La Historia no contada

La Historia no contada
José Luis Rodríguez Pereiro

jueves, 10 de octubre de 2013

¿MANIPULACIÓN MENTAL?


¿Es posible borrar recuerdos e implantar otros nuevos?:

De todos los enigmas que nos rodean, nosotros mismos somos, en realidad, el más profundo y fascinante de ellos. No se nos ocurre una suerte de manipulación más perversa que esta: que alguien borre nuestros recuerdos y nos inserte unos nuevos, que nunca se produjeron. ¿Es esto posible?
A mediados del siglo XIX hubo un caso que revolucionó por completo la com­prensión de la mente humana. Fue prota­gonizado, sin desearlo, por un ferroviario norteamericano llamado Phineas Gage. Su nombre, hoy, es mítico en el campo de la psi­quiatría y la psicología. En 1848 Gage tenía 25 años y estaba traba­jando como capataz en la construcción del ferrocarril en el estado de Vermont (noreste de Estados Unidos). Durante la voladura de una roca, una barra de hierro salió disparada e impactó contra su rostro. El metal atravesó su cráneo desde la mejilla izquierda, saliendo por el lado contrario de su cabeza y atrave­sando su córtex anterior. Lo normal es que Gage hubiera muerto en el acto. Pero no fue así. De hecho, solo tardó dos meses en recuperarse de sus heridas. Algo que, de por sí, podría estar en los anales de la medicina, pero que no es nada en compa­ración con lo que sucedió después. De ser un hombre prudente, equilibrado y amante de su esposa, pasó a transformarse en alguien poco equilibrado, agresivo e incluso insultan­te en el trato.
Su mujer lo abandonó, perdió su empleo y acabó trabajando como feriante hasta su muerte, a la temprana edad de 38 años. Para él, aquel suceso destruyó su vida. Pero para la medicina supuso una revolución. Quedaba patente que la personalidad no se halla en el alma, si es que existe, sino en el cerebro. El accidente de Gage cambió por completo su comportamiento, demostrando que este tiene una base puramente biológica.
Control mental:
Phineas Gage abrió un nuevo horizonte. Si el ser humano es una "máquina biológica" que incluye a su cerebro, debe existir la po­sibilidad de manipularlo y controlarlo. Así lo demostró en la práctica un científico español que trabajó para el Gobierno de Estados Uni­dos en programas secretos de la CÍA: el doc­tor José Manuel Rodríguez Delgado. A él se debe el descubrimiento del stimoceiver, un dispositivo electrónico que, implantando en el cerebro, permite influir en el comportamien­to. Rodríguez Delgado afirmó que, aunque fuera algo triste, es posible controlar la con­ducta de un ser humano como si se tratara de un juguete accionado por control remoto. El eminente fisiólogo un tanto frankensteiniano, se dedicó a de­sarrollar un microchip autónomo para ser implantado en el cerebro, y llegó a proponer ante el Congreso de Estados Unidos en los años 70 del siglo pasado que este fuera de uso obligatorio para todos los ciudadanos. Un me­dio, explicó, de controlar a la población. Según muchos investigadores, este micro­chip es una realidad desde hace algunos años; puede inyectarse en la médula ósea y auto implantarse en la base del cerebro. Si es así, se trata del mayor ataque a la liber­tad individual que podemos concebir, ya que anula la independencia mental. Ni siquiera Jean Paúl Sartre podría ser libre en esa cár­cel interior que lleva hasta las últimas con­secuencias las ideas expuestas en el libro 1.984 de Georges Orwell.
Control mediante sustancias químicas y campos electromagnéticos:
Según el eminente psicólogo Manuel Martín Loeches, profesor de Psicobiología y Neuro-ciencia cognitiva en la Universidad Complu­tense de Madrid, el cerebro humano es un sis­tema electroquímico que funciona como una auténtica máquina. Las neuronas se comuni­can entre ellas mediante procesos químicos, y dentro de las neuronas la transmisión se efectúa mediante corrientes eléctricas. Eso es todo, sin que se necesite una realidad espiri­tual o inmaterial para generar la mente. En este marco puramente materialista, el con­trol mental es posible, pero con ciertos ma­tices. Martín Loeches no cree que se pueda lograr una anulación completa de la voluntad hasta el punto de dominarla. Pero sí influen­ciar a una persona con campos electromag­néticos o sustancias químicas. Es el caso del la escopolamina, que se empleaba antes del la aparición del pentotal sódico como "suero I de la verdad". Este alcaloide, que se extrae del diversas plantas, puede inhibir la voluntad del un individuo y convertirlo en una especie de autómata, llegando a borrar los recuerdos de lo que ha hecho bajo su influencia. También se han relacionado muy conspiranoicamente, la verdad las antenas del programa HAARP, con un intento de las autoridades norteamericanas para contro­lar en secreto la mente de los ciudadanos.
La memoria:
Hay quienes creen que nuestra identidad se fundamenta esencialmente en la memoria. Quiénes somos no puede concebirse de un modo ajeno a nuestros recuerdos, acumulados a lo largo de la vida. Cuando una persona sufre amnesia severa, su "yo" sigue existiendo, pero su identidad desaparece en cierta medi­da. Aunque lo curioso es que algunos recuer­dos persisten. Ello se debe a que hay dos cla­ses de memoria: la declarativa, o explícita, y la procedimental, o implícita. La primera englo­ba los recuerdos de las vivencias y experien­cias personales, y también los conocimientos generales, como hablar en un cierto idioma. La segunda se refiere a las habilidades adqui­ridas, como andar, usar un tenedor o tocar el piano.
