La Historia no contada

La Historia no contada
José Luis Rodríguez Pereiro

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿COMUNISMO?

Karl Marx: (1818-1883), filósofo alemán, creador junto con Friedrich Engels del socialismo científico (comunismo moderno) y uno de los pensadores más influyentes de la historia contemporánea.

Marx nació en Tréveris el 5 de mayo de 1818 y estudió en las universidades de Bonn, Berlín y Jena. Publicó un artículo en la Rheinische Zeitung (Gaceta Renana) de Colonia en 1842 y poco después pasó a ser su jefe de redacción. Aunque su pensamiento político era radical, todavía no podía calificarse de comunista. Las críticas de las condiciones sociales y políticas vertidas en sus artículos periodísticos le indispusieron con las autoridades, que le obligaron a abandonar su puesto en el rotativo en 1843; poco después, el periódico dejó de editarse y Marx se trasladó a París. Los estudios de filosofía, historia y ciencia política que realizó en esa época le llevaron a adoptar el pensamiento de Friedrich Hegel. Cuando Engels se reunió con él en la capital francesa en 1844, ambos descubrieron que habían llegado independientemente a las mismas conclusiones sobre la naturaleza de los problemas revolucionarios. Comenzaron a trabajar juntos en el análisis de los principios teóricos del comunismo y en la organización de un movimiento internacional de trabajadores dedicado a la difusión de aquéllos. Esta colaboración con Engels continuó durante toda su vida.
Manifiesto comunista:
Marx se vio obligado a abandonar París en 1845 debido a su implicación en actividades revolucionarias. Se instaló en Bruselas y comenzó a organizar y dirigir una red de grupos llamados Comités de Correspondencia Comunista, establecidos en varias ciudades europeas. En 1847, Marx y Engels recibieron el encargo de elaborar una declaración de principios que sirviera para unificar todas estas asociaciones e integrarlas en la Liga de los Justos (más tarde llamada Liga Comunista). El programa que desarrollaron (conocido en todo el mundo como el Manifiesto Comunista) fue redactado por Marx basándose parcialmente en el trabajo preparado por Engels y representaba la primera sistematizan de la doctrina del socialismo moderno. Las proposiciones centrales del Manifiesto, aportadas por Marx, constituyen la concepción del materialismo histórico, concepción formulada más adelante en la Crítica de la economía política (1859). Según se explica en estas tesis, el sistema económico dominante en cada época histórica, por el cual se satisfacen las necesidades vitales de los individuos, determina la estructura social y la superestructura política e intelectual de cada periodo. De este modo, la historia de la sociedad es la historia de las luchas entre los explotadores y los explotados, es decir, entre la clase social gobernante y las clases sociales oprimidas. Partiendo de estas premisas, Marx concluyó en el Manifiesto que la clase capitalista sería derrocada y suprimida por una revolución mundial de la clase obrera que culminaría con el establecimiento de una sociedad sin clases. Esta obra ejerció una gran influencia en la literatura comunista posterior y en el pensamiento revolucionario en general; ha sido traducida a multitud de lenguas y de ella se han editado cientos de miles de ejemplares.
Exilio político:
Poco después de la aparición del Manifiesto, estallaron procesos revolucionarios (las revoluciones de 1848) en Francia, Alemania y el Imperio Austriaco, por lo que el gobierno belga expulsó a Marx temeroso de que la corriente revolucionaria se extendiera también por el país. El pensador alemán se trasladó a París y después a Renania. Fundó y editó en Colonia una publicación comunista, la Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana), y colaboró en actividades organizadoras de agrupaciones obreras. En 1849 fue arrestado y juzgado bajo la acusación de incitar a la rebelión armada. Aunque fue absuelto, se le expulsó de Alemania y se cerró la revista. Pocos meses después las autoridades francesas también le obligaron a abandonar el país y se trasladó a Londres, donde permaneció el resto de sus días.
Una vez instalado en Inglaterra, se dedicó a profundizar en sus ideas, publicando nuevos escritos, y a alentar la creación de un movimiento comunista internacional. Durante ese periodo, elaboró varias obras que fueron constituyendo la base doctrinal de la teoría comunista. Entre ellas se encuentra su ensayo más importante, El capital (volumen 1, 1867; volúmenes 2 y 3, editados por Engels y publicados a título póstumo en 1885 y 1894, respectivamente), un análisis histórico y detallado de la economía del sistema capitalista, en el que desarrolló la siguiente teoría: la clase trabajadora es explotada por la clase capitalista al apropiarse ésta del ‘valor excedente’ (plusvalía) producido por aquélla. Véase Capital.
