfermedad de Crohn, bronquitis crónica, asma, soriasis, eccemas,
acné, otitis, sinusitis, conjuntivitis alérgica, aftas... La buena noticia
es que son transitorias y todas, tanto las de ensuciamiento como las de
eliminación, mejoran o se curan totalmente con un régimen de alimentación concreto que frene a los seis grandes cambios alimenticios antes citados y de
los que pasamos a ocuparnos.
Los
seis factores pueden ser contemplados como otras tantas puntas de flecha que
hacen blanco en nuestro organismo, con variado efecto e intensidad sobre
nuestra salud.
Cereales
refinados: En ellos se sustenta una buena parte de la alimentación mundial,
variando el tipo y la cantidad de un país a otro. De la selección inicial se
ha pasado a una selección masiva, buscando los granos más voluminosos que
suelen implicar mutaciones, a la hibridación de especies, al trasplante
aclimatando las especies a nuevos entornos y a la actual manipulación genética.
Si a ello le añadimos el refinado de los mismos, eliminando el salvado y con él
proteínas útiles, minerales, vitaminas y fibras, y la cocción a los que son
sometidos frente a su ingesta cruda primitiva, el resultado es un abanico de
sustancias extrañas indigeribles, que generan patologías de ensuciamiento.
Al
parecer, sólo el arroz y en menor grado el trigo sarraceno se mantienen
moderadamente estables, vinculándose este último y el maíz con una larga lista
de patologías, como la poli-artritis reumatoides, la esclerosis en placas, la
diabetes juvenil, depresiones nerviosa, esquizofrenia, Crohn, etcétera.
Leche animal:
En
este caso estamos ante una vulneración del sentido común. Somos la única
especie que se alimenta de la leche de otro animal y que lo sigue haciendo
durante toda su vida. Ningún animal, ni siquiera el hombre hasta hace unos
miles de años, consumía otra leche que la materna y sólo en los primeros
compases de la infancia, algo que ha cambiado radicalmente desde que comenzó
la selección de ganado lechero en el siglo XIX. La lógica, y también la
bioquímica, nos dice que es antinatural, incompatible, pero en torno a la
leche y sus derivados se sustenta una gran parte de la industria alimenticia
internacional, multinacionales que obviamente no están dispuesta a renunciar a
un mercado especialmente dañino cuando hablamos de niños y de leche
maternizada.
Las proteínas, calcio, hierro, vitaminas, grasas
y glúcidos, hormonas y factores de crecimiento de las leches de vaca, cabra y
oveja nada tienen que ver con los seres humanos, por no citar el amplio cuadro
de enfermedades relacionadas con su consumo.
Sin embargo, la oferta en lácteos es cada vez mayor y la publicidad, con
mayor frecuencia vinculada a sus propiedades terapéuticas sintéticas más que a
las nutricionales, mucho más agresiva.
La cocción de los alimentos:
El
autor de La alimentación: la 3a medicina sostiene que hay mucho más interés y
seguridad en el uso de los aditivos alimenticios, sometidos a numerosos
exámenes, que en las sustancias y modificaciones moleculares surgidas de la
cocción de los alimentos. Los métodos de cocinado son un factor extraño,
ajenos a la evolución de nuestro organismo, recientes en la historia del ser
humano. La cocción mejora gustativa-mente los alimentos, permite digerirlos mejor,
destruye microorganismos y favorece su conservación, pero da como resultado
miles de sustancias nuevas, algunas inexistentes en la naturaleza, indigeribles
y casi imposibles de eliminar, como es el caso de las llamadas sustancias de
Maillard derivadas de la cocción de las proteínas e inmunes incluso a
detergentes y lejías. “Las
grasas animales cocidas, especialmente carnes y productos lácteos, favorecen
la aparición de cáncer de mama y de colon”,
advierte Seignalet. La cocción al vapor suave o el estofado, y otros métodos
por debajo del 110°C
son la mejor opción, en la que no está incluido en absoluto el microondas.