Por eso es común que una persona que ha olvidado su propio nombre o el rostro de su pareja sea capaz, sin embargo, de conducir un coche o utilizar un ordenador. Y aquí está la clave en la manipulación de los recuerdos. Según Elizabeth Loftus, una prestigiosa psicóloga norteamericana, profesora en la Uni­versidad de California (EE.UU.), los recuerdos son moldeables. Varían a lo largo del tiempo a medida que los evocamos y adquieren nue­vos matices que tienen que ver con nuestra mentalidad o conjunto de valores actuales. Esto permite que se puedan alterar, falsificar e incluso borrar, y en ocasiones sin permiso o intervención directa del sujeto. Loftus ha demostrado experimentalmente que ello es posible, y no solo en niños, cuyas men­tes son más fáciles de "asaltar". En los años 90 del pasado siglo se llevó a cabo una experien­cia que pretendía introducir en la mente de varios sujetos un falso recuerdo, para demos­trar la conveniencia de que los investigado­res criminales (por ejemplo, en juicios sobre abuso sexual) eviten el empleo de la sugestión en los interrogatorios. La base de trabajo eran conocimientos ajenos al recuerdo, desde ca­sos ocurridos a otras personas hasta noticias o películas de ficción, y siempre evocando sen­saciones como el tacto o el olfato. El resultado fue que el falso recuerdo se gene­ró en las mentes de los sujetos como si fuera completamente auténtico e indistinguible de la realidad. En este caso, fue un recuerdo "inocente": Bugs Bunny en Disneylandia. Algo no solo falso, sino imposible, ya que el simpático conejo pertenece a la compañía de los hermanos Warner, y no a la multinacional; fundada por Walt Disney.
El caso demianiuk:
Iván Demianiuk (o John Demjanjuk, desde que obtuvo la nacionalidad estadounidense) apodado Iván el Terrible, fue un ucraniano que participó con los nazis en la muerte de casi 28.000 personas en el campo de exterminio polaco de Sobibor. Detenido en los años 80, se le sometió a un juicio en Israel se le declaró culpable y se le condenó a morir en la horca... Pero las cosas no quedaron del todo claras. Por eso, la Corte Suprema de Israel anuló la sentencia. Demianiuk había sido nazi, pero sus recuerdos no eran del todo coherentes y, además, se demostró que su verdadero apellido era Marchenko.
La posibilidad de que este hombre hubiera "inventado" sus recuerdos de un modo inconsciente está ahí. Es obvio que su frialdad y falta de arrepentimiento dejaron patente que se trataba de un ser sin escrúpulo que muy bien hubiera sido capaz de protagonizar los terribles crímenes que se le imputaban. Pero el hecho es que, con casi completa seguridad, no los protagonizó. Su mente creó falsos recuerdos, quizá por un reprimido sentimiento de culpa cuya no exteriorización formaba parte de su deseo de expiar su perversidad.
En   un   sentido   general,   resulta   bastante obvio que no hay mejor culpable de un crimen que el ciudadano honesto que de pronto, recuerda haberlo cometido y no es capaz de negarlo. Se trata de emplear  técnicas psicológicas, como la hipnosis, en combinación con sustancias químicas. La conclusión inquietante es que nuestra mente es totalmente manipulable.
Las caras de la hipnosis:
Esta controvertida técnica siempre ha estado rodeada de un halo de misterio, quizá porque muchos expertos e investigadores no se atreven a hablar de ella a las claras. Por alguna razón, muchas personas creen que la hipnosis es un mito. Nada más equivocado. La hipnosis pertenece al campo de la psicología científica Por tanto, es una realidad que ha demostrado su validez empírica a lo largo de décadas que hoy se utiliza para incrementar la eficacia de numerosos tratamientos médicos y psicológicos (vencer el miedo a volar, superar tabaquismo, como anestesia psicológica, etc.).
Lo que sí es un mito es que la hipnosis im­plique necesariamente una especie de esta­do de relajación próximo al sueño, o que se practique en lugares oscuros y con los ojos cerrados (lo cual es solo una de las muchas formas de inducir el estado hipnótico). Existe una variante muy distinta, llamada "hipnosis despierta", en la cual la persona se mantiene alerta, activa y con los ojos abiertos.
¿De qué es capaz la hipnosis?:
Como procedimiento psicológico, la hipnosis es capaz de lograr que una persona experimente cambios en sus sensaciones, percep­ciones, pensamientos o conducta. Aun así, el estado hipnótico no puede sumirla en un "trance" permanente, ni tampoco anular el control sobre su voluntad. La hipnosis permite aumentar el autocontrol y la concentración, así como hacer aflorar antiguos recuerdos a través de la regresión, aumentar la emotividad, mejorar la imagina­ción, recrear procesos y fenómenos, adoptar un rol determinado e implicarse en él hasta el extremo de actuar como si fuese real. Aunque queda mucho por investigar acerca de la hipnosis, esta ofrece muchas posibilidades (grandes beneficios y grandes peligros). Su uso casi nunca entraña el menor riesgo para el orden y la salud mental. Casi nunca.
Toda la información que recibimos, las ideas que nos llegan, lo que aprendemos, influye en nuestra mente. Nadie es libre por completo de pensar lo que quiera, porque todos los pensamientos tienen que ver con nuestras experiencias y nuestra estructura mental. Los psicólogos admiten que el control directo de la mente es posible, aunque con matices, ya que no creen en la anulación completa de la voluntad. Al ser el cerebro las investigaciones que pretenden lograrlo son de alto secreto.