La siguiente obra de Marx, La guerra civil en Francia (1871), analizaba la experiencia del efímero gobierno revolucionario francés conocido como la Comuna de París, establecida en esta ciudad durante la Guerra Franco-prusiana. Marx interpretó su creación y existencia como una confirmación histórica de la necesidad de que los trabajadores tomen el poder mediante una insurrección armada y destruyan al Estado capitalista. Aclamó a la Comuna como “la forma política, finalmente hallada, en la que podía producirse la emancipación del trabajador”. Esta teoría fue desarrollada en Crítica del programa de Gotha (1875) en los siguientes términos: “Entre los sistemas capitalista y comunista se encuentra el periodo de transformación revolucionaria de uno en otro. Esta fase corresponde a un periodo de transición, cuyo estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”. Durante su estancia en Inglaterra, Marx también escribió crónicas sobre acontecimientos sociales y políticos para periódicos de Europa y Estados Unidos, entre ellos varios artículos sobre las ‘revoluciones liberales’ en España y en la América hispana. Fue corresponsal del New York Tribune desde 1852 hasta 1861 y escribió varios artículos para la New American Cyclopedia.
Últimos años:
Después de la disolución de la Liga Comunista en 1852, Marx se mantuvo en contacto con cientos de revolucionarios a fin de crear otra organización de la misma ideología. Sus esfuerzos y los de sus colaboradores culminaron en 1864 con la fundación en Londres de la I Internacional. Pronunció el discurso inaugural, escribió sus estatutos y posteriormente dirigió la labor de su Consejo General (órgano directivo), superando las críticas del grupo seguidor de Mijaíl Bakunin, de carácter anarquista. Tras la eliminación y represión de la Comuna parisina, en la que habían participado miembros de la I Internacional, la influencia de esta organización disminuyó y Marx recomendó trasladar su sede a Estados Unidos. Los últimos ocho años de la vida del filósofo estuvieron marcados por una incesante lucha contra las dolencias físicas que le impedían trabajar en sus obras políticas y literarias. Los manuscritos y notas encontrados en Londres después de su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883, revelan que estaba preparando un cuarto volumen de El capital que recogería la historia de las doctrinas económicas; estos fragmentos fueron revisados por el socialista alemán Karl Johann Kautsky y publicados bajo el título de Teorías de la plusvalía (4 volúmenes, 1905-1910). Asimismo, Marx planeaba realizar distintos trabajos que comprendían investigaciones matemáticas, aplicaciones de éstas a problemas económicos y estudios sobre aspectos históricos de varios desarrollos tecnológicos.
Influencia:
Marx no ejerció una gran influencia en vida, fue después de su muerte cuando su pensamiento comenzó a destacar dentro del movimiento obrero. Su concepción pasó a denominarse marxismo o socialismo científico, una de las principales corrientes de la teoría política contemporánea. Su análisis del sistema capitalista y su teoría del materialismo histórico, la lucha de clases y la plusvalía son las principales fuentes de la ideología socialista contemporánea. Su tesis sobre la naturaleza del Estado capitalista, el camino hacia el poder y la dictadura del proletariado tienen una importancia decisiva en la acción revolucionaria. Estas doctrinas, comentadas por la mayoría de los socialistas después de su muerte, fueron retomadas por Lenin en el siglo XX, y el desarrollo y aplicación que el político ruso hizo de ellas fue el núcleo de la teoría y la praxis del bolchevismo y de la III Internacional. Hasta aquí la Historia oficialmente enciclopédica.

Historia que no aparece en las enciclopedias, pero que puede ser hallada si se busca con introversión:
Los intereses financieros siempre han dominado a la humanidad y en este interés tiene su origen el comunismo. No seria nada curioso si no  fuera por el hecho demostrable  que en la financiación  siempre aparezcan los mismos apellidos de los banqueros que dominan la economía mundial.
Karl Marx (Carlos Marx) escribió sus obras gracias al financiamiento del Banquero Nathan Rotschild, y cuyos cheques entregados a Marx pueden verse en el Museo Británico.
Una rama de los Iluminados de Baviera que en época de Mark era conocida con el nombre de “Liga de los Justos” (League of the Just), y surgida con mucho éxito de uno de los grupos secretos revolucionarios franceses, la “Compañía de las Cuatro Estaciones”, recibió a dos nuevos miembros, el judío Moisés Mordechai Marx Levi (al que conocemos como Karl Marx) y su amigo Friedrich Engels, hijo de un industrial.
Posteriormente, ambos escribirían para la Liga de los Justos, el “Manifiesto del Partido Comunista”. Si bien una parte del manifiesto procedía de ellos, la mayor parte reflejaba la ideología de la Liga de los Justos y la de otras sociedades secretas francesas que se oponían en Francia con ideas revolucionarias.