La preparación de los aceites:
La extracción de los aceites vegetales se ha venido haciendo por presión
en frío hasta la
Segunda Guerra Mundial, periodo a partir del cual se desarrollan
otros métodos que introducen las altas temperaturas, logrando un mayor
aprovechamiento de los aceites, pero también una merma muy destacada de su
potencial nutricional. La utilización del hexano que no se logra eliminar por completo,
permite sacar el 100% del aceite, pero debe ser refinado, proceso industrial
que transforma una parte de los ácidos grados in saturados en saturados y otro
porcentaje en las nocivas formas trans. Al final resulta un producto a evitar
para la salud, pero presente, como el azúcar, en prácticamente todos los alimentos
preparados que llegan a nuestras mesas, desde los donuts a las pastas, pasando
por las conservas de todo tipo o los embutidos. La alternativa son los aceites
de oliva virgen o vegetales vírgenes convenientemente avalados.
La contaminación alimentaría:
La mayor parte de los alimentos que consumimos no los hemos producidos
nosotros, de manera que vienen con infinidad de añadidos que escapan a nuestro
control. Ese tipo de contaminación es dividida por Seignalet en dos grupos, los
aditivos alimentarios y los productos que se administran al ganado y a los
cultivos. Los primeros buscan alargar la vida útil de alimento y mejorar su
sabor aspecto, mientras que los segundos, son el resultado de explotar los
recursos y, básicamente, de vulnerar el equilibrio natural generando condiciones
deplorables y moralmente repudiables en la cabaña ganadera. Colorantes,
conservantes, antioxidantes, emulsionan-tes, edulcorantes, emulgentes,
espesantes, correctores de acidez, aislantes, enzimas, estabilizan-tes,
potencia-dores de sabor, humectantes... Están juntos a otros muchos en la lista
de aditivos, con efectos nocivos conocidos cuando se sobrepasan las dosis de
«seguridad». En el otro grupo anidan las hormonas, los antibióticos, pesticidas,
abonos y medicamentos, que entran directamente en nuestro organismo y en
algunos casos llegan a generar resistencias, como sucede con los antibióticos.
La solución está en optar por productos biológicos, pero ni aún así nos mantendremos
al margen de todas esas amenazas. Carencias en vitaminas y minerales:
Finalmente, la sexta punta de flecha es la representada por las carencias de
minerales y vitaminas que padecemos, tanto por el consumo desmedido de
productos refinados y procesados, como por tener unas materias primas que en
origen son pobres en esos micro nutrientes esenciales. La agricultura y la ganadería
intensivas, en las que añaden estas sustancias como suplementos, terminan por
el contrario llevando a nuestros menús alimentos inmaduros, que causan déficit
que ni siquiera los productos elaborados enriquecidos pueden solventar, por los
diferentes mecanismos de absorción que rigen una alimentación natural de otra
que no lo es. Nuestro experto llama a una vuelta a los orígenes, excluyendo de
la dieta todos los cereales a excepción del arroz y el trigo sarraceno; eliminar
la leche animal y derivados; intentar un consumo basado principalmente en
productos crudos; utilizar aceites vírgenes; y optar por los productos
biológicos.
NOTA: GRASAS SATURADAS:
Muchas
patologías cardiovasculares están relacionadas con un mayor consumo de grasas
saturadas -inmediatamente vinculadas con las grasas animales- y de las
llamadas grasas trans. Lo que pocos saben es que las grasas vegetales
más usadas y que tendemos a etiquetar por su origen como saludables, la de
coco y palma, son ricas en ácidos grasos saturados, y con ello más dañinas que
algunas animales, a pesar de ser vegetales. En cuanto a las (trans),
es harina de otro costal. La textura sólida de las grasas animales y su
durabilidad contrastaban con el carácter líquido y la menor resistencia de las
grasas vegetales, de ahí que se idease un sistema para solventar esos
inconvenientes. De esta manera se introdujo en la industria alimenticia la “hidrogenación”,
un proceso químico consistente en inyectar hidrógeno a ciertos aceites
vegetales con un contenido destacable en ácidos grasos poli insaturados. Este proceso hace que se solidifiquen las grasas que se mejore su textura, se
potencie el sabor y alargue su vida, y por tanto la de los productos en los que
se usan. La margarina sería el exponente más emblemático, un producto
solidificado químicamente a partir de aceites vegetales, que se ha erigido en
sustituto de la mantequilla. No obstante el gran inconveniente de la hidrogenación es que durante la misma se generan ácidos grasos trans, ajenos por completo al
organismo, una “molécula extraña” cuyos erectos nocivos empiezan a ser
conocidos ahora.