¿EN LA ACTUALIDAD?:
Las investigaciones científicas que se llevan desde hace décadas en Ingla­terra, este país con Estados Unidos son los centros mundiales del lavado de cerebros en masa y de la ingeniería social. Allí creció una compleja or­ganización que habría de dar forma al destino del planeta en­tero, al tiempo que cambiaría el paradigma de la sociedad mo­derna.
Los métodos de lavado de cerebro y guerra psicológica que se están adaptando, en este preciso momento, con la intención de aplicarlos a proyectos de ingeniería social a gran escala.
Se trata de la “Conspiración de Acuario”, nombre que se dan a sí mismos los lava cerebros y que hace referencia a un estudio supersecreto llevado a cabo en 1974 en el Instituto de Investigación de Stanford, titulado “Cambiar las imágenes del hombre”. El lavado de cerebros depende de la ignorancia de las víctimas. Está en todas partes. Todos percibimos la desintegración de nuestras naciones en el día a día, en las experiencias personales. Sin em­bargo, no se trata de una coincidencia. Ni de un accidente. Lo que estamos presenciando es la desintegración de la economía mundial, planificada por las personas más poderosas del mundo. Aparte de sentir indignación y rabia, usted llegará tarde o temprano a la conclusión de que se trata del declive moral, material, cultu­ral e intelectual que todos los días presenciamos en el mundo entero; sumidos en la impotencia, no accidental. No es Dios quien nos castiga por lo que hacemos mal en la Tierra, sino una crisis social inducida expresamente.
Repito que esto no es una prueba. Esto es real, y lo que está en juego es el futuro de nuestro planeta. Toda clase de de­generación musical es un producto fabricado por orden de un laboratorio, todo ecologista a quien no hayan lavado el cere­bro ha logrado huir de un laboratorio de ingeniería social. Todo drogadicto es un producto secundario de una política gubernamental de futuro, cuyo objetivo final es la destruc­ción del espíritu humano y la degradación del hombre. To­dos los defensores a ultranza del yoga, de la meditación tras­cendental, de la telekinesia, del radicalismo de izquierda y de derecha, de la educación de la sensibilidad bahái y de la percep­ción extra-sensorial, de la conciencia cósmica, de la aberración que supone la Nueva Era o New Age, de las chemtrails, todos los seguidores de las experiencias cósmicas y quienes creen en la “concienciación” forman parte de una conspiración única, centralizada y coherente, surgida de algún proyecto patrocinado por un gobierno y financiado por una funda­ción.
En el mundo del humo y de los espejos no hay casualida­des, coincidencias ni accidentes.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en Inglaterra estuvo el cuartel general de la Oficina de Guerra Psicológica, por medio de lo que disponía la Ejecutiva de Operaciones Especiales, también dictaba la política que ha­bían de seguir las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en lo referente a la guerra psicológica.
¡Mire a su alrededor! A consecuencia de un ataque frontal a nuestro futuro, perpetrado por los más destacados sociólogos e ingenieros conductuales de todo el mundo, se rompieron las anclas que sujetaban la intención moral de las naciones. Noso­tros, el pueblo, hemos sucumbido a una irracional indiferencia hacia lo moral. No se confunda, todo lo que ha habido desde la Nueva Izquierda hasta el Watergate, Vietnam, los Papeles del Pentágono, el movimiento hippie, el movimiento contra la guerra y la contracultura de las drogas y el rock, han sido asimismo proyectos de ingeniería social planificados de antemano.
Repito, lo que se ataca no son solamente nuestros derechos individuales, sino más bien la institución misma de la repúbli­ca “estado-nación”, partiendo del mastodóntico programa de ingeniería social ideado por los oligarcas y llevado a la práctica, integrada por centros de psi­cología social aplicada y de ingeniería social que surgieron después de la Segunda Guerra Mundial. Dichos grupos nos ven y ven los principios de los estados-nación como claros enemigos filosóficos.
Esta monstruosa maquinaria del mal está compuesta por algunos de los centros más prestigiosos del mundo, dedicados a la investigación y al estudio.