Gary Allen escribió a ése respecto: De hecho, el “Manifiesto del Partido Comunista” estaba ya en circulación desde muchos años antes, bastante antes de que fuera conocido el nombre de Karl Marx y de que se le atribuyera el manual revolucionario. Lo que Marx hizo realmente fue modernizar y codificar los proyectos de los principios revolucionarios que habían sido puestos por escrito 70 años antes por Adam Weishaupt, el fundador de los Iluminados de Baviera".
Nada se oponía, ahora al “combate contra el capitalismo. Con su espíritu brillante, Marx consiguió modificar la imagen de la “Liga de los Justos” de tal manera que cambió de nombre pasando a denominarse en 1847, la Liga de los Comunistas.
Con esto vemos claramente cómo los Iluminados de Baviera crearon en Inglaterra y América los sistemas “capitalistas” así como los “anti-capitalistas”, incluso los comunistas, y que esto les permitió utilizar el conflicto resultante de forma maquiavelista; consiguiendo mantener a la humanidad en constante discordia y perfecta confusión.
La revolución bolchevique:
Muchos judíos no poseían tierras y debido a las numerosas leyes antisemitas en Europa, se veían obligados a desplazarse por todos países,. En cualquier país donde permanecían, encontraban habitualmente un rechazo unánime. A finales del siglo XIX, el único obstáculo real que impedía a los Illuminati controlar el mundo era la Rusia zarista.
En 1881, Theodor Herzl fundó el Movimiento Sionista en Odessa, Rusia, con la finalidad de crear una patria para los judíos en Palestina.
En 1916, con ocasión de una reunión de la B' nai B' rith en Nueva York, Jacob Schiff, presidente de la Khun Loeb & CO. Bank, fue elegido presidente del “Movimiento Sionista (revolucionario) en Rusia”.
El 13 de enero de 1917, el judío León Trotski (además Bronstein) llegó a Estados Unidos otorgándose le pasaporte americano. Ocasionalmente se le vio entrar en la lujosa residencia de Jacob Schiff.
Schiff y Trotski intercambiaron ideas sobre las perturbaciones sionistas en Rusia y también sobre las lecciones que habían sacado del malogro de la caída del zar. Jacob Schiff financió el entrenamiento de los “rebeldes trotskistas”, compuestos principalmente por judíos de los barrios del Este de Nueva Jersey.
La preparación tuvo lugar en New Jersey, la propiedad de la Standard Oil Company de Rockefeller. Cuando estuvieron bien entrenados para fomentar guerrillas, los rebeldes trotskistas dejaron Estados Unidos con una suma de 20 millones de dólares en oro que Jacob Schiff les había entregado.
El barco “S. S. Kristianiafjord” los llevó a Rusia para que preparasen el acontecimiento de la “revolución bolchevique”. Trotski y Lenin.
Vamos por parte:
Revolución rusa, fue un conjunto de acontecimientos que tuvieron lugar en la Rusia imperial y culminaron en 1917 con la proclamación de un Estado soviético, denominado desde 1922 Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El término Revolución Rusa hace referencia a las dos revoluciones que triunfaron en 1917. La primera, que comenzó con la rebelión ocurrida entre el 8 y el 12 de marzo de 1917 (del 23 al 27 de febrero del calendario juliano, empleado entonces en Rusia), derrocó a la monarquía aristocrática imperial; suele ser denominada Revolución de febrero. La segunda, que se inició con una insurrección armada el 6 y 7 de noviembre (24 y 25 de octubre), fue organizada por el partido bolchevique en contra del Gobierno Provisional instaurado tras la primera fase revolucionaria y operó una transformación en las relaciones económicas, políticas y sociales de la sociedad rusa; se denomina Revolución Bolchevique o Revolución de Octubre. (El calendario gregoriano fue adoptado por el gobierno soviético el 31 de enero de 1918; todas las fechas que aparecen en el artículo corresponden al nuevo calendario).
Antecedentes:
Las reformas emprendidas por el zar Alejandro II (1855-1881) habían generado una corriente en favor del cambio constitucional. Los gobiernos locales (zemstvo) eran considerados como el embrión de un gobierno parlamentario y la liberalizan en materia legal estimuló la elaboración de una legislación también a escala nacional. La abolición de la servidumbre promovió el deseo y la necesidad de una reforma agraria de mayor alcance; con el nuevo plan de educación instituido por el zar, que permitió el acceso de los jóvenes que no pertenecían a la nobleza a la enseñanza secundaria y las universidades, surgió un gran colectivo de estudiantes que se convertirían en la vanguardia revolucionaria. El primer paso fue la organización de un partido que protagonizara el proceso de lucha; en 1898, en Minsk, quedó fundado el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) que en su II Congreso (1903) ya contaba con dos facciones enfrentadas: mencheviques y bolcheviques.