A MODO DE INFORMACIÓN:
Monsanto: Fue
fundada en San Luis, Missouri, Estados Unidos en 1901. Su
fundador, John Francis Queeny, un químico veterano de la industria
farmacéutica, fundó la compañía con capital propio. Dio a la compañía el nombre
de soltera de su esposa Olga Méndez Monsanto.
Monsanto
se dedica en la actualidad principalmente a la producción de herbicidas y de
semillas genéticamente modificadas (alimentos transgénicos).
En
sus primeros años, Monsanto distribuyó sacarina. También proveyó de
edulcorantes a Coca-Cola, haciéndose uno de sus principales proveedores.
En
la década de 1920, Monsanto
expandió sus negocios para la química industrial, como por ejemplo ácido
sulfúrico. En la década de 1940 fabricaba plásticos,
incluyendo poliestireno y fibras sintéticas.
En
1938 Monsanto adquirió a Fiberloid Corp y el 50% de Shawinigan Resins, empresas
que fabricaban plásticos y resinas.
Desde
entonces tuvieron negocios relacionados con Searle, quien fabricaba aspartame (NutraSweet) pero en el 2000 Monsanto vendió ese negocio.
También tuvieron un negocio enfocado a la somatotropina bovina, que fue
luego vendido en 2008.
Monsanto
sintetizó la hormona somatotropina bovina. Existen diversos puntos de vista
respecto a este producto, ahora propiedad de Eli Lilly.
En
Europa, los alimentos transgénicos, principal actividad actual de
Monsanto, encuentran gran resistencia entre la población y los agricultores,
que no consideran probada su seguridad para la salud humana.
El
cultivo de dichos alimentos transgénicos es prácticamente inexistente en el
territorio de la Unión Europea con la única excepción de España y Rumanía.
El aspartamo o aspartame: Es un edulcorante no calórico
descubierto en 1965 por la farmacéutica internacional G.D. Searl and Company.
En 1985 la compañía química Monsanto compró G.D. Searl y creó NutraSweet
Company, comercializando desde entonces el aspartamo que se emplea en numerosos
alimentos en todo el mundo bajo varias marcas como Natreen y Canderel, además
de NutraSweet, y que corresponde al código E 951 en Europa. El
aspartamo es estable cuando se encuentra seco o congelado, pero se descompone y
pierde su poder edulcorante con el transcurso del tiempo, cuando se conserva en
líquidos a temperaturas superiores a 30 °C .
El
dulzor relativo del aspartamo es de 150 a 200 veces más dulce que el azúcar. Es
necesario destacar que todos los edulcorantes se clasifican con
respecto a la sacarosa o azúcar común, por lo que el valor de 200
veces es obtenido en comparación con diluciones hechas en laboratorio de
sacarosa (dulzura relativa = 100) al 15%.
Numerosas
organizaciones nacionales e internacionales han evaluado la inocuidad del
aspartamo y un comité internacional de expertos ha establecido un nivel de
Ingesta Diaria Admisible (IDA).
Las
10 mayores fuentes de aspartamo son: chicles, edulcorantes artificiales de
mesa, agua saborizada, gaseosa dietética, productos sin azúcar, zumos en polvo,
yogures, cereales, medicamentos pediátricos y salsas para cocinar
Lo peor de las malas
leyes es que contribuyen en formar hombre, peores que ellas; encargados de
ejecutarlas.
La guerra es el arte
de destruir a los hombres, la política es el arte de engañarlos.
La ley y el orden son
siempre y en todas parte la ley y el orden que protegen las jerarquías
establecidas.
La perdición del hombre
es el olvido. Si no observamos el pasado estamos condenados a repetirlo.
[J§l].
MMXIII.
UNA MENTE NUBLADA NO
PUEDE VER.
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