Se ha creado la pri­mera escuela para graduados a jornada completa de la Era de Acuario, para ejecutivos de alto nivel de las quinientas empre­sas que figuran en la revista Fortune, donde se enseña cómo modificar la conducta. Zombis humanos en puestos de alta di­rección que nos conducirán a la Nueva Edad Media de la con­ciencia trascendental. Dos son los objetivos. El primero, alcan­zar los cambios necesarios en Estados Unidos; y el segundo, el orden mundial.
En los últimos cincuenta años, el Gobierno de Estados Unidos, con la ayuda secreta de centros de estudios y funda­ciones, ha destinado decenas de miles de millones de dólares a financiar la labor de dichos grupos.
Todos los aspectos de la vida psicológica y mental de la población mundial fueron definidos, registrados y archivados en sistemas informáticos. Los grupos de sociólogos, psicólo­gos, psiquiatras, antropólogos, centros de estudios y funda­ciones, que trabajan en estrecha colaboración unos con otros, están presididos por una élite integrada por poderosos miem­bros de la oligarquía. El lector podría preguntar: ¿Cuál es el propósito de esas modificaciones de la conducta? Implan­tar cambios forzados en nuestro modo de vida, sin nuestro consentimiento y sin que sepamos siquiera lo que nos está su­cediendo. El objetivo último es extirpar por completo el senti­do de “identidad” del ser humano, arrancarle el alma y sustituirla después por una seudo-alma artificial, sintética. Sin embargo, para poder cambiar la conducta de los seres huma­nos, apartarla de la producción industrial y conducirla hacia el espiritualismo, y para hacernos entrar voluntariamente en el mundo de la era pos-industrial de crecimiento cero y progreso cero, es necesario forzar un cambio de la imagen que tiene el ser humano de sí mismo, del concepto fundamental de lo que somos. Así pues, hay que buscar la imagen del hombre que re­sulte apropiada a esa nueva era, hay que sintetizarla y a conti­nuación conectarla al cerebro de la humanidad.
El gobierno totalitario no es el único parámetro del totali­tarismo. El poder ilimitado también procede de un “centro omnipresente”. En el nuevo movimiento totalitario, esta fuer­za directriz omnipresente se comunica por medio de la modi­ficación de la conducta y el cambio de identidad, que son los nodos dominantes del sistema.
El terror psicológico no es la esencia, sino el signo de pun­tuación de lo que significa el nuevo totalitarismo. El secreto del éxito del movimiento radica en el poder del dinero y del consu­mo, porque elude hacerse responsable de los fallos del mismo. Los prescritos fracasos del mercado de Wall Street en proteger a las empresas se atribuyen, en cambio, a fuerzas trascendenta­les de la “mano invisible”, que castiga a las empresas por los presuntos pecados cometidos contra las “leyes del mercado”. De este modo, cuando suceden catástrofes, que castigan cada vez más a la mayor parte del mundo, se echa la culpa a las pro­pias víctimas de las privaciones, la miseria y la opresión que sufren. Se trata de un método de gobierno mucho más eficaz que el terror por la fuerza, más descarado, que expone al siste­ma a otra forma de resistencia.
Tener a la mayoría en un estado continuo de ansiedad inte­rior funciona, porque se obliga a las personas a que estén de­masiado ocupadas en asegurarse su propia supervivencia o a competir por ella para colaborar en la construcción de una reac­ción eficaz.
En la década anterior, se mantuvo a la población mundial en un permanente estado de inestabilidad a través de conti­nuas debacles económicas y decretos de comercio transnacio­nal, que vaciaron las arcas nacionales y anularon el derecho a la autodeterminación de los países. Las poblaciones se han vis­to tan abrumadas por el constante avance de la monstruosa maquinaria, de las crisis económicas y medioambientales, que la práctica universal de crear inseguridad ha dejado a las ma­yorías sociales paralizadas por un terror de baja intensidad. Condición necesaria para que un movimiento totalitario con­tinúe avanzando, porque su modus operandi consiste en tener a sus súbditos en perpetuo desequilibrio.
En épocas anteriores, hemos visto cómo se tomaban medi­das draconianas de alcance nacional, pero nunca una agresión semejante a los derechos de las personas y a las normas demo­cráticas. Cada medida nueva, en sí misma, puede parecer una aberración; pero una serie completa de cambios que constituye un giro brusco hacia la escla­vitud. El poder total es un correlato supra-terrestre del poder mundial, que no es capaz de concebir límites para sí mismo.