Revolución de Marzo:
El esfuerzo de la I Guerra Mundial (un conflicto para el que Rusia no estaba preparada), la presión de los partidos de la oposición, que desprestigiaban constantemente a la familia imperial por el trato íntimo que ésta dispensaba al monje Grígori Yefímovich Rasputín y denunciaban la ineficacia del gobierno, así como la propia incompetencia de la dinastía gobernante se convirtieron en un lastre demasiado pesado para el régimen absolutista. En marzo de 1917 se celebró una manifestación en Petrogrado (en la actualidad, San Petersburgo), con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se convirtió en una protesta contra la escasez de alimentos a la que se unieron tropas amotinadas; el gobierno no consiguió restablecer el orden y el poder quedó en manos de un Gobierno Provisional formado por los miembros más destacados de la Duma estatal. El zar Nicolás II, que no contaba con el apoyo de ninguna fuerza, abdicó. Su hijo quedó excluido de la sucesión debido a su frágil salud, y el hermano del zar, el gran duque Miguel, declinó la corona salvo que ésta le fuera ofrecida por la Asamblea Constituyente recién reunida; dado que esto no fue posible, la dinastía Romanov, después de tres siglos de reinado en Rusia, fue derrocada.
El gobierno provisional y el soviet de Petrogrado:
El Gobierno Provisional aplicó inmediatamente diversas reformas liberales y abolió el cuerpo de policía, sustituyéndolo por una milicia popular. La libertad de expresión permitió a los socialistas proclamar finalmente su oposición a la guerra y reclamar una paz democrática sin reparaciones ni anexiones. Imperaba una atmósfera de júbilo y reconciliación que afectaba incluso al partido más beligerante, el bolchevique, cuyos líderes regresaron de su exilio en Siberia para dirigir la política de la organización en ausencia de su verdadero jefe, Lenin, que se encontraba aún en Suiza. Liev Kámenev y Iósiv Stalin, redactores del periódico bolchevique Pravda (La Verdad), siguieron la línea general mantenida por el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados de Petrogrado, y reclamaron apoyo para el nuevo régimen siempre y cuando su política no entrara en conflicto con los fines de la revolución. A la formación del Soviet de Petrogrado siguió la de otros muchos en distintas ciudades rusas, con lo que en Rusia quedó establecido lo que la historiografía posterior definiría como ‘doble poder’: el Gobierno Provisional y los Soviets.
El 16 de abril de 1917, Lenin consiguió llegar a Petrogrado. Su viaje había sido organizado por el Estado Mayor alemán, que sabía que Lenin era un elocuente orador que defendería la retirada rusa de la contienda que se venía desarrollando en Europa. Partió en un tren especial que cruzó Alemania con destino a Suecia, y desde allí se dirigió Rusia a través de Finlandia. Tras su llegada, Lenin expuso las llamadas Tesis de Abril, en las que declaró que los bolcheviques no apoyarían al Gobierno Provisional, y pidió la confraternización de los soldados de los diversos estados en el frente para poner fin a la guerra imperialista e iniciar la revolución a escala internacional. Su partido repudió estas tácticas inicialmente alegando que desembocarían en un aislacionismo suicida para los bolcheviques; sin embargo, al cabo de un mes, Lenin les había persuadido de que la única forma de que triunfara la revolución socialista era que Rusia abandonara la lucha en Europa y los bolcheviques se mantuvieran independientes, evitando alianzas con otros partidos, especialmente con la mayoría menchevique del Soviet de Petrogrado. Durante los meses siguientes, la propaganda de los bolcheviques, fortalecidos tras el regreso del exilio en Europa y Estados Unidos de Liev Trotski, promovió constantemente esta idea, por lo que fueron el Soviet de Petrogrado y el Gobierno Provisional los que quedaron aislados a mediados del verano, frente a las fuerzas que reclamaban el fin de la lucha en Europa.
Mientras el gobierno intentaba seguir fiel a su política de continuar la guerra hasta su conclusión satisfactoria y mantener sus pactos con las potencias aliadas (actitud que le supuso el desprecio del pueblo, que le consideraba el heredero político del zar) y los socialistas moderados del Soviet se afanaban en vano por perfilar un programa sencillo que las masas pudieran entender y respaldar, los bolcheviques continuaban su campaña derrotista en defensa de la fraternizan. Hacia mediados de mayo, la desintegración del Ejército era tal que, cuando el ministro de Guerra y el ministro de Asuntos Exteriores dimitieron debido a que éste último hizo públicos los objetivos bélicos del gobierno, Alexandr Kerenski, un miembro del grupo socialista, decidió que podría desempeñar el cargo de ministro de Guerra para intentar frenar el deterioro de la situación. Recorrió el frente pronunciando discursos alentadores y pidió a las tropas que entregaran su vida por un país democrático, no que acudieran al campo de batalla obligados por los látigos y las armas de los superiores, como había sido su situación cuando combatía a las órdenes del zar. La moral de las tropas se restableció temporalmente.
En esos momentos, había cuatro ministros socialistas en el gobierno, lo cual sirvió únicamente para moderar las críticas y la oposición del Soviet. Sin embargo, Lenin continuó reclamando “todo el poder para los Soviets”, a la vez que atacaba a los socialistas que habían sido seducidos por el poder. En el Congreso de Soviets de toda Rusia, que se celebró el 16 de junio, un delegado menchevique afirmó enérgicamente que ningún partido podría gobernar en solitario ante tales circunstancias, a lo que Lenin replicó que los bolcheviques sí eran capaces de hacerlo. Sus palabras fueron recibidas con abucheos y burlas. En este I Congreso de Soviets, se creó un órgano central para la organización de los mismos: el Comité Ejecutivo Central de Soviets de toda Rusia (VTsIK).
El Gobierno Provisional, incapaz de solucionar los problemas internos y anhelando poner fin a sus compromisos con los aliados occidentales, lanzó una ofensiva a finales de julio que fracasó y provocó la des organización del Ejército. Parecía que la propaganda bolchevique estaba justificada y los soldados, en palabras de Lenin, “votaron con los pies” cuando desertaron del frente. La situación en Petrogrado era tal que el Congreso de Soviets se vio obligado a reclamar la abolición de la Duma y la convocatoria de una asamblea constituyente para el 30 de septiembre. La gran influencia de los bolcheviques quedó demostrada en una manifestación organizada por el Soviet, a la que acudieron 400.000 trabajadores de Petrogrado, y a la que siguió una marcha armada de 500.000 trabajadores, soldados y tropas procedentes de la fortaleza insular de Kronstadt los días 16, 17 y 18 de julio. Las fuerzas de los bolcheviques se encontraban en el núcleo más beligerante de esta gran masa armada, formada por tropas de guarnición poco dispuestas a poner en práctica el plan del Gobierno Provisional; éste consistía en enviar a los soldados al frente siguiendo un sistema rotativo, mientras que los bolcheviques deseaban mantenerlos en la capital para hacerse con el poder.
El aumento del poder de los Bolcheviques:
Parecía que había llegado el momento de que los bolcheviques asumieran el mando, pero Lenin no confiaba aún en que su partido contara con suficiente apoyo fuera de la capital o en que el Gobierno Provisional hubiera perdido el respaldo del Ejército; por ello, trató de convencer al Soviet de que sus intenciones eran pacíficas. A su vez, el gobierno estaba preparando un proceso contra Lenin, al que se acusaba de ser un agente al servicio de Alemania. Sin embargo, Lenin fue puesto sobre aviso y pudo huir a Finlandia. En Petrogrado, los bolcheviques tuvieron que hacer frente a una prensa hostil, y a la opinión pública, que les acusaba de intentar traicionar al Ejército y de estar preparando un golpe de Estado.
Resulta paradójico que los bolcheviques acabaran salvándose gracias al propio gobierno. Mientras Lenin y su partido atacaban al gobierno por su lamentable administración en todos los campos, un ansia de revanchismo se había apoderado de los oficiales del Ejército, liderados por su comandante en jefe, el general Lavr Kornílov. El lema “democracia soviética” impedía a los oficiales cumplir con su deber militar tanto en el frente como en la retaguardia, y la ola de indignación se materializó en un plan de acción. Kornílov apremió a Kerenski, que se había convertido en primer ministro el 20 de julio, para que le permitiera dirigirse a la capital con una división de tropas leales, eliminar a la oposición e implantar una dictadura militar. Kerenski accedió en un principio, pero revocó la orden más tarde ante el temor de ser él mismo uno de los objetivos de Kornílov. Éste ignoró la anulación de la orden y avanzó hacia la capital. Kerenski mandó que fuera arrestado y solicitó al Soviet y los bolcheviques, a los que suministró armas, que defendieran Petrogrado. Mientras tanto, los soldados y trabajadores que habían de hacer frente a las tropas de Kornílov consiguieron convencerlas de que no avanzaran, con lo que concluyó el golpe de Estado.