¿COMO REFLEXIÓN?:
Tenemos que superar muchos retos. Cuando se desvelan los datos, cuando se ponen las pruebas encima de la mesa, cuando desenmascarados y despo­jados, y sus acciones se han expuesto a la vista de todo el mun­do, no creer que pueda ser real una con­fabulación tan monstruosa y aplastante..., hasta que ya es de­masiado tarde. ¡Queda usted advertido!
Nos encontramos en una encrucijada. Y del camino que tomemos ahora dependerá que vivamos en el siglo XXI como repúblicas de estados-nación o como un montón de esclavos subyugados, diezmados y deshumanizados.
Estamos luchando contra el esfuerzo aunado de algunas de las perso­nas más brillantes de la historia, que conspiran contra noso­tros con el fin de controlarnos. Pero la voluntad del ser humano es inmortal. Los tiranos mataron a cientos de millones de per­sonas y, sin embargo, los pueblos lucharon y acabaron consiguiendo la libertad. La libertad estimula el alma humana; el miedo la paraliza. En medio de la ensordecedora cacofonía del silencio patriótico, las voces insurgentes reclaman atención. La inmortalidad tiene su base moral en la verdad y la incorruptibilidad. Se merece que se le dé todo el respaldo posible. Se merece que se luche y se muera por ella.
Por último, la historia enseña por analogía, no por identi­dad. La experiencia histórica no consiste en quedarse en el presente y volver la vista al pasado, sino en regresar al pasado y volver después al presente con una más amplia y profunda conciencia de las restricciones de que adolecía nuestro ante­rior punto de vista.
Murió la verdad. ¿Es ésa la alternativa? El hombre prevenido vale por dos. No compete a Dios salvarnos, sino a nosotros mismos. Jamás encontraremos las respuestas correctas si no somos capaces de formular las preguntas adecuadas.

*La libertad significa: en la filosofía, la razón. En el arte: la inspiración. En la política, el derecho.
*La libertad significa responsabilidad; por eso, la mayoría de los hombres le tienen tanto miedo.

*Si la libertad significa algo, será, sobre todo. El derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír.

[J§l].
MMXIII.
Las cadenas que mas oprimen son la que menos pesan.

domingo, 6 de octubre de 2013

ISLANDIA, ¿UN EJEMPLO A SEGUIR?


El rescate de los bancos en Islandia con el dinero de todo su pueblo, sumió a éstos en la absoluta pobreza. Pero, los islandeses se revelaron contra la injusticia. Rompiendo las reglas de un sistema Corrupto. ¿Hay que seguir su ejemplo?
Antecedentes:
En Noviembre de 2.007, cuando se hace público los datos que proporciona la ONU. Sobre el índice de desarrollo humano, la tabla que mide la calidad de vida de los países miembros a nivel de ingresos de sus ciudadanos, su salud, la calidad de educación y otros factores. Hasta ese momento, Noruega era el país que llevaba tiempo encabezando la lista. Pero en esa fecha, Islandia se colocó a la cabeza de la lista con una nota que jamás antes ninguna nación había logrado alcanzar, pese a tratarse de un país aislado y pequeño. El entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI), el español Rodrigo Rato, que después llevó a la ruina a Bankia, señalo que Islandia había seguido las normas dictada por el organismo internacional al pie de la letra (¿?). Asegurando que todo había sido perfecto gracias al sistema bancario y financiero del país. A tal punto había llegado la tal perfección, que el 98% de la población tenia empleo. Surge una pregunta: ¿Islandia fue el banco de prueba del FMI?
El país creció a un ritmo de entre el 2 y el 8 % anual, hasta que al final se convirtió en el primer país del mundo. Pero un año después de tocar el cielo, Islandia sucumbió. Los tres principales banco del país se vinieron abajo en pocas horas era el 14 de Octubre de 2008. Un mes después de de la caída, cae en USA Lehman Brothers. Ese día la bolsa cae 77% de su valor, mientras que la moneda de Islandia (La Corona). Acabaría perdiendo un 85% de su valor. Quedó al descubierto la verdad en que se basaba el sistema bancario dedicado a crear burbujas y a efectuar operaciones económicas sin sustento real, especialmente desde la privatización de todo el sector financiero en 2003, fecha a partir de la cual se buscaron inversores extranjeros que compraron los bonos emitidos por las citadas entidades. La mayor parte del dinero llegó desde Holanda y el Reino Unido, pero también desde España, en donde Cajamadrid compró decenas de millones de euros de bonos emitidos por el Landbanki,
Evidentemente, en un principio se siguió el guión establecido para este tipo de casos y se recurrió al FMI, que aprobó créditos para reflotar la banca y sanear las cuentas públicas a cambio (como después ocurriría en otros países europeos) de los llamados “ajustes estructurales”, es decir, recortes en los presupuestos oficiales que afectaban especialmente a sanidad, educación, prestaciones sociales. Geir Haarde, el primer ministro, admitió cubrir la deuda exterior generada por la debacle bancaria, que ascendía a nueve veces el PIB del país. El acuerdo fue negociado por David Oddsson, gobernador del Banco Central de Islandia y primer ministro entre 1991 y 2004, quien también lideró por esas fechas la petición de ingreso en la Unión Europea, lo que se vendió a la población como una garantía para hacer frente a futuras crisis.
Todo esto llegaba después de la decisión del gobierno británico de bloquear las cuentas y operaciones de los bancos islandeses, Aplicando para ello las medidas anti-terroristas que tenían por objeto vigilar posibles movimientos sospechosos de ser utilizados para financiar el terrorismo internacional. Lógicamente, en la fría isla se sintieron humillados al considerar una exageración situar a Islandia a la misma altura que Al Qaeda. Pero muchos sabemos de qué va todo esto: aquellas medidas estaban destinadas a ser utilizadas como chantaje cuando fuera menester. Y había llegado la hora...
En términos porcentuales, la crisis islandesa era y es la mayor que jamás ha sufrido un país desarrollado. Tengamos en cuenta que hablamos de una nación con poco más de 300.000 habitantes... Y que como consecuencia del estallido bancario, más de 46.000 familias empezaron a pasar dificultades para llegar a fin de mes, cuando poco antes tener esas dificultades se antojaba imposible. Otra vez se había confundido imposible con improbable... Nada menos que trece mil casas se vieron embargadas por los bancos que quedaban, los que se quedaron con los quebrados o los nuevos que aparecieron. Y el paro alcanzó casi al 10% de la población en un país cuyas cifras de desempleo no llegaban nunca el 5% y en tiempos de bonanza ni siquiera alcanzaban al 2% de la población.
Los acuerdos del gobierno islandés con las instituciones internacionales fueron la causa de que cada ciudadano del país estuviera obligado a pagar cuarenta mil euros en quince años. Sólo así podría saldarse la deuda exterior que generaron los bancos colapsados con diferentes países, especialmente con Holanda y Gran Bretaña. Además, la exigencia del FMI y del mercado obligaba a los islandeses a deshacerse de una buena parte del Estado de bienestar que tanto tiempo les había costado ganarse. Todo se había venido abajo, y la única forma de remediarlo era socializar las pérdidas de los bancos para pagar sus deudas. Hasta entonces los beneficios eran para los directivos y empresarios, pero una vez que estos perdieron dinero, la única forma de salvar la economía del país era pagar, entre todos, el agujero económico que habían creado quienes en aquellos años se hicieron ricos. Los ciudadanos se echaron a la calle. Primero fueron unas pocas decenas, muy pocas decenas. Hubo estupor en la sociedad. ¿Qué era eso de salir a la calle? Estaba casi mal visto. Ni siquiera la policía supo cómo reaccionar ante aquellos primeros indignados. Pero poco a poco fueron más. Y en una sola jornada de protestas llegó a congregarse una marea humana de más de cien mil personas en las diferentes localidades del país. Uno de cada tres ciudadanos estaba alzando su voz...
Las exigencias de los ciudadanos provocaron la dimisión del director del Banco Central, sobre quien cayó la ira popular. Después abandonó el primer ministro y, finalmente, el 26 de enero de 2009, el gobierno en bloque echó el cierre. Días después, asumió el poder Jóhanna Siguroardóttir, una ex azafata de sesenta y seis años que hasta entonces había ocupado el cargo de ministra de Asuntos Sociales y que por su perfil parecía la única persona que no enervaría a la opinión pública. Lejos de las ideas del gobierno al que pertenecía, pese a estar en otra corriente, en cuanto tomó el poder de forma interina convocó elecciones para abril. Ganó con mayoría absoluta, y por primera vez en la historia del país la izquierda gobernó. Pese a ello, Siguroardóttir tuvo que empezar a negociar con unos y otros, pero tuvo bien claro desde el principio que los banqueros que habían provocado la situación no serían premiados sino que tendrían que enfrentarse a investigaciones que aclararan su implicación en tan terrible crisis.
La primera ministra aseguró que la devolución de la deuda estaría condicionada por la capacidad de pago que tuviera el erario público. Que, en definitiva, no se iba a exprimir más a los ciudadanos. Tuvo que hacer malabarismos: por un lado la presión internacional para que no se le ocurriera dejar de pagar lo que debía (por mucho que lo debieran los bancos...), y por otro la presión popular frente a las exigencias de abonar la deuda.

En un documento desclasificado nos informa:
Islandia ya era por entonces un auténtico centro de operaciones para el organismo creado por Julián Assange, que dio a conocer en diciembre de 2008, cuando aún no era un grupo con la repercusión que alcanzaría tres años después, documentos internos del principal banco del país, el banco Kaupthing. En dichos documentos se demostraba cómo el banco había creado las temibles burbujas a costa de los ahorros de muchos ciudadanos que habían depositado su confianza en la institución. Además, los documentos evidenciaban que los propios dirigentes del banco se habían concedido créditos con intereses mucho más bajos que los solicitados a los clientes.
Los documentos sobre el banco Kaupthing fueron un auténtico punto de inflexión en la revolución. La venganza de Wikileaks se había consumado y el pueblo tuvo pruebas sobre las que sustentarse para pedir explicaciones y responsabilidades. Y fueron sólo el comienzo de una serie de informaciones referidas a este banco, porque posteriormente se dio a conocer un listado con nada menos que 28.167 referencias a los créditos y bonos emitidos por el banco sin que pudiera retribuirse por ellos y sobre los cuales tomó responsabilidad el gobierno de Islandia tras la caída del banco y la nacionalización de la deuda apenas unos días después. El valor total de esas operaciones sucias ascendía a 40.000 millones de euros y demuestran cómo en las inmorales maniobras mercantiles hubo apoyo de otros muchos bancos de renombre internacional que avalaron o revendieron esos “paquetes”. Ahí aparecían los bancos responsables de la crisis económica que estamos viviendo en el mundo entero, uno de los bancos de inversión que fue rescatado por el gobierno de Estados Unidos, cuyos directivos, pese al fracaso de su gestión al frente de la entidad, fueron recompensados al ser nombrados para ocupar puestos de relevancia en la Administración cuando Barak Obama tomó posesión de su cargo como presidente de Estados Unidos en enero de 2009.
El inmenso listado fue elaborado tras la caída del banco, cuando se revisaron una a una las peticiones de los beneficiaros de los créditos (y otros paquetes financieros) y se determinó qué era lo que debía devolverse. En el listado hay deudas de apenas mil coronas islandesas  (unos seis euros) a deudas de bonos adquiridos por grandes bancos internacionales. Un buen número de ellos fueron adquiridos por Goldman Sachs, muchos de los cuales por un valor de más de diez millones de euros. Y no había uno, sino decenas de paquetes por esas cantidades.

La jugada:
Es escandalosa: el banco americano compra bonos del islandés, pero el banco americano cae hasta tener que ser rescatado, y los ciudadanos, con sus impuestos, salvan al banco de la quiebra, pero después cae el islandés, y los ciudadanos islandeses tienen que salvar al banco islandés con sus impuestos, que una vez salvado y rescatado deberá pagar al banco americano el valor de esos bonos que fueron calificados como seguros por las agencias de calificación, de modo que se amplían los intereses a pagar a los bancos a los que se debe dinero que, previamente, han sido rescatados con el dinero de los ciudadanos.
Y entre el listado de bonos adquiridos por los grupos financieros internacionales aparecen varios bancos españoles. Por ejemplo, Caixa Catalunya adquirió bonos por valor de diez millones de euros (1.700 millones de coronas), y Caja Laboral lo hizo por valor de 10.000 millones de coronas (casi sesenta millones de euros). Y el mayor de los bonos fue adquirido por el Deustche Bank por valor de 200.000 millones de coronas, es decir, unos 1.200 millones de euros. Esto es una verdadera demostración de cómo la “globalización” bancada hizo que unos bancos compraran bonos de otros cuando quienes los emitían estaban llevando a cabo operaciones irregulares, lo que impidió a los compradores cobrar en condiciones (o no cobrar)  por esas adquisiciones. En la estafa islandesa se metieron sin darse cuenta (bueno, sin darse cuenta...) bancos de otros muchos países quienes, después, hicieron lo mismo. Qué desastre.

El poder de la indignación:
Como consecuencia de la revolución en las calles, la población tomó el poder y se creó una asamblea constituyente formada por camareros, electricistas, periodistas, fontaneros, funcionarios... En definitiva, por la gente común. Se logró incluso que se sometiera a referéndum la devolución o no del dinero que se había prestado al gobierno por parte de los grandes bancos y otros países. La respuesta de los ciudadanos fue (a tenor de la ilegalidad de las acciones que efectuaron los banqueros) rotunda en el sentido de no devolver la deuda exterior: un 93% de los electores dijo que no y que los contribuyentes no debían pagar el rescate de unos bancos que se habían nutrido con el dinero de los impuestos. Después llegaron las operaciones judiciales, y hasta casi ciento cincuenta responsables de los tres grandes bancos islandeses fueron detenidos, alguno de ellos encarcelado, en varios países europeos al tiempo que el primer ministro del país en el momento del crack fue juzgado, acusado de negligencia y de no haber atendido los avisos de quienes advertían de lo que estaba ocurriendo. En la condena que se dictó contra él quedó claro que sus acuerdos con los grandes bancos fueron decisivos para llevar al país a la ruina.
Hay quienes advierten: Islandia no se ha convertido en un paraíso. Y si bien la crisis se ha capeado de forma más democrática que en otros países, los problemas aún acucian a los habitantes del que no hace mucho era el mejor país del mundo para vivir. Sus actuaciones elevaron el precio de lo que tienen que pagar, por ejemplo, por sus hipotecas. Sin embargo, para quienes estaban detrás de la crisis islandesa, que son los mismos que están detrás de la crisis mundial, no hay peor cosa que dejar que el modelo de lucha que escenificaron se extienda tanto que se llegue a imitar. Quien dude del ejemplo islandés habla por la voz de su amo. Y lo peor de todo, es que quien lo haga ni siquiera sabe que tiene un amo.
Días después del inicio de las concentraciones en Sol, que se extendieron a las plazas más importantes en cientos de ciudades españolas, hubo elecciones en España. Las órdenes por parte de las autoridades fueron claras: había que desalojar las plazas en la medianoche del 20 al 21 de mayo de 2011. Las normas eran las normas: estaba prohibido cualquier tipo de manifestación pública con contenido político en mitad de la jornada de reflexión que precede a la convocatoria electoral.
Sin embargo, la policía no actuó (salvo en algunos casos, y con comportamientos violentos por parte de los uniformados, que ignoraron las instrucciones de las propias autoridades) para desalojar los acampados y congregados. Era imposible. El movimiento había logrado un grado de simpatía y complicidad que no se había dado jamás en la historia de España. Semanas después, cuando perdía intensidad, se aprovechó la situación para efectuar el desalojo de forma más discreta. Pero fue imposible frenar la oleada de indignación.
El ejemplo de los indignados de Sol fue seguido, tanto en objetivos como en símbolos, por otros indignados en otros países. Las manifestaciones fueron espectaculares; desde la revolución social de 1968 no se había vivido nada igual. Medio siglo después, las calles y la opinión volvían a ser dominadas “por los de abajo”. Es una de las características de los tiempos actuales. Stéphane Hessel, el hombre que dio nombre al movimiento, vio como una de sus pesadillas no se cumplía: “La peor de las posiciones es la indiferencia, decir que no puedo hacer nada y ya me las arreglaré.” Por el contrario, su sueño, que la sociedad luchara con todas las herramientas a su alcance, sí se hizo realidad: “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos. Volvemos a encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a más justicia y libertad.”

“Si el pueblo otorgara A los bancos el poder de emitir dinero, los bancos y las corporaciones crecerían por encima de los individuos desproveyéndolas de toda propiedad. Creo que los bancos son más peligrosos para nuestras libertades que los ejércitos en armas. Ya han creado una aristocracia que desafía al gobierno. El poder de hacer dinero debe ser rescatado de los bancos y devuelto a la gente a quien pertenece por derecho”. Jefferson.

Reflexión:
En 1.855 el presidente de los Estados Unidos propuso al Jefe Indio Seattle comprar las tierras de su tribu. Este le contestó con sabias palabras: “La tierra no pertenece al hombre. ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Esta idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Cómo podrían ustedes comprarlos? Enseñen a vuestros hijos, como nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la Tierra”.

En 1861 estalla la guerra de secesión en los Estados Unidos en la que morirían 600.000 personas. Un año después de la elección de Abraham Lincoln, que preconizaba la abolición de la esclavitud, los 11 estados del Norte (Industriales) se enfrentaron a los 11 estados del Sur (Agrícolas). Lincoln declaró: “Tengo 2 grandes enemigos, el ejercito del sur frente de mí y los banqueros en la reta guardia. Y de los 2, los banqueros son mis mayores adversarios”.
En una carta enviada por un banquero  de Londres a otro banquero pero de New York  le dice: “Las escasas personas que puedan comprender el sistema financiero mostrarán tanto interés por sus beneficios, o dependerán en tal manera de sus ventajas, que no se debe esperar de ellas ninguna oposición, mientras que, de otro lado, la gran masa de público, mentalmente incapaz de comprender las enormes ventajas que el capital saca del sistema, soportará los costes sin oponerse e, incluso, sin sospechar siquiera que ese sistema es contrario a sus intereses”.
El 14 de abril de 1865, 5 días después de terminar la guerra, Abraham Lincoln sería asesinado por un sicario (Pagado por ¿?). Lincoln se negó a pagar los intereses de la deuda, ordenó que el tesoro emitiera 450 millones de Dólares en papel moneda ( los famosos greenbacks impresos con tinta verde al reverso) y anunció que atacaría el poder de los bancos internacionales en cuanto terminara la guerra. Abraham Lincoln dijo: “Los poderes del dinero se alimentan de las naciones en tiempo de paz y conspiran contra ella en tiempo de adversidad. Denuncian como enemigos públicos a todos los que cuestionen sus métodos o saquen a la luz sus crímenes”.
Cita desde la Tumba de Abraham Lincoln: “Han entronizado a corporaciones y seguirá una era de corrupción en los altos cargos, el poder del dinero de los países se esforzaran por prolongar su reino hasta que toda la riqueza se acumulen en unas pocas manos y los Países sean destruidos”.

*No se puede comprender el Presente sin entender el pasado.
*Permitirme fabricar y controlar el dinero de una nación y ya no me importará quién la gobierne, quien haga  sus leyes.

*Cuando el dinero de un gobierno depende de los bancos, son ellos y no los jefes de Estado quienes controlan la situación.



[J§l].
LA LUZ ALUMBRA A LA OSCURIDAD.
MMXIII.