Sin embargo, estos acontecimientos tuvieron dos importantes consecuencias: la acción del gobierno fue considerada como una traición por el cuerpo de oficiales, por lo que el gabinete de Kerenski perdió prácticamente todo el apoyo militar, mientras que sus más acérrimos enemigos, los bolcheviques, tenían a su disposición en esos momentos a 40.000 soldados disciplinados y armados, la Guardia Roja. Lenin comenzó a preparar la campaña para llevar a cabo una rebelión armada. Desde su refugio finés, envió numerosos artículos al diario Pravda y dirigió diversas cartas al comité del partido bolchevique; había llegado el momento de que el Soviet se hiciera con el poder. A pesar del fervor con el que había alentado a sus seguidores, Lenin no estaba seguro de que la revolución pudiera triunfar ni de que ésta fuera acogida favorablemente en todo el país. Fue Trotski, entonces presidente del Soviet de Petrogrado, quien encontró la solución; tras formar el Comité Militar Revolucionario, convenció a Lenin de que hiciera coincidir el alzamiento con el II Congreso de los Soviets, convocado para el 7 de noviembre, y declarara que el poder había sido transferido a los Soviets de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos, con lo que disminuiría el riesgo de que se le acusara de haber usurpado el poder en nombre de la clase trabajadora.
En la noche del 6 de noviembre, la Guardia Roja ocupó los emplazamientos claves de la capital y tomó el Palacio de Invierno, en donde fueron arrestados los ministros del Gobierno Provisional (Kerenski consiguió escapar). Al día siguiente, Trotski anunció, según lo previsto, el traspaso del poder a los Soviets.
El nuevo gobierno:
El Congreso de Soviets de toda Rusia se reservó para sí el poder supremo en la nueva estructura gubernamental. El cumplimiento de las decisiones aprobadas en el Congreso se encargó al Soviet (Consejo) de Comisarios del Pueblo (o Sovnarkom), que constituía el primer Gobierno Obrero y Campesino, y tenía un carácter provisional hasta que fuese convocada una Asamblea Constituyente. Su autoridad estaba supeditada al Congreso de los Soviets y a su Comité Ejecutivo Central. Cada uno de los comisarios presidía una comisión, el equivalente de los ministerios de otros regímenes. Lenin fue elegido presidente del primer Sovnarkom, gabinete en el que también ingresaron Trotski (como comisario del pueblo (ministro) para las Relaciones Exteriores) y Stalin (comisario del pueblo para las Nacionalidades).
Los Decretos sobre la Paz (para iniciar rápidamente negociaciones que condujeran a la misma) y sobre la Tierra (nacionalización de ésta y abolición de los grandes latifundios sin indemnización), adoptados por el II Congreso de Soviets de toda Rusia antes de su disolución, recibieron un amplio apoyo por parte del nuevo gobierno, y fueron decisivas a la hora de garantizar la victoria de los bolcheviques en otras ciudades y provincias. El 15 de noviembre, el Consejo de Comisarios del Pueblo proclamó, mediante la Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminación de éstos, sobre la base de la plena igualdad y soberanía, lo que abría la posibilidad de que las nacionalidades que habían sido integradas por la fuerza en el Imperio zarista pudieran separarse voluntariamente; no obstante, esta cámara expresó su confianza en que los trabajadores de distintos pueblos nacionales decidieran permanecer en Rusia. Se nacionalizaron los bancos y se concedió el control de la producción a los trabajadores. La industria se fue nacionalizando gradualmente. La Asamblea Constituyente, que se reunió en Petrogrado en enero de 1918, y en la que los bolcheviques eran únicamente una pequeña minoría, fue disuelta por el nuevo gobierno, alegándose que, en tanto que representaba la fase burguesa de la revolución por haber sido convocada por el Gobierno Provisional, debía ser sustituida por una auténtica institución revolucionaria, como sucedió de hecho cuando en su lugar fue reunido el III Congreso de Soviets de toda Rusia, que aprobó la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, como preámbulo de la Constitución por la que quedó proclamada la República Socialista Soviética Federada de Rusia.
La guerra civil:
Una vez que los bolcheviques se hicieron con el control, el nuevo gobierno puso fin a la participación de Rusia en la I Guerra Mundial a través de la firma de la Paz de Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. De acuerdo con lo establecido en este tratado, los rusos se vieron obligados a entregar los estados bálticos, Finlandia, Polonia y Ucrania. El pueblo se indignó por la pérdida de estos territorios, y la oposición al partido bolchevique provocó una guerra civil que se inició en 1918 y concluyó en 1920. El gobierno de Lenin, establecido en Moscú (la nueva capital), adoptó medidas para eliminar a sus rivales políticos. Aunque el campesino no era seguidor de los comunistas, decidió apoyarles ante el temor de que una victoria de los ‘blancos’ acarreara la restauración de la monarquía. El Ejército Blanco, desorganizado y con escasos apoyos, fue derrotado en 1920 por el Ejército Rojo.
Lenin y el Partido Comunista Ruso (nombre que recibió en 1918 la formación política integrada por los bolcheviques del antiguo POSDR) se hicieron con el control del país. Las huelgas de los trabajadores, las revueltas campesinas y la rebelión de la guarnición de Kronstadt, que reclamaba un gobierno formado exclusivamente por socialistas, fueron reprimidas en poco tiempo. En 1921, Lenin estableció la Nueva Política Económica para fortalecer al nuevo Estado, empobrecido tras siete años de desórdenes y declive económico. El 30 de diciembre de 1922 se constituyó oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en la que los territorios étnicos del antiguo Imperio Ruso se unieron a la República Socialista Soviética Federada de Rusia.

¿MENTIRA O VERDAD?
Durante toda una vida me he planteado que el problema no es ideológico, no es el capitalismo, el marxismo ni el Comunismo, el asunto esta en una clase muy superior que dominan todos los gobiernos de la tierra y esa clase no juega con sus intereses mercuriales, esas grandes familias banqueras son la que controlan el mundo y mucho que no investigan están como guanajos y borregos creyendo que el problema es ideológico, grandes familias banqueras controlan el mundo, magnates petroleros y el mundo del Jet-set del manejo mundial de la economía y el Don dinero.
He intentado tener algunas horas de reflexión, analizando quienes gobiernan el mundo y las conspiraciones bancarias dirigidas a crear crisis económicas para favorecer a un grupo indeterminado de familias que gobiernan el mundo.
Y comenzando a investigar que desde los años (1743-1812) nació un ingenioso personaje llamado Meyer Amschel Rothschild que a diferencia de otros banqueros, este banquero alemán de origen judío se dio cuenta de que la mejor forma de hacer fortuna era prestar grandes sumas de dinero a diferentes potencias europeas, a un alto interés. El único problema consistía en que esos países pagaran los préstamos Rothschild era consciente de la posibilidad que los grandes reyes y gobernantes de su época se negaran a rembolsar la deuda.
Una de la forma de asegurar la devolución del préstamo era lograr cierto poder en esos gobiernos para, de este modo, poseer la facultad de intervenir en su política nacional. La celada consistía en que si el rey o Gobernante intentaba desviarse de la línea marcada por el gran banquero, financiaba a su enemigo o rival. Es decir, toda nación debe tener enemigo, y si no existía Rothschild se encargaba de crearlo.
Para llevar a cabo su plan, el banquero repartió sus hijos por Europa, creando diferentes sucursales de su entidad bancaria. A lo largo del siglo XIX se puede apreciar la influencia de los Rothschild en buena parte de los conflictos europeos. El profesor de economía Stuart Crane escribe. Sí uno mira hacia atrás, se da cuenta de que cada guerra en Europa durante el siglo XIX, terminaba con el establecimiento de una balanza
de poder. Cada vez que se barajaban los naipes, había un balance de poder en un nuevo agrupamiento alrededor de la Casa de Rothschild en Inglaterra, Francia o Austria.....Investigando los estados de deuda de las naciones en guerra, generalmente indicarán quien será castigado.
Años mas tarde, otras familias de banqueros se apuntarían al mismo juego de trafico de influencia sobre los estados y naciones, verdaderos planificadores juntos a los Rothschild responsable de la historia de la humanidad y el mundo durante los siglos XIX, XX y en ahora XXI.
Algunas de las prebendas y concesiones por los préstamos a naciones se referían a explotación de minas, facilidad para montar todo tipo de industrias, explotación en la zona franca y todo tipo de control en la política económica de los gobiernos donde esta familias de banqueros prestaban.
Pero esta grandes familias de banqueros lo que ansiaban realmente era el control del dinero nacional. Para ello consiguieron que las principales potencias europeas, como pago a los préstamos, les concediesen el control de sus bancos centrales.
Así nacieron los bancos centrales de cada país, por ejemplo en Alemania, Inglaterra o Francia.
Sobre esta cuestión, el London Financial Times del 26 de septiembre de 1921 publicaba que media docena de hombres, en la cumbre de los cinco grandes bancos, podrían alterar toda la obra financiera del gobiernos.
En Estados Unidos, el presidente Thomas Jefferson, temiéndose lo que se avecinaba, como ahora en la gran recepción financiera en ese tiempo escribió. ¨ Creo sinceramente, como tú, que los establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos en pie.
Cada vez un mayor número de políticos se percataban de que las grandes familias de banqueros en vez de competir entre si, más bien constituían alianzas para llevar a cabo un plan de acción común. Estas alianzas no se llevaron a cabo con fusiones bancarias, sino por medio de lazos mucho más fuertes. Nos referimos a los lazos matrimoniales.
Así, con las uniones de sangre, comienza la verdadera historia del poder mundial y la globalización, podemos ver como grandes familias de banqueros se casaban entre si, como también grandes familias de ricos se casan.
Una vez conseguido todo el poder europeo casaban los banqueros sus familias con otros banqueros. Los banqueros que son los verdaderos conspiradores modernos, pusieron sus mira a los Estados Unidos, pieza fundamental para obtener el poder absoluto ya que lo tenían en Europa, su plan soterrado era crear un banco central estadounidense que controlarían totalmente, al igual que estaban haciendo con los grandes bancos europeos.
El senador Nelson Aldrich, recordemos, agente del grupo Morgan, se dedico junto a Paul Warburg a fomentar la idea de una Transformación Bancaria en Estados Unidos para el año 1907 a la igual que ahora se produce un pánico bancario de cierta relevancia fomentando por la banca Morgan, por lo que Aldrich consigue el apoyo del Senado para
presidir la Comisión monetaria Nacional del Senado.
Desde esa privilegiada posición, Aldrich organizo a finales de 1910 la reunión secreta más importante de la historia de los Estados Unidos y probablemente del mundo. En la isla Jekyl se reunieron Paúl Warburg, Nebjamin Strong, presidente en ese entonces de la Bankers Trust, propiedad de los Morgan, Hewnry P. Davinson, miembro de la compañía J.P. Morgan, Frank A. Vanderpil, presidente del Nacional City Bank, propiedad de Los Rockefeller y P. Piatt Andrew, segundo secretario de la Tesorería de los Estados Unidos.
Allí decidieron, según confesaría Vanderlip en sus memorias, la creación del Banco Central estadounidense. Los participantes acordaron evitar este nombre para no levantar las suspicacias del publicó y decidieron llamarle Reserva Federal. El informe de la Comisión Monetaria y la Ley del sistema de la Reserva Federal también fueron
elaborados en dicha reunión.
Sin embargo, la ley Aldrich no fue aprobada por el Congreso y los banqueros tuvieron que esperar un par de años para llevar a cabo sus planes, el problema se resolvió en las elecciones presidenciales de T. Roosevelt, donde Wilson y Taft. Los dos primeros fueron apoyados en su campaña por los mismos que idearon la ley de la Reserva Federal. Cuando Wilson gano las elecciones, inmediatamente consiguió que el congreso aprobase la Ley.
Los banqueros controlaban ya el Banco Central de los Estados Unidos. Wright Patman, presidente de la Comisión Bancaria del Congreso, advirtió refiriéndose a la creación de la Reserva Federal. En Los Estados Unidos de hoy tenemos, en efecto, dos gobiernos....Un gobierno legal debidamente constituido y otro independiente, sin control ni coordinación, esto es el sistema de la Reserva Federal.
Comentarios de muchos profesionales que no investigan o iluso creen que los presidentes de mundo son lo que mandan en los gobiernos. Atento contra los intereses.
Por su parte el senador C. A. Lindbergh afirmó que este acto establece el trust más poderoso de la tierra. Cuando el presidente firme este acto, el gobierno invisible del poder monetario sea legalizado. Desde entonces las depresiones económicas son totalmente planificadas, incluido el famoso Crack de 1929, tal como reconoció
Louis MacFadden, presidente de la Comisión Bancaria y Comité de Circulante del Congreso.
Nota para reflexión: En 1926, la Standard Oil de New York y su subsidiaria, la Vacuum Oil Company, a traves de Chase nacional Bank, cerro un acuerdo para vender petróleo soviético en los países Europeos. En ese momento se informó de que habían hecho un préstamo a los bolcheviques de 75 millones de dólares, parte del precio del acuerdo. En 1927, el socio de Rusia la Standard Oil de New York, construyó una refinaría de petróleo en Rusia.

*¿QUE SABE EL PEZ DEL AGUA DONDE VIVE TODA SU VIDA?
*¿QUE IMPORTA SABER LO QUE ES  UNA LINEA RECTA, SI NO SE SABE LO QUE ES LA RECTITUD.
*EN DEMOCRACIAS, LAS REVOLUCIONES SON CASI SIEMPRE OBRAS DE LOS DEMAGOGO.



[J§l].
MMXIII.

La PERDICIÓN DEL HOMBRE ES EL OLVIDO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario